Este trabajo recopilatorio está dedicado al pintor y fraile dominico español Fray Juan Bautista Maíno. Fue uno de los artistas más originales de su época, aunque injustamente desconocido para el gran público, su original obra está a la altura del os grandes maestros del siglo XVII. Maino descubrió en Italia el revolucionario naturalismo de Caravaggio que tanto influyó en su obra, también estuvo influido por el clasicismo de Annibale Carracci y la escuela boloñesa.
Fray Juan Bautista Maíno (Pastrana, 1578 - Madrid, 1649), pintor español del Barroco.
Sus padres fueron un milanés y una noble portuguesa que estuvieron al servicio de la duquesa de Pastrana, la famosa Princesa de Éboli; algunos piensan que aprendió con El Greco, pero no ha podido demostrarse documentalmente; el hecho es que se formó en Italia, donde pasó los años que van de 1600 a 1608 y donde conoció la pintura de Caravaggio, de su discípulo Orazio Gentileschi, de Guido Reni y de Annibale Carracci.
En 1608 regresa a Pastrana, donde da a conocer un estilo que bebe del clasicismo boloñés, del naturalismo y del tenebrismo en una Trinidad pintada para el altar lateral del Monasterio de Concepcionistas Franciscanas del lugar. En marzo de 1611 se instala en Toledo y en 1612 pinta para los dominicos el Retablo de las cuatro Pascuas, ahora en el Museo del Prado.
El 20 de junio de 1613 ingresó en la Orden de Santo Domingo y vivió en su monasterio de San Pedro Mártir; a esta época pertenece su obra La adoración de los Pastores actualmente en el Museo del Hermitage de San Petersburgo. Felipe III lo llamó a la Corte en 1620 para que fuera maestro de dibujo del futuro Felipe IV, ya que era famoso en esta disciplina que aprendió en Italia y desarrolló luego en Toledo; por entonces amistó con Diego Velázquez, a quien protegió; uno de sus discípulos parece fue Juan Ricci. Murió en el convento de Santo Tomás de Madrid, en 1649.
Obra
Hasta 1958 la crítica había considerado a Maíno un pintor italiano; casi toda su obra es de temática religiosa, y entra dentro del naturalismo tenebrista de Caravaggio y su principal discípulo, Orazio Gentileschi; destacan dos óleos de gran tamaño, pintados ambos en 1612, que hoy se encuentran en el Museo del Prado: la Adoración de los Magos, por un lado, y la Adoración de los Pastores, por otro; en ellos se aprecia la influencia del caravaggismo, que conoció de primera mano durante su visita a Roma. En ellos se aprecia una composición abigarrada, a pesar de lo cual tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica y plena de acción y movimiento; su realismo se deja notar, por ejemplo, en el primero de estos cuadros, en la descripción del rey Baltasar con un tipo africano perfectamente plasmado, de forma que no se puede decir haya sido representado como el estereotipo acostumbrado de europeo teñido de negro.
En cuanto a su mucho más escasa pintura profana, se encuentra en ella oculta cierto contenido crítico sobre la política y la sociedad de su época que no ha sido todavía bien estudiado, y abundan en ella los símbolos. Destacan en este sentido los dibujos y grabados sobre Felipe IV y los cuadros La recuperación de Bahía, que puede contemplarse en el Museo del Prado, o Reconquista de la Bahía de San Salvador. De su obra como retratista sólo se ha conservado el testimonio del Retrato de un caballero anónimo.
Catálogo de obras
- San Juan Bautista (1608-10, Kunstmuseum, Basilea), obra antiguamente atribuida a Caravaggio.
