Óleo de Nicolás Palao, 1888.
Francisco "Pancho" Fierro Palas, (Lima, Virreinato del Perú, 1809 - Lima, Perú, 28 de julio de 1879), fue un destacado pintor peruano, que mediante sus afamadas acuarelas, reflejó la vida y costumbres del Perú del siglo XIX.
Pocos datos biográficos se tiene sobre Pancho Fierro. Se sabe que nació en Lima el 5 de octubre de 1807 y se le bautizó el 5 de febrero de 1809 en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (Parroquia de Los Huérfanos) en ese entonces Vice-Parroquia de la Santa Iglesia Catedral. Fue mulato, hijo de don Nicolás Rodríguez del Fierro y Robina, criollo español ordenado de sacerdote y de Carmen Fierro, esclava de la casa familiar de don Antonio Rodríguez del Fierro y Pollos, Prior del Tribunal del Consulado de Lima y Coronel del Batallón de Milicias del Comercio de Lima, y doña Nicolasa Ignacia de Robina y Gallegos, dama perteneciente a importantes familias de la sociedad colonial limeña, padres de don Nicolás y abuelos paternos del pintor.
Fue manumitido desde su nacimiento, es decir, nació libre siguiendo la regla no sancionada que rezaba que el hijo de un español no debía nacer esclavo. No se conoce que realizará estudios de pintura pero desde temprana edad mostró su talento para este arte. En el mes de mayo de 1828 contrae matrimonio en Lima con Gervasia Rosa Cornejo Belzunce, natural de la Hacienda Mataratones en la provincia de Cañete pero también formó familia con otras mujeres de las que dejó dilatada descendencia. Artista bohemio, de lento intuitivo, se ganaba el sustento pintando letreros comerciales y carteles de toros o moldeaba figuras toscas para los nacimientos.
También practicó la pintura mural en las paredes hoy derruidas o borradas de muchas casas limeñas. Pero sus mejores dotes de artista las volcó en numerosas acuarelas sobre cartulinas, en las que retrató tipos y costumbres de finales de la época colonial y de las primeras décadas de la República del Perú, transmitiéndonos la imagen de un mundo pintoresco, que abarca todas las clases sociales. En ese campo tuvo imitadores y competidores nacionales y extranjeros pero Pancho Fierro fue uno de los que más destacó entre ellos. Así lo atestigua los diversos padrones de los gremios de empresarios de los diferentes ramos industriales elaborados para el pago de la patente presentados a la Prefectura de Lima, en cuyas relaciones de pintores Pancho Fierro figuró como pintor de segunda y luego de primera clase al lado de otro afamado pintor, el mulato José Gil de Castro.
Según Ismael Portal, era “de color honesto, mulato, de más de mediana estatura, grueso, de barba cerrada, mirada penetrante, habilísimo y de lo más agudo”.
Falleció en el hospital Dos de Mayo, el día de Fiestas Patrias de 1879, a la edad de 70 años probablemente calculando su edad a partir de su bautismo ocurrido en 1809 y no la de su nacimiento en 1807. La nota necrológica publicada en el diario El Comercio, asegura que, además de sus acuarelas, dejó numerosos cuadros al óleo y retratos a carboncillo "única herencia de su desconsolada familia". También resalta su importancia como artista costumbrista, habiendo sido para la pintura peruana lo que Manuel Ascencio Segura lo fue para la literatura.
Se calcula que llegó a pintar aproximadamente 1200 escenas de la vida de la capital peruana, que abarcan las actividades cotidianas, las costumbres y los personajes más característicos de todas las clases sociales. Esas obras las ofreció a la venta a través de la casa Ricordi, las mismas que tuvieron demanda de los aficionados y entendidos del tema, entre nacionales y extranjeros. Inclusive hubo artistas que las imitaron o plagiaron. Entre esa infinidad de títulos destacamos los siguientes: Danzas de chunchos y pallas, El son de los diablos, Procesión cívica de los negros, Moros y cristianos, Gigantes y Papa-huevos, La Pescaufritera, Los Turroneros, La Vendedora de jamón, La Placera, El Anticuchero, La Tisanera, La Buñuelera, La Almuercera, El Bizcochero, El Heladero, El Panadero, La Picantera chilcana, Famoso cocinero,
El rosario callejero, Mixtureras y sahumadoras, El soldado y la rabona, Negro ayudando a dama en apuros,Maestro de escuela impartiendo lección, La Bañista, Caballero que va a visitas de noche, Penitenciado por la Inquisición , India conduciendo su llama cargada de cobre, Ña Goyita la tamalera, Hacendado y su mujer, Mayordomo de chacra, Mr. Thomas, El Montonero Escobar, Personaje inglés de 1840.
La colección más conocida fue formada por el pedagogo Agustín de la Rosa Toro quien cedió posteriormente al literato Ricardo Palma creando el "Álbum: Lima, tipos y costumbres", cuyos herederos la entregaron a la Municipalidad de Lima. Actualmente se encuentran en la Pinacoteca Municipal Ignacio Merino y abarca 254 acuarelas, entre las donadas por el literato y adquiridas posteriormente.
Entre otras colecciones importantes están las formadas por el pintor francés, Léonce Angrand, por el etnógrafo ruso Leopoldo Shrenk, cuyas 78 acuarelas se hallan en el museo de etnografía de Leningrado, y la que se conserva en la Hispanic Society de Nueva York. Una cabal evaluación de los antecedentes y el carácter del arte de Pancho Fierro ha sido publicada por Manuel Cisneros Sánchez en 1975, con reproducciones a color.
Pancho Fierro fue admirado por artistas de diversas épocas. En 1937 el cajabambino José Sabogal publicó un trabajo sobre Pancho Fierro. Además, el Instituto de Arte Peruano (IAP) que Sabogal presidió, reconoció a Pancho Fierro "como el primer artista peruano." Para honrarle, una sala del IAP llevaba su nombre.
Este pintor mulato a través de la acuarela caracterizó los tipos y costumbres de Lima. Sus temas incluían tapadas, clérigos religiosos y sus imágenes se convirtieron en fuentes directas del imaginario costumbrista en la plástica.Fernando Villegas
Su técnica no es muy depurada, pero la gracia espontánea y el moderado humorismo con que presenta sus temas resaltan su originalidad y amenguan sus defectos… Aunque no acostumbraba a firmar sus acuarelas, su nombre ha definido un estilo y una inspiración inconfundibles.
Una de sus singularidades es que se detiene en los detalles descuidando los espacios mayores, careciendo por ello de fondos sugerentes. Tal como se afirma en Pintura contemporánea (1975:37) este maestro poseía “un gran sentido del movimiento, el instinto de las proporciones y de la composición, una gran capacidad para captar la expresión de los gestos y de las actitudes, para buscar lo esencial de la forma y para encontrar el sentido humorístico de los actos humanos”. A ello se agrega “una gracia ligera, de una comicidad sin amargura ni resentimientos”.
La importancia de la pintura de Pancho Ferro radica en ser un testimonio gráfico de su tiempo".
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