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jueves, 17 de abril de 2014

Arnold Böcklin: Vibrante y dulce serenidad.

Autorretrato con la muerte tocando el violín, 1874
Arnold Böcklin, pintor suizo (Basilea, 16 de Octubre de 1827- Fiesole, Florencia, 16 de Enero de 1901). Formado inicialmente en dibujo en la ciudad de Basilea, con posterioridad, prosigue sus estudios en la Academia alemana Kunstakademie de Düsseldorf, donde entra en contacto con artistas de la talla de:Carl Friedrich Lessing Anselm Feuerbach. Tan sólo un año después decide trasladarse a París, aunque a comienzos de los cincuenta se asienta en Roma para instalarse durante cinco años continuados en tierras italianas, un periodo fundamental para impregnar a su pintura la luz y halo romanos que tanto le sirvieron. De hecho, el descubrimiento de la cultura clásica de primera mano ocasionó que se iniciase en la reproducción de escenarios intercalados con la mitología. Terminada su estancia en Roma, retorna a Basilea donde imparte clases en la Academia de Weimar. Ocupación que abandona para viajar de nuevo por Roma, Pompeya, Munich, Florencia y regresar otra vez a Basilea. Finalmente, seis años antes de morir  fija su residencia definitiva en Florencia, concretamente en la Villa Bellagio, en San Domenico, donde ha de fallecer.  
A lo largo de los años ochenta, comienza un relevante interés por su obra del rey Ludwig I, hecho capital para asegurarse un prestigio y éxito sólidos. Asimismo, el conde Von Schack, espléndido coleccionista le concede un gran número de encargos. Además a partir de la década de 1880, sus creaciones fueron adquiridas con gran notoriedad en los círculos de Berlín o Dresde. No obstante, es necesario apuntar que en vida no gozo de la comprensión y tratamiento (sobre todo en Francia) que su obra mereció. 

Hombre muy temperamental, alejado de los sentimientos decadentes o descorazonados del simbolismo puro. Sus trabajos alegóricos, románticos y  fantásticos plagados de referencias y figuras mitológicas pronto se convirtieron en un caballo de batalla inaudito y vehemente preludio ineludible de surrealismos futuros. Faunos, centauros, sirenas o ninfas subrayan una primera etapa creativa, definida décadas después por la conjunción de viejas leyendas germánicas que le confieren a su legado un aura fúnebre, onírica y tormentosa que es necesario descubrir. Suya es, una atmósfera insólita y obsesiva asociada inmediatamente a un hombre y su fantástica visión de la realidad. 

Siniestra y dramática poesía de unas obras conectadas con unas vivencias y trayectoria fundamentales para entender su extraordinaria seña de identidad: "Con tan sólo veinticinco años de edad, durante su primer viaje a la capital romana, se casó con la hija de un guarda pontificio que entre 1855 y 1876 fue la madre de sus once hijos. Cinco de ellos fallecieron muy pequeños, y en dos ocasiones en 1855 y 1876, la familia al completo sufrió letales epidemias de cólera. No en vano, estás trágicas circunstancias no hacen más que profundizar su sensibilidad y nos ayudan a entender, el romanticismo y extraña alegoría tenebrosa de sus pinturas".


Influencia directa o cercana entre otros de: Giorgio de Chirico, Max Ernst o Salvador Dalí.

La Chasse de Diane, 1862

La Complainte du berger (Daphnis et Amaryllis), 1866.

Marie Madeleine pleurant le Christ mort, 1867.

La muerte de Cleopatra, 1872.

Angelica guarded by a dragon, 1873.

Vestale, 1874.

Idylle, 1875.

Medusa, 1878.

Le jeu des vagues, 1883.

La isla de los muertos, 1883.

Combat sur un pont, 1889.

La noche, 1895.

La guerra, 1896.

La guerra II, 1896.

La peste, 1898.

Centauro y ninfa.
Fuente

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