Tomás Saraceno (San Miguel de Tucumán, 1973) es un artista, arquitecto y performer argentino.
Después de pasar los primeros años de su infancia en Italia, regresó a Argentina donde estudió arte y arquitectura de 1992 a 1999 en la Universidad de Buenos Aires. De 1999 a 2000 realizó estudios de postgrado en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova, en Buenos Aires. En 2001 se inscribió en un postgrado en la Escuela Estatal de Bellas Artes de Frankfurt del Meno en Alemania, dirigida en ese entonces por Daniel Birnbaum (curador de la 53 Bienal de Venecia), y luego en 2003 en la IUAV de Venecia.
De 2003 a 2004 asistió al curso "Progettazione e Produzione delle Arti Visive" en la Universidad de Venecia, con los profesores Hans Ulrich Obrist y Olafur Eliasson. En el verano de 2009, participó en el Programa Internacional de Estudios Espaciales del Ames Research Center de la NASA en Silicon Valley, California.
Ha participado con sus instalaciones en la Bienal de Venecia en las ediciones del 2001, 2003 y 2009 y la Bienal de Sao Paulo en 2006.
Entre los temas abordados en su trabajo están la voluntad de superar las barreras geográficas, conductuales y sociales; el uso de la tecnología para encontrar formas de vida sostenibles para los humanos y el planeta; la superación de los límites entre disciplinas; el modelo de colaboración de investigación y producción aplicada a todos los campos del saber. Profundamente influenciado por la arquitectura de los utópicos años 60, la obra de Saraceno gira en torno a la búsqueda incesante de soluciones técnicas, visuales y de diseño para la creación de estructuras flotantes y en suspensión que pueden hacer posibles formas de vida de bajo impacto ambiental y alto potencial para la movilidad y la interacción social.
Tomás Saraceno: "El arte siempre dispara, uno nunca sabe para qué lado"
Hagamos hablar al polvo cósmico. El artista es el último que tiene que hablar", dice Tomás Saraceno. Y aplaude para desencadenar una jam session: una improvisación musical en la que, según él, es probable que participen partículas "más viejas que el sistema solar".
En una sala a oscuras del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el polvo que sacude de sus manos es captado por cámaras que convierten su movimiento en imagen y sonido. Amplificadas por decenas de parlantes, esas vibraciones repercuten a su vez sobre las telas que una araña teje en vivo, para convertirlas en instrumentos musicales. El espectáculo se completa con la proyección sobre la pared de la impactante coreografía creada por esas partículas al flotar en el aire frente a las cámaras, como si fueran chispas de un fogón fundiéndose en la noche estrellada.
"Es una especie de concierto", dice este tucumano radicado en Berlín mientras prepara su primera muestra individual en un museo argentino. Tomás Saraceno: cómo atrapar el universo en una telaraña se inaugurará el viernes 7 de abril a las 19, después de una charla pública en la que participarán aracnólogos, un astrofísico y otros colaboradores.
El cruce de disciplinas es una de las principales características del trabajo de este arquitecto graduado de la UBA, que acaba de construir en el subsuelo del museo una de sus obras más ambiciosas: la telaraña más grande que se haya exhibido.
En realidad, él coordinó la laboriosa tarea realizada durante meses por miles de arañas traídas desde el norte del país. El resultado es una compleja estructura tridimensional formada por los brillantes hilos blancos que las pequeñas arañas lanzan al aire antes de saltar al vacío. Este método de transporte, llamado ballooning, inspiró al artista para su proyecto Aeroceno.
¿Estas obras tienen alguna relación con la teoría de las cuerdas que estudia el físico argentino Juan Maldacena?
-Cuando Brian Greene, un astrofísico norteamericano, explica la teoría de las cuerdas, muestra una hormiguita caminando sobre un hilo de electricidad. Y cómo a esta hormiga, a partir de la capacidad de caminar alrededor del cable, se le expande una cantidad de dimensiones perceptivas que no tienen relación con los conceptos de "arriba", "abajo", "izquierda" o "derecha". No necesariamente, para la hormiga, hay un arriba y abajo al estar suspendida en su entorno. Me parece que está bueno pensar en la teoría de las cuerdas o de los multiversos en relación con los sistemas perceptivos que tiene cada especie.
