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lunes, 19 de abril de 2021

Relativismo artístico

 


MANUEL SÁNCHEZ LEDESMA

Hace unos días una pintura del siglo XVII, "La coronación de espinas", fue retirada de una subasta. Atribuida a un pintor del taller de José de Ribera, este eccehomo debería haber salido a la venta en 1.500 euros. Sin embargo, la sospecha de una experta italiana en arte de que podía tratarse de un original del maestro del barroco Caravaggio lo apartó de la puja. La razón es bien sencilla: si es un Caravaggio original, su precio podría llegar a los 100 millones de euros. Curiosa disyuntiva esta en que el "mérito artístico" de este lienzo en que Pilatos presenta al pueblo a un Jesús de lastimoso aspecto, no depende de su acertada composición o del dramatismo que le da a escena la forma de iluminarla o de la paleta de colores usada por el artista. En último término, su valor se subordina a si fue pintado por Caravaggio (del que por cierto el único cuadro con firma es "La decapitación de San Juan Bautista" en la que el pendenciero pintor italiano aprovechó la sangre que derrama la garganta de Juan para colocar su rúbrica) o por un aventajado aprendiz de uno de sus discípulos. Si tal cosa se produce con el arte figurativo donde la técnica y su aproximación a la realidad es lo que da valor a una pintura, el fenómeno se magnifica hasta extremos insospechados con el arte abstracto donde, de entrada, el espectador queda fuera de juego al romper el artista con todas las normas en cuanto a técnica, temática, estilo y objetivos. "Made you look" -una historia real sobre arte falsificado- es un documental que muestra como la galería de arte Knoedler, una de las más prestigiosas de Nueva York, fue objeto de un timo con cuadros en teoría pertenecientes a los genios norteamericanos del expresionismo abstracto de los 50: Rothko, Motherwell o Pollock. Durante veinte años la supuesta manager de un coleccionista anónimo fue vendiendo a la galería obras no catalogadas de estos cotizadísimos pintores. Autentificadas por los más prestigiosos expertos y avaladas por los personajes más relevantes del mundo del arte (el propio hijo de Rothko lloró ante una de estas obras atribuida a su padre), las falsificaciones fueron a parar a las manos de los más selectos coleccionistas, prestigiaron a la galería y, sobre todo, enriquecieron a los timadores, a saber, la manager, su novio (un español de Lugo que -genio y figura- después de la entrevista intentó venderle al director la armónica de Bob Dylan) y un chino del barrio de Queens que durante años imitó a la perfección el estilo de los maestros americanos pintando sobre lienzos envejecidos con té verde y polvo de aspiradora. La estafa se destapó cuando un comprador solicitó un examen forense del cuadro y se descubrió que los pigmentos acrílicos usados eran posteriores a la muerte de su supuesto autor. El documental termina con una inquietante reflexión: ¿Cuántas obras falsas colgarán de las paredes de los grandes museos?

Fuente

https://www.europasur.es


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