BEA ESPEJO | 08/02/2013 |
David Shrigley: Dripping Tap, 2009, Colección TransArt&Co de La Naval. Foto: Anders Sune Berg. Cortesía Galería Nicolai WallnerUn presente precario, lleno de obstáculos, y un futuro incierto, lleno de retos. Así es la actual situación del coleccionismo en España. A esa conclusión llegó el debate sobre éste celebrado el pasado octubre en el marco de ForoSur, en Cáceres. A primera vista, el vaso parece medio vacío. La necesidad de fomentar la compra crece tanto como la demanda de coleccionistas por vender sus obras, que se ven ya por ferias y subastas. Se compra menos, y nada ayuda: ni el IVA, ni la falta de Ley de Mecenazgo, ni la actitud del gobierno, ni el pesimismo general. Gota china que hace agujero.
“El coleccionismo en España está en un momento de paréntesis”, explica Natalia Yera, de la Colección De Pictura. Es la más importante dedicada a pintura española, de 1950 hasta hoy, y nació en el año 2000 de la voluntad del empresario Mariano Yera y el psiquiatra Javier Lacruz. Este año recibe el premio ARCO al coleccionismo privado. “Ha habido un exceso de museos y la burbuja también ha estallado en las compras de arte. El momento es malo y, a final, es el artista quien lo paga, por lo que ahora más que nunca hay que apoyar a las ferias, a las galerías y a los artistas, y seguir comprando. Además, los coleccionistas deberíamos unirnos para ver de qué modo podemos actuar juntos, aunque el pulmón privado no es el mismo que el público”, dice.
Ese mismo espíritu colaborativo, el de compartir ideas, llevó a los coleccionistas Bilge & Haro Cumbusyan, a abrir en 2011 un espacio en Estambul llamado Collectorspace, con sede social también en Nueva York. Un proyecto que este año ARCO ha premiado como la mejor iniciativa al coleccionismo. Collectorspace es un pequeño local, una antigua sala de estar, que se divide en un espacio expositivo y una biblioteca pública con numerosos libros sobre coleccionismo y revistas de arte. Las presentaciones constan de tres partes: la exposición de una única pieza de importantes colecciones privadas; una entrevista en vídeo con el coleccionista, y una publicación que abre la colección a una revisión crítica. “Nuestra intención es poder estudiar el coleccionismo, evaluar críticamente los diferentes enfoques, y difundir el aprendizaje entre el público más amplio. La experiencia nos dice que un mecanismo de feedback conduce a una práctica mejor”, explica Haro Cumbusyan.
Para disfrute generalTambién en España hay propuestas que van más allá del coleccionismo. Surgen a cuentagotas, aunque cada una de ellas ayudan a ver el vaso medio lleno. La Fundación RAC, en Pontevedra, es un ejemplo. Acaba de cumplir cinco años y de celebrarlo con la exposición Monocromo, en su espacio y con obras de la colección. En 2009 recibía el premio de ARCO y la reciente inclusión en la BMW Art Guide by Independent Collectors ha sido la guinda, el reconocimiento internacional. Tras la Fundación está el arquitecto Carlos Rosón y su mujer, que empezaron a coleccionar en 1993. “La idea surgió por un doble motivo. Nos apetecía colaborar con los artistas, ayudarles en la producción de sus obras y aprender de ellos, y pensamos que lo ideal era un proyecto de residencias de artistas donde, el tiempo que trabajaran en Galicia realizasen un proyecto específico para la Fundación basado en la experiencia del lugar. Esa idea es muy importante para nosotros, ya que somos lo que somos en función de nuestra geografía, paisaje y cultura. El segundo objetivo era hacer visible nuestra colección. Entendemos que el disfrute del arte no es un derecho exclusivo de quien lo posee, sino que debe ser puesto a disposición de la colectividad”.