- Conversión de San Pablo (c. 1610, Colección particular, Madrid)
- Conversión de San Pablo (c. 1614, MNAC, Barcelona)1
- San Pedro arrepentido (a. 1612, Colección particular, Barcelona)
- Paisaje con San Juan Bautista (a. 1613, Colección particular, Madrid)
- Paisaje con María Magdalena penitente (a. 1613, Colección particular, Madrid)
- Frescos de la Capilla Mayor de San Pedro Mártir (1611-13, Toledo)
- Retablo de San Pedro Mártir de Toledo (1612-14, Museo del Prado)
. Adoración de los pastores
. Adoración de los Reyes Magos
. Resurrección de Cristo
. Pentecostés
. San Juan Bautista en el desierto
. San Juan Evangelista en Patmos
. Magdalena penitente en la gruta de Sainte-Baume
. San Antonio Abad en un paisaje
. Santo Domingo de Guzmán (depositado en el Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltru)
. Santa Catalina de Siena (depositado en el Museo de Vilanova i la Geltru)
- Retablo de la Anunciación (Museo del Prado)
. Trinidad (1612-20)
. Anunciación (1610)
- Resurrección de Cristo (Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde)
- Crucifixión (Colección particular, Zaragoza)
- Imposición de la casulla a San Ildefonso (paradero desconocido)
- Virgen de Belén (paradero desconocido)
- Adoración de los pastores (Colección particular)
- Magdalena penitente (1615, Colección particular, Ginebra)
- Pentecostés (1615-20, Museo del Prado)
- Retrato de caballero (1618-23, Museo del Prado)
- Frescos del sotocoro de San Pedro Mártir (1620-24, Toledo)
- San Jacinto (1620-24, San Pedro Mártir, Toledo)
- Retrato de Felipe IV (1623-25, Bayerisches Nationalmuseum, Munich), miniatura, atribución dudosa.
- Retrato de caballero (1625, Bayerisches Nationalmuseum, Munich), miniatura, atribución dudosa.
- San Agabo (The Bowes Museum, County Durham)
- Adoración de los pastores (Museo del Hermitage, San Petersburgo)
- Adoración de los pastores (Meadows Museum, Dallas)
- Retrato del arzobispo José de Melo (Cabildo Catedralicio, Evora), atribución dudosa.
- Santo Domingo en Soriano (1629, Museo del Prado)
- Santo Domingo en Soriano (1629, Museo del Hermitage, San Petersburgo)
- Retablo de los Miranda (c. 1629, Colegiata, Pastrana)
. Don Juan Miranda con San Francisco de Asís
. Doña Ana Hernández con San Juan Bautista
- Recuperación de Bahía de Todos los Santos en Brasil (1634-35, Museo del Prado)
- Retrato de un monje dominico (1635-40, Ashmolean Museum, Oxford)
- Fray Alonso de Santo Tomás (1648-49, Museo Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona)
Espero que esta recopilación que he realizado de Fray Juan José Maino,contribuya en su divulgación y guste a los visitantes de esta sección de arte del foro de xerbar.
Algunas obras
Su obra maestra: El Retablo de de San Pedro Mártir
En 1612 Juan Bautista Maíno se comprometió con los dominicos de San Pedro Mártir, en Toledo, para realizar el retablo mayor de su iglesia conventual. La estructura fue trazada por el arquitecto Juan Bautista Monegro, y en ella el pintor debía integrar diez pinturas. Cuatro de ellas debían representar, en grandes dimensiones, los episodios más importantes de la vida de Jesús: las dos Adoraciones, la Resurrección y Pentecostés; es decir, las imágenes fundamentales del mundo católico, conocidas como las Cuatro Pascuas. Se incluyeron además cuatro figuras de santos inscritos en paisajes que se relacionan con el impulso de este género que se estaba generando en Roma en los primeros años del siglo XVII. Además sendas representaciones de santo Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena coronaban el retablo. El encargo era un trabajo de gran enjundia que demostraba el prestigio que Maíno había alcanzado un año después de su establecimiento en Toledo tras regresar de Roma. Las grandes telas debieron de llevarse a cabo tras un laborioso trabajo que reflejaba el compromiso del pintor de acabarlas “en toda perfección”. Todas las pinturas se concibieron atendiendo a su ubicación y teniendo en cuenta los elementos escultóricos del conjunto.
