Un bisonte europeo moderno en los bosques de Białowieża en Polonia. / Rafał Kowalczyk
Al borde de la extinción en los años 20, el bisonte europeo es junto al americano la única especie de megafauna que sobrevivió a las extinciones del final del Pleistoceno, hace más de 11.000 años. Gracias al análisis de ADN antiguo y a las pinturas rupestres de las cuevas, los científicos han dado con su ancestro: un bisonte híbrido que vivió hace 120.000 años en Europa.
Durante la Edad de Hielo en Europa existían dos tipos de bóvidos: el uro euroasiático –rumiante similar al toro que desapareció en el siglo XVII– y el extinto bisonte estepario (Bison priscus), según determinaron los científicos gracias al análisis de fósiles. Pero faltaban restos óseos que explicaran el origen aún poco claro del bisonte europeo actual (Bison bonasus), homólogo del americano, que surgió hace unos 11.700 años, poco después de la desaparición del bisonte estepario.
La especie se originó hace más de 120.000 años, fruto de la hibridación entre los uros y los bisontes esteparios
Ante la ausencia de fósiles, los científicos se fijaron en el arte rupestre para seguir su evolución. Gracias al análisis de ADN antiguo y basándose en las pinturas de las cuevas, el equipo de investigación ha podido demostrar que existió en realidad una especie híbrida entre el bisonte y el ganado que fue el ancestro del bisonte europeo actual, que en la actualidad sobrevive en las reservas de Białowieża, un bosque situado entre Polonia y Bielorrusia.
La misteriosa especie –a la que los investigadores, con sentido del humor, han apodado ‘el bisonte Higgs’, en alusión al escurridizo bosón que no se encontró hasta 2012– se originó hace más de 120.000 años, fruto de la hibridación entre los uros y los bisontes esteparios. Así lo confirma el estudio publicado hoy en Nature Communications.
“Ha sido una verdadera sorpresa encontrar una hibridación que haya dado lugar a una especie completamente nueva, ya que esto no suele ocurrir en mamíferos”, subraya Alan Cooper, autor principal del trabajo e investigador en el Centro Australiano de ADN Antiguo de la Universidad de Adelaida (Australia).
Para rastrear su historia genética, los científicos analizaron los genomas antiguos de 64 bisontes cuyos huesos y dientes se hallaron en cuevas de toda Europa, los Montes Urales y el Cáucaso. Completaron estos datos con documentos que reflejan los cambios de apariencia de los bóvidos a través del arte rupestre y que coinciden con la aparición del bisonte europeo.
Dos especies de bisonte dominaron Europa
La datación por radiocarbono revela que la misteriosa especie dominó el registro europeo durante miles de años en diferentes puntos, y que se alternó en el tiempo con el bisonte estepario, considerada hasta ahora la única especie de bisonte presente a finales de la Edad del Hielo en Europa.
Las pinturas en las cuevas de la Edad de Hielo muestran la coexistencia de la nueva especie y el bisonte estepario, y su antigüedad coincide
“Los huesos datados muestran que la nueva especie y el bisonte estepario se intercambiaron el dominio de Europa en diversas ocasiones, en función de las variaciones ambientales provocadas por el cambio climático”, indica Julien Soubrier, primer autor y científico en la universidad australiana.
Las pinturas en las cuevas de la época de la Edad de Hielo también muestran la coexistencia de estas dos especies y su antigüedad coincide. “Nunca hubiéramos imaginado que las cuevas tuvieran pinturas tan útiles sobre estos dos bisontes”, añade Soubrier.
En los dibujos de 18.000 años de antigüedad se ven criaturas con largos cuernos y grandes cuartos delanteros, como el bisonte americano, que desciende del bisonte estepario. Sin embargo, las pinturas más recientes, de entre 12.000 y 17.000 años de antigüedad, exponen animales con cuernos más cuernos y pequeñas jorobas, como el bisonte europeo actual.
“En nuevo híbrido encontró su lugar en el paisaje, y se mantuvo a salvo genéticamente, a pesar de dominar durante los periodos más fríos”, subraya Cooper. Pero el bisonte europeo moderno es diferente ya que sufrió un cuello de botella genético con solo 12 individuos en los años 1920, y estuvo al borde de la extinción. “Por esta razón la forma antigua del bisonte se parecía tanto al híbrido”, recalca el científico australiano.
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