Exposición en el espacio de la Fundación RAC, PontevedraEl balance ha sido más que positivo. Han hecho publicaciones y exposiciones, colaboraciones con la facultad de Bellas Artes, que este año repiten, y han acogido en residencia a artistas como Jonathan Hernández, Luisa Lambri, Caio Reisewitz, Tania Bruguera e Ignasi Aballí. La próxima será la mexicana Sofía Taboas, que presentará su proyecto a finales de año. En 2012, además, las residencias se extendieron a comisarios. Dan Cameron es el primero y trabaja en una exposición y un catálogo de la colección. Será, además, el comisario de la próxima residencia de artistas. La idea futura es ganar visibilidad. “En épocas como ésta, en que lo público cada vez tiene menos recursos, los coleccionistas privados tenemos la obligación de ser generosos y apoyar a las instituciones públicas. Aunque creo que es de la institución pública el compromiso con el arte español y su proyección internacional, y no tanto del coleccionista privado. Otra cosa es comprar en galerías españolas, a las que debemos apoyar, y que muchas veces son las que difunden a nuestros artistas fuera”, añade.
Su apuesta por la unión le ha llevado a formar parte de la junta directiva de Asociación de Coleccionistas de Arte Contemporáneo en España, 9915. “Desde fuera, es cierto que coleccionar puede parecer algo complicado, pero con unas ideas y pasión se puede iniciar una colección. ARCO es un buen momento para ello”, dice. La feria madrileña, por otro lado, sigue buscando nuevas fórmulas para incentivar la compra. Tras lanzar el año pasado la asesoría de First Collector, ahora animan al coleccionista con la plataformaARCO collect online, accesible hasta el 24 de febrero, donde adquirir obras por un valor de hasta 5.000 euros. Aunque no todo es virtual. En el Pabellón 10 habrá algunas obras seleccionadas por Tania Pardo.
También ARCO, hace muchos años, fue una revelación para Fernando Centenera, que empezó comprando una obra de Lucio Muñoz y ha llegado a las 300 piezas. Su manera de entender el coleccionismo también le ha llevado a indagar otras opciones. El pasado miércoles, de hecho, se inauguró en la Sala de la Lonja del Centro Cultural Casa del Reloj de Madrid, la exposiciónMe, Myself and I, que reúne a 40 artistas seleccionados en la IV Certamen de Dibujo de la Fundación Centenera, que ha ganado Juan Carlos Bracho.
Juan Carlos Bracho: La boule de neige. Historia de una fracaso, 2012
Producciones y residenciasEl premio nació de una reunión entre amigos, algunos también coleccionistas, “de hablar de lo que habría que hacer y pasar a hacerlo”, dice. Es uno de los pocos premios dedicados al dibujo en España que, tras celebrarse en Alovera, Guadalajara, este año se ha mudado a la capital. Su opinión es contundente con las dinámicas del mercado: “El comercio del arte debe cambiar, ser mucho más ágil y profesional. Hay mucho por hacer, aunque el espacio vacío que ha dejado la compra pública no lo puede cubrir sólo el coleccionista privado. Las grandes industrias españolas, tanto de distribución de alimentos o farmacéuticas, como en mi caso, tienen que implicarse más. En España no sólo existe el deporte, hay muchas otras cosas que promocionar. Cada iniciativa, por pequeña que sea, cuenta”, explica.
Las ideas de Centenera no se acaban ahí, y otras iniciativas le rondan por la cabeza: apoyar la producción a partir de un concurso de proyectos; residencias y talleres o unas jornadas en las que debatir el devenir de esta práctica. Para ello, apuesta por la financiación conjunta, e incluso por el micro mecenazgo. De hecho, así está financiando el actual proyecto de Bracho, hacer la bola de nieve más grande del mundo. “Ayudarnos unos a otros es mucho mejor que hacer la guerra en solitario”, añade.