- ¿A qué te referís cuando hablás de multiversos?
-Es un concepto que se relaciona con la teoría de universos paralelos. De que no sólo existe este universo, sino que hay muchos en simultáneo. Nadie sabe bien qué grado de correlación existe entre ellos.
-¿Cómo se relaciona tu obra con los multiversos?
-A partir del sistema perceptivo y sensitivo que tiene cada uno de nosotros, y en relación con las especies con las que cohabitamos el planeta Tierra, podemos seguir expandiendo esta idea de los multiversos o universos paralelos y ver qué grado de conexión hay entre ellos.
-En otra entrevista con LA NACION dijiste que muchos astrofísicos describen las telarañas como el origen del universo. ¿En qué sentido?
-Varios astrofísicos han mirado las telas de araña más complejas y tridimensionales y las utilizan como analogía para explicar algo que tiene que ver con la geometría y la formación de los filamento que originan galaxias en el origen del universo. El concepto de red cósmica, que también se utiliza mucho en astrofísica, se basa en que cuando mirás desde lejos no sólo los planetas, sino cada galaxia, el sistema solar, se empiezan a alinear como hilos que tienen una similitud con las telas de araña. A raíz de esta analogía decidimos escanear las telas de arañas, para poder tal vez reconstruirlas.
-¿Para ver si pueden tener otra aplicación más allá de estas instalaciones?
-Exacto. Inventamos una máquina, una tecnología y un sistema de observación pioneros en el mundo. Funciona como una tomografía computada, un aparato que puede digitalizar las telas. Con el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y el Departamento de Comportamiento Colectivo del Instituto Max Planck, de Alemania, estamos trabajando en digitalizar, escanear y reconstruir telas de araña complejas.
-¿Cómo se reconstruirían?
-Primero digitalmente, en la computadora. Y cuando tenemos todos los puntos en el espacio, las reconstruimos con soga. En Estocolmo ya exhibimos la de una viuda negra, a una escala muy grande.
-Estas construcciones recreadas a partir del escaneo, ¿podrían modificar el futuro de la arquitectura?
-Uno de los pioneros que hicieron muchas aplicaciones sobre esto fue Frei Otto, un arquitecto e ingeniero alemán que también trabajó con biólogos y científicos. También a partir de ahí lo que estamos haciendo con el MIT y con otros grupos es tratar de entender cada vez más precisamente este tipo de conexiones, la optimización de todas estas energías. Y construir cada vez mejor estas instalaciones, que son muy grandes, como las redes que exhibimos ahora en K21, en la muestra En órbita, en Düsseldorf. Está bueno ver cómo algo que aprendemos en una escala se puede aplicar a otras dimensiones.
-¿Tenés pensado llevar tus instalaciones a una escala aún mayor?
-No sé. El arte siempre dispara; uno nunca sabe para qué lado. Al fin y al cabo, termina inspirándonos e inspirando a otra gente. Hay una parte más científica -estamos trabajando con los laboratorios para seguir desarrollando observación en conjunto- y hay otras más arquitectónicas, más musicales, más metafísicas o más astrofísicas. Pero hay que tener cuidado con esa parte tecnocientífica. Soy un artista que hace una obra de arte. Muchas veces es difícil decir qué aplicación tiene el arte. Tiene una aplicación poética y metafísica que trabaja en otro nivel. Después yo mismo desarrollo otras avenidas, pero hoy, acá, es otra cosa. Estamos en otro momento y esperemos que el momento de meditación y de entendimiento después sí lleve a otros caminos.
Un futuro sustentable
"Inflado por el aire, elevado por el sol, impulsado sólo por el viento hacia un futuro limpio y sustentable." Con ese mensaje se promociona en su sitio web ( aerocene.org) el proyecto Aerocene, inspirado en las Ciudades hidroespaciales, de Gyula Kosice, que acaba de llevar el equipo de Tomás Saraceno hasta la Antártida. Hacia allí se embarcaron también el artista argentino Joaquín Fargas y decenas de expertos de distintos países que participaron de la Bienal Antártica. El equipo compartirá hoy su experiencia con la prensa en el Faena Arts Center. Según adelantó Saraceno a LA NACION, su trabajo consiste en profundizar la búsqueda de aprender a volar sin emisiones de carbono, "como vuelan las estrellas".
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