El Retablo de de San Pedro Mártir, debió de causar conmoción en la ciudad por su carácter novedoso. La monumentalidad, el colorido, la factura y la concepción de cada composición entroncaban de manera directa con la vanguardia pictórica italiana. En las grandes telas destacaban los componentes deudores de Caravaggio, especialmente la fuerza, el dinamismo, la iluminación y la corporeidad de las figuras.
Maíno finalizó este encargo en 1614, con una demora de catorce meses. Un retraso que podría explicarse por la complejidad técnica de las obras, especialmente los cuatro lienzos principales, y porque el pintor ingresó en la orden de dominicos.
Maíno permaneció vinculado durante varios años al convento de San Pedro Mártir y en ese tiempo se ocupó de realizar otras composiciones. Sin duda las más significativas son las pinturas murales de la iglesia. En los dos arcosolios que flanqueaban el altar mayor representó las alegorías de las cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Además, debajo del coro y junto a la puerta de ingreso a la iglesia, pintó una exaltación de la Virgen como Regina angelorum, rodeada de ángeles músicos y por las imponentes imágenes de Aarón y Moisés. Estos murales se fechan entre 1620 y 1624.
Pentecostés - El Retablo de de San Pedro Mártir -considerada su obra maestra- fue realizada por Juan Bautista Maíno, (Pastrana, 1578 - Madrid, 1649), pintor español del Barroco. Óleo sobre lienzo, 285 x 163 cm. Museo del Prado.
Tras su viaje a Italia y quizás por el norte de Europa, Maíno recibe el encargo de pintar para los monjes dominicos de Toledo el retablo mayor de San Pedro Mártir, con el tema de las Cuatro Pascuas: Navidad (P03227), Epifanía (P00886), Resurrección (P05080) y Pentecostés (P03018). Antes de concluir el encargo el pintor ingresa en la Orden. Está firmado en el sillar del asiento de la Virgen.
La adoración de los Magos. Fray Juan Bautista Maíno. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado.
Juan Bautista Maíno, autor de este enorme lienzo, muestra en la imagen cómo los pintores del Barroco madrileño recibieron las influencias del Naturalismo tenebrista de Caravaggio. En el cuadro, el colorido intenso se combina con zonas oscuras que contrastan con áreas fuertemente iluminadas, como puedan ser las pieles desnudas de algunos personajes. La composición aglomera varias figuras de gran tamaño en un espacio reducido y tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica, llena de acción y movimiento. Aparece el rey negro como un tipo africano, perfectamente plasmado con gran realismo, y no como se solían representar, estereotipos de europeos teñidos de negro. Este rey aporta un toque de exotismo con su turbante, joyas y plumas.
Adoración de los pastores. Fray Juan Bautista Maíno. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado.
Este cuadro Fray Maíno lo realizó, junto a la Adoración de los Magos, para adornar los muros de la iglesia de San Pedro Mártir, en Toledo, ciudad para la cual trabajó frecuentemente. Esto le influyó en sus composiciones, abigarradas de personajes, que bien pudo aprender de los numerosos ejemplos de El Greco que existían en Toledo. Sin embargo, el estilo predominante en la obra es el del Naturalismo tenebrista, especialmente influido por Orazio Gentileschi. Los personajes están captados de la manera más realista posible, y podría decirse que los ángeles que aparecen entre las nubes son en realidad chicos de pueblo que el pintor ha utilizado como modelos. El primer plano, con la ofrenda de los pastores, ofrece a Maíno la oportunidad de llevar a cabo un precioso bodegón, que se había introducido en España también por influencia italiana.
Supuesto retrato de Juan Bautista Maino, detalle de la Adoración de los Reyes Magos.