Otros premios hay en nuestro país que vienen de la buena relación entre lo público y lo privado. Junto a la Universidad de Córdoba, el Premio Internacional de Fotografía Pilar Citoler va ya por su VII edición. Su mentora, Pilar Citoler, es una de las coleccionistas veteranas en nuestro país, presidenta de honor del Patronato del Museo Reina Sofía y de la citada asociación de coleccionistas. Hablando de ella, dice que las barreras de cierto individualismo en el coleccionismo, cada vez más se van rompiendo. “Hay un sentimiento de unión, de aportar algo más a la sociedad. Para el coleccionista la idea del mecenazgo tiene todo el sentido: el de la generosidad, el de que una colección cumpla una función social. Aunque hay una política que no está bien dirigida, que se pierde en la grandilocuencia. Está más interesada en llamar la atención que en ir a lo primordial: a la creación, a la educación. No tiene sentido hacer una casa si luego no puedes habitarla, y lo mismo ha pasado con los museos: se han hecho grandes espacios y ahora no hay contenido. Esos museos o cierran, o las autonomías van a tener que acudir a nosotros”, dice.
Su deseo es que su Colección CIRCA XX esté en un museo o centro de arte, pese a que los intentos que hasta ahora la han llevado a una negociación en Córdoba están parados. Pensando en los inicios recuerda lo mucho que ha crecido el coleccionismo en España en los últimos 40 años: “Madrid entonces era desolador y la evolución en el arte contemporáneo ha sido tremenda. También ha cambiado la manera de coleccionar. Hoy es una moda poco específica, aunque todavía es algo minoritario. La crisis económica no nos lleva a una situación de optimismo a ultranza, pero el coleccionismo debe seguir adelante”, dice.
En Barcelona, el holandés Han Nefkens, premio ARCO en 2012 al coleccionismo internacional, no deja de tejer redes y complicidades. De hecho, multiplica por momentos sus proyectos con sus dos fundaciones. Con ArtAids, inaugura el próximo 27 de febrero un proyecto de Lawrence Weiner en el Mercado de Santa Catalina. Y con la Fundación H+F, tiene una beca literaria y varios premios junto a diversas instituciones públicas: uno con el MACBA, que lo acaba de ganar la artista Iman Issa, y otro junto al BACC de Bangkok, que disfruta ya Zhou Tao. El futuro pasará por expandir el premio a Latinoamérica, y poner en marcha residencias con artistas en Fabra i Coats. La indefinición y los retrasos constantes de la Ley de Mecenazgo le tiene decepcionado. “Esa actitud no invita a la colaboración. Necesitamos un gobierno que nos guíe, que tome las riendas al respecto. Lo que queremos es estimular que la gente se involucre a nivel privado con el arte. Ése es el gran cambio que debe haber. Hay que crear vínculos, una estructura de trabajo común. En Estados Unidos, por ejemplo, hay poco dinero público, y en Europa, poco privado. Se trata de construir un terreno nuevo, mezcla de ambos, el que sea mejor para un contexto como el nuestro”, argumenta.
Habitación con vistasMuchas son las opciones posibles para difundir y promover el arte desde el coleccionismo. Aparece, por ejemplo, en formato videoarte en uno de los canales de televisión del Hotel Ámister, propiedad de Sisita Soldevila, que tiene una de las colecciones de vídeo más importantes en España. Además, patrocina un premio y un festival, VideoAK. O en el proyecto impulsado hace seis años por Josep Inglada y Roser Figueras, o lo que es lo mismo, Cal Cego, un máster online en colaboración con la IL3-Universidad de Barcelona. “Teníamos claro que no nos interesaba crear una colección y abrir un espacio para exponerla. A nosotros ese modelo no nos funciona. Coleccionar es una forma de crear y transmitir conocimiento. La idea del máster surgió de la voluntad de dar a conocer las obras, porque constatamos que no existían unos estudios de arte contemporáneo, al margen de los de comisariado, que mostraran la complejidad de la producción del arte actual. También nos parecía importante prestar atención a áreas como el mercado o el mecenazgo”, explica Roser Figueras.
