- Mirar un punto azul sobre un fondo amarillo y sentirse idiota. Hablamos con Albert Merino, uno de los artistas de ARCO, para que nos explique por qué el arte contemporáneo es, a priori, un mundo tan hermético.
Un cubo con fregonas dobladas no es un cubo con fregonas dobladas. O sí. El caso es que en ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo que ha puesto punto final este domingo, este cubo representa una alegoría a los girasoles de Van Gogh. Su precio, 14.000 euros.
“¿Cómo es posible?” se pregunta cualquiera. “El arte es infinito”, nos explica Albert Merino, uno de los artistas de ARCO y becado de Casa Velázquez, un oasis francés en mitad de Moncloa para jóvenes artistas.
Nuestra pregunta es sencilla. ¿Por qué hay tanto desapego entre la gente de la calle y el arte contemporáneo? Albert nos responde. “Hay mucha gente que te dice que no le gusta el arte. Sin embargo nadie te dice que no le gusta la música. Pero hay mil tipos de música, como hay mil tipos de arte. Y hay arte que es más difícil de explicar que otro” comenta.
Según Merino, el problema es de base: falta educación. Por eso nos avisa, no existe una fórmula mágica para comprender el arte en diez minutos. Aunque sí que hay ciertas cosas básicas que hay que aprender.
Para empezar nos dice que hay que dejar de lado todos los prejuicios. “Es esencial quitarse los complejos. No cometer el fallo de pensar que lo que hay enfrente lo puede hacer tu hermano pequeño. Hay que preguntarse qué está pasando ahí. Una apariencia sencilla puede esconder mucha complejidad” explica.
En segundo lugar, si se quiere entender ese endemoniado punto blanco sobre fondo negro hace falta algo más que mirar, hay que “ser curioso”. “Hay que tener intención por conocer, exprimirse la cabeza para intentar saber qué te están comunicando” nos dice.
Un cuadro de dos colores, mucho más de lo que parece
Para el artista hay muchas cosas a tener en cuenta en una obra de arte, ya que el arte es un lenguaje, pero de elementos infinitos, no como el idioma, que sólo utiliza palabras.
Merino nos pone en contexto sobre esto. “Imagina una gran sala con un gran cuadro de dos colores. Mucha gente pasaría de largo; otra se pararía a pensar qué le evoca eso. Entonces descubres la relación entre los colores, lo que te sugiere, la relación con el espacio, el entorno. Hay quien puede pensar que lo haría cualquiera. Pero hay quien sabe que existe un discurso, una sensación. No hace falta pintar La rendición de Breda. No hacen falta palabras, ni verbo, ni predicado, ni saber quién es el asesino al final de la peli” nos explica.
Y por supuesto, no tiene que gustar siempre. “Hay cosas que gustan más y cosas que gustan menos. Como en la música. Si una obra no te gusta no significa que no sea arte” aclara.
Otro mito: el arte de ahora “es un engaño”
Existe otro gran cliché de calle con respecto al mundo del arte moderno. Si echamos un vistazo a un cuadro de Velázquez y lo comparamos con una de las obras de los alemanes Elmgreen & Dragset en ARCO (un pupitre de madera con un buitre blanco que venden por 75.000 euros) es fácil que surja una pregunta. ¿No está más trabajado – y por tanto es más meritorio - el inmenso óleo de las meninas que una simple mesa con pájaro?
“Cuando vemos arte antiguo pensamos que existe más saber hacer, que en definitiva hay más esfuerzo. Pero no es así” asegura Merino. “Una pintura realista del rey, como las que hacía Velázquez, hoy es una pintura más, no aporta nada que no se haya hecho. El arte no se dedica a decirte quién es el rey, eso ahora es trabajo de los mass media. Ahora va más allá. Es una filosofía de objetos, produce pensamiento, y es tremendamente complejo. Claro que hay trabajo” nos explica.
