El Museo Picasso de Málaga reúne un centenar de sus últimos trabajos
Lo transitorio y móvil, lo mutante, siempre ha estado presente en la obra de Miquel Barceló, quedando esta sujeta a una constante metamorfosis, y ese título, tomado del relato de Kafka, es el que adopta su actual muestra en el Museo Picasso de Málaga. Hasta septiembre podemos contemplar allí un repaso a un centenar de piezas realizadas por el mallorquín desde hace seis años, en su mayoría acuarelas y cerámicas pero también pinturas, cuadernos de viaje, una escultura de pequeño formato y una instalación formada por siete grandes bronces que ocupa el patio central.
El hilo conductor de esta exhibición, comisariada por Enrique Juncosa, es justamente el paso del tiempo y sus efectos sobre los materiales, pero también sobre la propia trayectoria, en cierta medida nómada, del artista: no cree Barceló que ni su propia producción ni el mismo arte evolucionen sumidos en un progreso sin fin, sino en un proceso de cíclica reinvención en el que, más que avances, entre las obras nacen lazos. Las más recientes de las suyas conectan, además, con sus vivencias y lecturas personales y con sus intereses sociológicos y ecológicos.
Algo tienen en común estas piezas, en ese sentido, con Picasso: como el malagueño, Barceló considera que sus cerámicas, dibujos o pinturas no constituyen compartimentos estancos sino partes experimentales y variaciones de un todo; ha declarado que cada obra es un ensayo para otra, que no existirá probablemente jamás, y eso creo que es tan válido para mi pintura como para mi cerámica o para cualquier cosa que salga de mi mano.
En Picasso ha encontrado, el autor de la Cúpula de la Sala de los Derechos Humanos de la ONU, una fuente de influencias genéricas y diversas, no solo en el terreno estrictamente creativo: también en su manera de relacionarse con la vida, una forma de estar en el mundo. Los caminos de ambos tienen, además, otros puntos en común: la búsqueda constante como motor de trabajo, la exploración de nuevos soportes, la interrelación entre periodos y técnicas, la riqueza en el uso del color, la mirada continua a la tradición artística, la memoria de la mitología, las evocaciones de la tauromaquia y un cosmopolitismo que no reniega de sus raíces mediterráneas ni de sus conexiones con lo primitivo, para él una forma de modernidad.
El centro de la exhibición lo constituyen una treintena de cerámicas, toscas y paradójicamente sofisticadas: presentan formas fragmentadas, heridas, y también elementos figurativos que remiten a sus habituales plantas y seres acuáticos, aunque en ocasiones también contienen rasgos antropomórficos. Barceló las elaboró en arcilla en su taller de Vilafranca de Bonany (Mallorca), como sus Tótems, otra serie de cerámicas de gran formato compuestas a partir de la superposición de bloques: convoca en ellas la arquitectura clásica y los cultos míticos.
Entre las recientes pinturas de gran formato de Barceló que han llegado a Málaga encontraremos, asimismo, paisajes nocturnos, azules y negros y cielos tormentosos que sugieren luz y dinamismo; también un autorretrato aparentemente carbonizado que elaboró arañando una superficie negra y telas con relieves de animales que prueban cómo, para el autor balear, el arte rupestre es tan significativo como cualquier otra etapa de la historia del arte.
Respecto a los siete bronces de gran formato que se han instalado en el patio renacentista del Museo, estos representan cerillas usadas y consumidas por el fuego, retorcidas; el mismo espacio había albergado ya trabajos de Louise Bourgeois, Bruce Nauman, Alexander Calder o James Turrell en exhibiciones anteriores.
Y en “Metamorfosis” tampoco podían faltar libros ilustrados, pues Barceló, además de ser ávido lector interesado en la literatura universal, ha dejado su huella en los volúmenes del Fausto y la Divina Comedia que editó Galaxia Gutenberg y en la propia Metamorfosis de Kafka a cargo de Gallimard. Una quincena de aguadas dedicadas a la transformación del humano en insecto se exhiben en el Picasso junto a otras dos series realizadas en Tailandia e India que destacan por sus tonalidades vibrantes y por conducirnos a un universo, para muchos por descubrir, de mitos y leyendas. Veremos, además, seis cuadernos de viajes fruto de los suyos por Asia.
Miquel Barceló. “Metamorfosis”
c/ San Agustín, 8
Málaga
Del 27 de enero al 26 de septiembre de 2021
Fuente
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