La apuesta educativa ha dado sus frutos. Se ha creado una comunidad de alumnos y exalumnos muy activa, a los que Cal Cego ha facilitado una web propia donde seguir el debate. Están estudiando, incluso, la posibilidad de que los alumnos puedan llevar a cabo proyectos reales en relación de piezas de la colección. “Hemos apostado por coleccionar un tipo de trabajos de orden conceptual que se puede formalizar de muchas maneras. Sería importante que analizar cómo han cambiado los procesos de distribución y comercialización. De hecho, hay propuestas artísticas que entran en contradicción con un sistema que todavía enfatiza las importancia de las copias únicas o las ediciones limitadas”, añade.
Espacio de La Naval, CartagenaLos retos que tiene el coleccionismo son muchos. Casi un pozo sin fondo.Apoyar fiscalmente la adquisición y donación de arte y reducir el IVA es el goteo de quejas más urgentes. Aunque también importante es abrir este círculo cerrado, conocerse, crear vínculos activos de participación entre coleccionistas, comisarios, artistas, críticos, galeristas y museos; apostar por la educación desde la infancia; ganar en profesionalidad en todo el sector; acercar el coleccionismo a las nuevas generaciones... Para eso todo ayuda: las nuevas secciones de ARCO, las otras ferias paralelas, las actividades que generan, aperturas simultáneas de estudios y galerías...
En Cartagena, uno de los proyectos más dinamizadores también con un coleccionista al frente, el arquitecto Martín Lejarraga, es La Naval. Por una parte, es un pequeño escaparate que actúa de espacio expositivo y que dirige junto a los artistas Gonzalo Sicre y Ángel Mateo Charris, con quien comparte ahora exposición en el CAB de Burgos: Piel de Asno. “Todo ha crecido a base de impulsos emotivos. Con el tiempo La Naval se ha convertido en una especie de faro que, con poca luz alumbra mucho. La gente lo reconoce y lo hace suyo”. El próximo artista en ocuparlo será Bernard Plossu, el próximo 16 de febrero. Además, La Naval edita publicaciones, como el último flipbook de Fernando Renes, Enjoy it, y una revista: un DIN A4 doblado, que ha ido mutando en muchas cosas. La última es uno de los estrujados de Javier Arce.
También para Lejarraga, trabajar con el contexto local, el murciano, es importante: “Hay que contribuir con la periferia. Si quieres que las cosas tengan una repercusión real es importante que las hagas a una escala que domines y que el acceso sea directo. Lo pienso como arquitecto y como coleccionista. Lo importante es fomentar los amantes del arte, para que el coleccionismo venga después. Hay que reivindicarlo y seguir comprando”, añade. Su colección, TransArt&Co de La Naval, cuenta ya con unas 400 obras y se articula en torno a la generación de artistas que empezaron en los 90.
Al margen de lo públicoEl título de una de las exposiciones que inauguran hoy en Madrid, en OTR Espacio de arte, idea de los coleccionistas José Antonio Trujillo y Elsa López, lanza un mensaje a modo de conclusión: Tomar medidas. Como en las colectivas programadas por este espacio, pone en diálogo algunas obras de la Colección López-Trujillo junto a otras, muchas de ellas de artistas jóvenes. El comisariado lo firma el artista Marlon de Azambuja, gestor también de este espacio. Explica Trujillo que buscando un almacén se toparon con la desaparecida galería Vostell, que ampliaron, transformándola en un lugar de encuentro. Funciona sin un modelo fijo, ni dinero público, promoviendo el comisariado y proyectos específicos. “La sociedad civil debe acostumbrarse a pasar a la acción. Se puede hacer mucho al margen de lo público, algo que se echa mucho de menos en España.
http://www.elcultural.es/
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