En 1612 Fray Juan Bautista Maíno se comprometió con los dominicos de San Pedro Mártir, en Toledo, para realizar el retablo mayor de su iglesia conventual. La estructura fue trazada por el arquitecto Juan Bautista Monegro, y en ella el pintor debía integrar diez pinturas. Cuatro de ellas debían representar, en grandes dimensiones, los episodios más importantes de la vida de Jesús: las dos Adoraciones, la Resurrección y Pentecostés; es decir, las imágenes fundamentales del mundo católico, conocidas como las Cuatro Pascuas. Se incluyeron además cuatro figuras de santos inscritos en paisajes que se relacionan con el impulso de este género que se estaba generando en Roma en los primeros años del siglo XVII. Además sendas representaciones de santo Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena coronaban el retablo. El encargo era un trabajo de gran enjundia que demostraba el prestigio que Maíno había alcanzado un año después de su establecimiento en Toledo tras regresar de Roma. Las grandes telas debieron de llevarse a cabo tras un laborioso trabajo que reflejaba el compromiso del pintor de acabarlas “en toda perfección”. Todas las pinturas se concibieron atendiendo a su ubicación y teniendo en cuenta los elementos escultóricos del conjunto.
El Retablo de de San Pedro Mártir, debió de causar conmoción en la ciudad por su carácter novedoso. La monumentalidad, el colorido, la factura y la concepción de cada composición entroncaban de manera directa con la vanguardia pictórica italiana. En las grandes telas destacaban los componentes deudores de Caravaggio, especialmente la fuerza, el dinamismo, la iluminación y la corporeidad de las figuras.
Maíno finalizó este encargo en 1614, con una demora de catorce meses. Un retraso que podría explicarse por la complejidad técnica de las obras, especialmente los cuatro lienzos principales, y porque el pintor ingresó en la orden de dominicos.
Maíno permaneció vinculado durante varios años al convento de San Pedro Mártir y en ese tiempo se ocupó de realizar otras composiciones. Sin duda las más significativas son las pinturas murales de la iglesia. En los dos arcosolios que flanqueaban el altar mayor representó las alegorías de las cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Además, debajo del coro y junto a la puerta de ingreso a la iglesia, pintó una exaltación de la Virgen como Regina angelorum, rodeada de ángeles músicos y por las imponentes imágenes de Aarón y Moisés. Estos murales se fechan entre 1620 y 1624.
Resurrección de Cristo. 1612 - 1614. Óleo sobre lienzo, 295 cm x 174 cm. Fray Juan Bautista Maíno. Museo del Prado.
Más info del Retablo de San Pedro Mártir, considerada la obra maestra de Juan Bautista Maíno.
Pentecostés, 1615-1620, óleo sobre lienzo, 324 x 246 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
Retrato de caballero, 1618-1623, óleo sobre lienzo, 96 x 73 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
Magdalena penitente. 1615. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
La Magdalena penitente en la gruta de Sainte-Baume, 1612-1614, óleo sobre tabla, 58 x 155 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
San Antonio Abad en un paisaje. 1612 - 1614. Óleo sobre tabla, 61 x 155 cm, 1612-1614. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno.
El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando las historias o asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613.Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa, y se conformaban por ello en imágenes básicas del mundo católico, las fiestas mayores del año eclesiástico, conocidas como las Cuatro Pascuas. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica.En la representación de San Antonio Abad, Maíno recupera un modelo masculino en conexión con los apóstoles de la Pentecostés. Este eremita temprano se hizo muy popular a lo largo de toda la Edad Media, sobre todo por el poder sanador de enfermedades contagiosas que se le atribuyó. Aparece sentado de frente al espectador parapetado por una formación rocosa de perfiles redondeados bañados aquí por las sombras de lo que parece un plácido atardecer junto a un ancho río. En la orilla opuesta, y junto a unos frondosos árboles, puede verse una iglesia, seguramente una alusión a su condición de fundador de la Orden de los Antoninos o Antonitas. Maíno muestra una pintura de trazos largos y densos en la zona del celaje, mientras que la construcción del santo se ha llevado a cabo por medio de pinceladas empastadas y zonas de transparencias que luego matiza con sutiles toques que ayudan a definir, con caligrafía de miniaturista, zonas como la cabeza de San Antonio Abad, un fragmento de pintura que presenta algunos detalles de notable calidad (Texto extractado de Ruiz, L.: Juan Bautista Maíno: 1581-1649, Museo Nacional del Prado, 2009, pp. 136-137).