¿Por qué entonces es tan difícil de ver? Es, asegura, porque hay mucho prejuicio con el mundo del arte, “constantemente infravalorado”. “El mundo del arte no es naif, ni sencillo, ni hermético, ni está hecho para separar entre el culto y el inculto. Simplemente, hay muchos artistas y hay realidades que son más difíciles de expresar que otras” cuenta. “No es lo mismo recibir una clase de Heidegger, que puede ser entendible, que leer directamente a Heidegger, que es mucho más difícil. Que no se entienda con facilidad no significa que ahí no pase nada” asegura.
¿Y cómo se descubre el arte con el que conectamos, que sí llegamos a comprender? “Hay que moverse” aconseja Merino. “Hay que probar visitando muchas galerías, descubriendo, leyendo”
Además una obra de arte tiene muchas lecturas: “la tuya no tiene porqué ser errónea, simplemente es la tuya” dice. “Con el arte hay dos lecturas: lo que te sugiere y la intención del artista. Hay obras en las que la intención del artista determina, hay otras en las que el artista da espacio para pensar” explica.
Pero no todo es exprimirse el cerebro. También hay que prepararse, básicamente leyendo. ¿Pero por dónde empezar? “Hay libros que te ayudan a comprender el porqué del arte contemporáneo, como la obra de Anna María Guasch, o revistas de arte online, como Barahunda.net, donde tienes gran cantidad de escritos sobre el tema” nos dice.
Y si sigues sin comprender el arte, no desesperes. Hay artistas y artistas y algunos tienen un lenguaje más “accesible”. “Ignacio García utiliza un lenguaje menos cerrado que el arte conceptual y es muy interesante. También es interesante la exposición Julia Spínola en el Centro de Arte Dos de Mayo”. También recomienda algunas exposiciones en Madrid, como los trabajos audiovisuales de la Casa Encendida.
En definitiva, hay que salir de casa y descubrir. “Si quieres conocer el arte hay que moverse”, acaba el artista. “En Madrid pasan cosas todos los días, se presentan cosas nuevas, abren exposiciones. Hay que moverse.” asegura. “Si no te mueves no descubrirás el arte que te gusta” sentencia.
“¿Cómo es posible?” se pregunta cualquiera. “El arte es infinito”, nos explica Albert Merino, uno de los artistas de ARCO y becado de Casa Velázquez, un oasis francés en mitad de Moncloa para jóvenes artistas.
Nuestra pregunta es sencilla. ¿Por qué hay tanto desapego entre la gente de la calle y el arte contemporáneo? Albert nos responde. “Hay mucha gente que te dice que no le gusta el arte. Sin embargo nadie te dice que no le gusta la música. Pero hay mil tipos de música, como hay mil tipos de arte. Y hay arte que es más difícil de explicar que otro” comenta.
Según Merino, el problema es de base: falta educación. Por eso nos avisa, no existe una fórmula mágica para comprender el arte en diez minutos. Aunque sí que hay ciertas cosas básicas que hay que aprender.
Para empezar nos dice que hay que dejar de lado todos los prejuicios. “Es esencial quitarse los complejos. No cometer el fallo de pensar que lo que hay enfrente lo puede hacer tu hermano pequeño. Hay que preguntarse qué está pasando ahí. Una apariencia sencilla puede esconder mucha complejidad” explica.
En segundo lugar, si se quiere entender ese endemoniado punto blanco sobre fondo negro hace falta algo más que mirar, hay que “ser curioso”. “Hay que tener intención por conocer, exprimirse la cabeza para intentar saber qué te están comunicando” nos dice.
Un cuadro de dos colores, mucho más de lo que parece
Para el artista hay muchas cosas a tener en cuenta en una obra de arte, ya que el arte es un lenguaje, pero de elementos infinitos, no como el idioma, que sólo utiliza palabras.
