El arte callejero de Banksy ha llegado por primera vez a Moscú con una gran exposición de más de cien obras del enigmático grafitero británico cuya identidad sigue oculta a pesar de su fama mundial.
Reproducciones de los célebres grafitis que estampa clandestinamente en muchas ciudades del mundo, además de trabajos originales únicos, objetos en tres dimensiones, fotografías y dibujos integran la muestra “Banksy: ¿genio o vándalo?”, inaugurada este fin de semana.
Un amplio espacio de más de 2.000 metros cuadrados acoge en la Casa Central del Artista trabajos procedentes de la galería Lilley Fine Art, considerada la número 1 en este artista misterioso, de algunos museos de arte contemporáneo y de coleccionistas privados de todo el mundo.
Como es habitual -y no podría ser de otra forma- en las exposiciones que ha hecho Banksy en el mundo, el artista no asistió a la inauguración en Moscú ni tampoco tuvo lugar una ceremonia de presentación a pesar de la gran envergadura de la muestra, que se podrá visitar hasta el 2 de septiembre.
“Banksy es uno de los artistas contemporáneos más brillantes y significativos. Su arte es un desafío al sistema actual, un posicionamiento, una marca extremadamente bien construida, es misticismo, es la violación de la ley”, aseguró Alexander Nachkebiya, director general de IQ ART Management, organizador de la exposición, según un comunicado.
Los organizadores dejan que cada visitante decida por sí mismo quién es Banksy: un vándalo o un genio, un artista o un hábil empresario, un provocador o un rebelde.
Y ello partiendo de que la temática del cien por cien de las obras presentadas responden a cuestiones políticas, sociales o existenciales y cuestionan los convencionalismos y la corrección política con un tono satírico y subversivo.
Muchos trabajos son denuncias de la guerra, las injusticias, la pobreza, el trabajo esclavo o la hipocresía de la sociedad capitalista, a veces con ayuda de un humor con frecuencia bastante negro y hasta macabro.
En la Casa Central del Artista pueden verse trabajos de la primera exposición de Banksy, en 2002 en Los Ángeles, titulada “Existencilism”.
También de otras iniciativas provocadoras que tratan de despertar conciencias como “The Walled Off Hotel” (El hotel enclaustrado), que Banksy montó el pasado año en la ciudad palestina de Belén con vistas al deprimente y disgregador muro de hormigón israelí que rodea la localidad.
Otra sección de la muestra son las rompedoras fotografías del proyecto “Dismaland”, el parque de atracciones abierto por Banksy en 2015 en el complejo Weston-super-mare en Somerset (Reino Unido), que el artista describió como “un parque temático inadecuado para los niños” y estuvo funcionando cinco semanas.
La política del Reino Unido, de donde procede presuntamente este artista sin rostro, también está presente en numerosas obras, como un gran grafiti que representa el brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea), o irreverentes retratos de la reina de Inglaterra.
Otras obras expuestas en Moscú son “Mona Lisa”, “Steve Jobs” (un graffiti donde el fundador de Apple está caracterizado como un refugiado), “Monkey Parlament” (El Parlamento de monos), “Flying copper” (Policía volador) o “Have a nice day” (Tenga un buen día, representado por un tanque y decenas de antidisturbios) entre muchísimas otras.
Desde que comenzó a dejar sus grafitis por paredes urbanas en los años 90 del pasado siglo, la fama de Banksy no ha hecho sino crecer, amparada en el misterio y en las teorías sobre su identidad, incluida la que opina que no es un artista individual sino todo un colectivo.
Apenas una quincena de personas saben quién es el rompedor y prolífico creador, como reveló en una entrevista el que fuera su manager durante unos años, Steve Lazarides, una situación que no parece que vaya a cambiar, a tenor del éxito artístico y comercial de este genio o vándalo.
Reproducciones de los célebres grafitis que estampa clandestinamente en muchas ciudades del mundo, además de trabajos originales únicos, objetos en tres dimensiones, fotografías y dibujos integran la muestra “Banksy: ¿genio o vándalo?”, inaugurada este fin de semana.
Un amplio espacio de más de 2.000 metros cuadrados acoge en la Casa Central del Artista trabajos procedentes de la galería Lilley Fine Art, considerada la número 1 en este artista misterioso, de algunos museos de arte contemporáneo y de coleccionistas privados de todo el mundo.
Como es habitual -y no podría ser de otra forma- en las exposiciones que ha hecho Banksy en el mundo, el artista no asistió a la inauguración en Moscú ni tampoco tuvo lugar una ceremonia de presentación a pesar de la gran envergadura de la muestra, que se podrá visitar hasta el 2 de septiembre.
“Banksy es uno de los artistas contemporáneos más brillantes y significativos. Su arte es un desafío al sistema actual, un posicionamiento, una marca extremadamente bien construida, es misticismo, es la violación de la ley”, aseguró Alexander Nachkebiya, director general de IQ ART Management, organizador de la exposición, según un comunicado.
Los organizadores dejan que cada visitante decida por sí mismo quién es Banksy: un vándalo o un genio, un artista o un hábil empresario, un provocador o un rebelde.
Y ello partiendo de que la temática del cien por cien de las obras presentadas responden a cuestiones políticas, sociales o existenciales y cuestionan los convencionalismos y la corrección política con un tono satírico y subversivo.
Muchos trabajos son denuncias de la guerra, las injusticias, la pobreza, el trabajo esclavo o la hipocresía de la sociedad capitalista, a veces con ayuda de un humor con frecuencia bastante negro y hasta macabro.
En la Casa Central del Artista pueden verse trabajos de la primera exposición de Banksy, en 2002 en Los Ángeles, titulada “Existencilism”.
También de otras iniciativas provocadoras que tratan de despertar conciencias como “The Walled Off Hotel” (El hotel enclaustrado), que Banksy montó el pasado año en la ciudad palestina de Belén con vistas al deprimente y disgregador muro de hormigón israelí que rodea la localidad.
Otra sección de la muestra son las rompedoras fotografías del proyecto “Dismaland”, el parque de atracciones abierto por Banksy en 2015 en el complejo Weston-super-mare en Somerset (Reino Unido), que el artista describió como “un parque temático inadecuado para los niños” y estuvo funcionando cinco semanas.
La política del Reino Unido, de donde procede presuntamente este artista sin rostro, también está presente en numerosas obras, como un gran grafiti que representa el brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea), o irreverentes retratos de la reina de Inglaterra.
Otras obras expuestas en Moscú son “Mona Lisa”, “Steve Jobs” (un graffiti donde el fundador de Apple está caracterizado como un refugiado), “Monkey Parlament” (El Parlamento de monos), “Flying copper” (Policía volador) o “Have a nice day” (Tenga un buen día, representado por un tanque y decenas de antidisturbios) entre muchísimas otras.
Desde que comenzó a dejar sus grafitis por paredes urbanas en los años 90 del pasado siglo, la fama de Banksy no ha hecho sino crecer, amparada en el misterio y en las teorías sobre su identidad, incluida la que opina que no es un artista individual sino todo un colectivo.
Apenas una quincena de personas saben quién es el rompedor y prolífico creador, como reveló en una entrevista el que fuera su manager durante unos años, Steve Lazarides, una situación que no parece que vaya a cambiar, a tenor del éxito artístico y comercial de este genio o vándalo.
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