San Juan Bautista. Lienzo. 74 x 163 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno.
Paisaje con San Juan Evangelista, 1612-1614, óleo sobre lienzo, 74 x 163 cm. Museo del PradoRetrato de caballero (1618-23), Lienzo. 96 x 73 cm. Adquirido por el Museo del Prado en 1936. Obra de Juan Bautista Maíno.
El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando las historias o asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613. Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa, y se conformaban por ello en imágenes básicas del mundo católico, las fiestas mayores del año eclesiástico, conocidas como las Cuatro Pascuas. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica. Esta obra, junto al San Juan Bautista (P03212) fueron pintados sobre lienzo y destinados a la zona baja o predela del retablo. Las reducidas dimensiones de estas obras, y sobre todo su formato, condicionaron el tipo de composición elegida. La solución compositiva de Maíno fue llevar las figuras a los márgenes laterales de la composición, dejando que fuera el paisaje el auténtico protagonista. Ese protagonismo es algo sin parangón en la pintura española del momento y comparable con lo que se estaba realizando en Roma por las mismas fechas. Para la tela de San Juan Evangelista, Maíno concibió una composición un tanto desequilibrada, situando en la mitad derecha de la obra tanto la figura del santo como los principales elementos paisajísticos, dejando que el mar y el cielo, una compacta masa azulada, ocupen el lado izquierdo. Con esa aparente descomposición refuerza la tradicional visión insular de Patmos y la infinitud marina que rodeaba a Juan mientras componía el Apocalipsis en su retiro en la isla egea. El joven evangelista aparece sentado sobre una roca y acompañado por el águila, su atributo iconográfico. Como corresponde al episodio, está escribiendo, con el libro apoyado sobre la rodilla derecha, cruzada sobre la izquierda; la cabeza alzada, la mirada dirigida a un punto perdido en el cielo, sin duda hacia la visión apocalíptica de María que, contraviniendo las representaciones al uso, no aparece en la composición, sino fuera de ella (Texto extractado de Ruiz, Leticia: Juan Bautista Maíno: 1581-1649, Museo Nacional del Prado, 2009, pp. 133-135).
Recuperación de la Bahía de Brasil. Fray Juan Bautista Maíno. 1634-1635. Óleo sobre lienzo. 309 x 381 cm. Museo del Prado. En 1827 este cuadro pasó de la Real Academia de San Fernando al Museo del Prado. El Museo del Ejército es lo único que queda del antiguo Palacio del Buen Retiro, construido bajo Felipe IV, y contiene su sala más importante, el llamado Salón de Reinos. Para este salón se encargó el lienzo que nos ocupa. Era una sala destinada a recepciones diplomáticas y actos oficiales. En ella, el rey quería exponer lienzos con sus triunfos militares más sonados, como por ejemplo la Rendición de Breda de Velázquez. Maíno pintó la escena de la recuperación por tropas españolas de Bahía de Brasil, importante puerto comercial del imperio colonial que se estaba desmoronando. Maíno, sin embargo, elude el tono triunfalista de las otras pinturas del Salón para realizar casi una alegoría en contra de la guerra. Al fondo, efectivamente, se tiene una vista topográfica de la zona, con los barcos y las tropas después de la batalla. A la derecha, el rey es agasajado a través de su representación en un tapiz. Tras la figura del rey aparece la del valido, el Conde-Duque de Olivares, queriendo simbolizar quién estaba realmente detrás del poder. El general recibe los honores de la victoria, pero todo ello se desarrolla en una esquina, en un plano acartonado que resta volumen e importancia al hecho. La mirada del espectador es captada sin embargo al lado contrario, por una masa de color y personajes que atrae inevitablemente la atención. Allí están las figuras de los heridos en la batalla, junto a las mujeres que los cuidan y unos niños. No hay sangre, no hay dramatismo, tan sólo un cuerpo medio desnudo sostenido en los brazos de una mujer, que bien podría simbolizar la Caridad, pues se halla rodeada de niños y tiene aspecto de matrona (ésta es la manera habitual de representar a dicha virtud). Así pues, en el cuadro de conmemoración de una batalla, lo que realmente protagoniza la escena son las consecuencias terribles de la misma victoria, los muertos y los heridos. Maíno resulta en este sentido increíblemente avanzado para las posturas imperialistas de la España del siglo XVII. Anticipándose al futuro, Maíno es consciente de que las victorias militares de España no son más que humo que pronto se disipará ante el poderío británico y francés. Efectivamente, tan sólo unos años después España perdería de nuevo y definitivamente esta importante plaza brasileña.
