El arte digital surgió a mediados de la década del sesenta del siglo XX en Europa y Estados Unidos simultáneamente, cuando comenzó a popularizarse el uso de las computadoras y a democratizarse el acceso –muy limitado hasta ese momento– a las nuevas tecnologías. A grandes rasgos, el término agrupa aquellas obras generadas a través de medios digitales, principalmente por computadoras, aunque su definición hoy sigue siendo imprecisa y es centro de debate, pues involucra de forma simultánea a las ciencias, las matemáticas y la informática, entre otras disciplinas.
Aunque la difusión del arte digital no fue alcanzada hasta principios de los años noventas −con la llamada Revolución digital y la llegada de Internet−, existieron muchos pioneros de este lenguaje en Latinoamérica desde los sesentas, que son poco o nada conocidos en nuestro contexto. El arte digital latinoamericano aún carece de una historiografía y metodología que puedan valorizar la participación que el mismo tuvo dentro del desarrollo de las corrientes internacionales.
La asimilación de los medios tecnológicos en América Latina siempre ha estado marcada por la característica de ser espacios receptores y consumidores, no productores de estos medios. Esta particularidad, de conjunto con los altos costos de adquisición, los grandes formatos de los primeros equipos electrónicos y la necesidad de conocimientos especializados, influyeron en la forma de penetración de la tecnología en la sociedad y el arte. A la llegada de 1970 los tres países latinoamericanos con mayor concentración de computadoras eran Brasil (754), México (573) y Argentina (445), localizadas en universidades y centros de investigación y comunicación. No es de extrañar entonces que fueran desde estos países donde primero se generaran investigaciones en el arte digital. [1]
A partir de la constante labor investigativa y de revisión de los fondos de la Colección Arte de Nuestra América Haydee Santamaría, de la Casa de las Américas, surge esta exposición que busca visibilizar a un grupo de artistas latinoamericanos presentes en la colección y pioneros de este lenguaje en el continente. Ellos iniciaron un camino azaroso y desconocido que sufrió la incomprensión y el resquemor de buena parte de la crítica y las instituciones culturales, pero cuyas obras se inscriben indiscutiblemente dentro del lenguaje vanguardista e innovador que siempre ha caracterizado al arte latinoamericano.
El investigador peruano de nuevos medios, José-Carlos Mariátegui,[2] ha considerado el arte digital como un “término de transición”, y es así como debe ser visto el generado por estos precursores; como una práctica de transición hacia llamado posteriormente arte de los nuevos medios, que se abrió paso entre corrientes artísticas latinoamericanas dominantes en esos tiempos como la neofiguración, el neoconcretismo y el expresionismo abstracto, entre otros.
En la temprana fecha de 1969 el crítico, curador y gestor cultural argentino Jorge Glusberg gestó la primera exposición de arte digital en Latinoamérica, Artey cibernética. En esta muestra un grupo de importantes artistas argentinos como Antonio Berni, Luis Benedit, Ernesto Deira, Eduardo Mac Entyre, Rogelio Polesello, Osvaldo Romberg, y Miguel Ángel Vidal, entre otros, trabajaron con ingenieros y programadores realizando dibujos con la primera máquina computadora IBM del Centro de Cálculo de la Escuela Técnica ORT de Buenos Aires.
La computadora se convirtió en un medio más para estos artistas, y el resultado respondió a las estéticas particulares de cada uno de ellos, que iban desde la neofiguración de Antonio Berni hasta el arte generativo de Miguel Ángel Vidal o el óptico de Rogelio Polesello entre otros. Luego de esta experiencia, varios de estos artistas no volverían a incursionar en el arte digital, lo que lo convirtió en un raraavis dentro de la producción personal de cada uno y, al conjunto, en un valioso documento histórico de la historia del arte digital latinoamericano. La Casa de las Américas conserva uno de los fondos más completos de esta exposición fuera de Argentina junto con el Museo Victoria & Albert de Londres.
Otro imprescindible dentro de la historia del arte latinoamericano es Waldemar Cordeiro, padre del arte electrónico en Brasil y cuyo manifiesto Arteônica (1971) es un visionario análisis de la importancia que luego adquirirían las computadoras para la creación artística. La pieza de Cordeiro perteneciente a la colección es una de las más icónicas dentro de su obra, ya no sólo por el uso del lenguaje electrónico como herramienta, sino por la fuerte denuncia política y social contenida en ella. A mulher que não é B.B (1971) (La mujer que no es B.B,haciendo referencia a Brigitte Bardot) descubre de manera puntillista con lenguaje electrónico una imagen tomada de la prensa que muestra el rostro de una mujer vietnamita víctima de la guerra, obra realizada en el momento de pleno desarrollo del conflicto bélico.
México, por su parte, está representado por la notable figura de Manuel Felguérez, cuya etapa digital es una de las menos conocidas del pintor. Este autor fue de los primeros en investigar y desarrollar un software de programación, capaz de generar obras a partir de análisis matemáticos y patrones. Las investigaciones de Felguérez le permitieron llevar a cabo una de las más interesantes experiencias de arte digital de los años setenta y que luego transmitiría a su obra gráfica y pictórica de manera constante.
La exposición incluye también algunos precursores del arte electrónico o digital, como el artista cinético brasileño Abraham Palatnik, con sus incursiones en el campo de la luz y el movimiento; el chileno Juan Downey –padre del videoarte en Latinoamérica–, o León Ferrari cuyo concepto de reproductibilidad y circulación de la obra de arte se convertiría en uno de los principios del arte digital y de nuevos medios tecnológicos.
Aunque el arte digital latinoamericano representa un pequeño porcentaje dentro de la vasta Colección de Arte de la Casa de las Américas, su valor estriba en la representatividad de sus autores y obras, así como en la visión que tuviera la propia institución coleccionando desde fechas tan tempranas este tipo de producción artística. Las poéticas y técnicas presentes en la exposición, aunque simbólicas, permiten establecer un panorama representativo de lo que fueron los inicios del arte digital en Latinoamérica, y poner en valor uno de los episodios menos conocidos pero, a su vez, apasionantes de la historia del arte latinoamericano. Esperamos que así sea.
Notas
[1] Melanie Lenz: Early computer art in Argentina. Journal of Design History. Oxford University Press. https://academic.oup.com/jdh/advance-article/doi/10.1093/jdh/epx035/4617701
[2] Científico e investigador en tecnología y Nuevos Medios fundador del centro ATA (Alta Tecnología Andina) y nieto del gran escritor y pensador José Carlos Mariátegui.
Por Cristina Figueroa VivesJueves, 18 de Enero del 2018 en La Casa, Artes visuales.
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