Merino nos pone en contexto sobre esto. “Imagina una gran sala con un gran cuadro de dos colores. Mucha gente pasaría de largo; otra se pararía a pensar qué le evoca eso. Entonces descubres la relación entre los colores, lo que te sugiere, la relación con el espacio, el entorno. Hay quien puede pensar que lo haría cualquiera. Pero hay quien sabe que existe un discurso, una sensación. No hace falta pintar La rendición de Breda. No hacen falta palabras, ni verbo, ni predicado, ni saber quién es el asesino al final de la peli” nos explica.
Y por supuesto, no tiene que gustar siempre. “Hay cosas que gustan más y cosas que gustan menos. Como en la música. Si una obra no te gusta no significa que no sea arte” aclara.
Otro mito: el arte de ahora “es un engaño”
Existe otro gran cliché de calle con respecto al mundo del arte moderno. Si echamos un vistazo a un cuadro de Velázquez y lo comparamos con una de las obras de los alemanes Elmgreen & Dragset en ARCO (un pupitre de madera con un buitre blanco que venden por 75.000 euros) es fácil que surja una pregunta. ¿No está más trabajado – y por tanto es más meritorio - el inmenso óleo de las meninas que una simple mesa con pájaro?
“Cuando vemos arte antiguo pensamos que existe más saber hacer, que en definitiva hay más esfuerzo. Pero no es así” asegura Merino. “Una pintura realista del rey, como las que hacía Velázquez, hoy es una pintura más, no aporta nada que no se haya hecho. El arte no se dedica a decirte quién es el rey, eso ahora es trabajo de los mass media. Ahora va más allá. Es una filosofía de objetos, produce pensamiento, y es tremendamente complejo. Claro que hay trabajo” nos explica.
¿Por qué entonces es tan difícil de ver? Es, asegura, porque hay mucho prejuicio con el mundo del arte, “constantemente infravalorado”. “El mundo del arte no es naif, ni sencillo, ni hermético, ni está hecho para separar entre el culto y el inculto. Simplemente, hay muchos artistas y hay realidades que son más difíciles de expresar que otras” cuenta. “No es lo mismo recibir una clase de Heidegger, que puede ser entendible, que leer directamente a Heidegger, que es mucho más difícil. Que no se entienda con facilidad no significa que ahí no pase nada” asegura.
¿Y cómo se descubre el arte con el que conectamos, que sí llegamos a comprender? “Hay que moverse” aconseja Merino. “Hay que probar visitando muchas galerías, descubriendo, leyendo”
Además una obra de arte tiene muchas lecturas: “la tuya no tiene porqué ser errónea, simplemente es la tuya” dice. “Con el arte hay dos lecturas: lo que te sugiere y la intención del artista. Hay obras en las que la intención del artista determina, hay otras en las que el artista da espacio para pensar” explica.
Pero no todo es exprimirse el cerebro. También hay que prepararse, básicamente leyendo. ¿Pero por dónde empezar? “Hay libros que te ayudan a comprender el porqué del arte contemporáneo, como la obra de Anna María Guasch, o revistas de arte online, como Barahunda.net, donde tienes gran cantidad de escritos sobre el tema” nos dice.
Y si sigues sin comprender el arte, no desesperes. Hay artistas y artistas y algunos tienen un lenguaje más “accesible”. “Ignacio García utiliza un lenguaje menos cerrado que el arte conceptual y es muy interesante. También es interesante la exposición Julia Spínola en el Centro de Arte Dos de Mayo”. También recomienda algunas exposiciones en Madrid, como los trabajos audiovisuales de la Casa Encendida.
En definitiva, hay que salir de casa y descubrir. “Si quieres conocer el arte hay que moverse”, acaba el artista. “En Madrid pasan cosas todos los días, se presentan cosas nuevas, abren exposiciones. Hay que moverse.” asegura. “Si no te mueves no descubrirás el arte que te gusta” sentencia.
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