Otras obras
La conversión de San Pablo, obra preparatòria de La conversión de San Pablo, obra de Maíno, conservada al MNAC de Barcelona. Obra de Juan Bautista Maíno
Retrato de un dominico Juan Bautista Maíno. Óleo sobre lienzo. 47 x 33,3 cm. Oxford, Ashmolean Museum of Art and Archaeology. Obra de Juan Bautista Maíno
Adoration of the Shepherds, c. 1613. Oil on canvas, 144 x 101 cm. The Hermitage, St. Petersburg. Obra de Juan Bautista Maíno
Magdalena penitente (cerca 1615), atribuido a Juan Bautista Maíno
La Virgen con Santa María Magdalena y Santa Catalina aparecen ante un monje Dominico en Seriano. c. 1630. Óleo sobre lienzo. 203 x 134 cm. Museo del Hermitage. San Petersburgo. Rusia. Obra de Juan Bautista Maíno
Santa Catalina de Siena. Tabla. 118 x 92 cm. Museo de Vilanova i la Geltrú. Obra de Juan Bautista Maíno
Alonso de Santo Tomás. 1648-49
Adoración de los Magos. Juan Bautista Maíno. Óleo sobre lienzo, 315 x 174 cm. 1611-1613. Madrid, Museo Nacional del Prado
En 2009, el Museo del Prado le dedica la primera exposición monográfica a Juan Bautista Maíno (1581-1649) un artista casi desconocido para el público, que el Prado "rescata" del olvido al reunir 35 obras del artista, expuestas junto a autores como Caravaggio, Guido Reni o Carracci, que influyeron en su formación. Además se exhiben siete nuevas obras atribuidas a su mano, gracias al trabajo de Leticia Ruiz, comisaria y jefe del Departamento de Pintura española del Prado. La muestra dedicada a Maino estará abierta desde el 20 de Octubre, hasta el 17 de Enero de 2010.
PUES ESTO ES TODO AMIGOS, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO LA OBRA DE JUAN BAUTISTA MAÍNO, UN PINTOR MUY IMPORTANTE PERO BASTANTE DESCONOCIDO PARA EL GRAN PÚBLICO. EN ELMUSEO DEL PRADO TENEMOS LA SUERTE DE DISFRUTARLO DESDE SIEMPRE Y DESDE LA RETROSPECTIVA QUE EL PRADO LE DEDICÓ EN 2009 SU OBRA ESTÁ MÁS RECONOCIDA.
Fuentes y agradecimientos: museodelprado.es, pintura.aut.org,es. es.wikipedia.org, artehistoria.jcyl.es, arycyclopedia.com y otras de Internet.
Fray Juan Bautista Maíno (Pastrana, 1578 - Madrid, 1649), pintor español del Barroco.
Sus padres fueron un milanés y una noble portuguesa que estuvieron al servicio de la duquesa de Pastrana, la famosa Princesa de Éboli; algunos piensan que aprendió con El Greco, pero no ha podido demostrarse documentalmente; el hecho es que se formó en Italia, donde pasó los años que van de 1600 a 1608 y donde conoció la pintura de Caravaggio, de su discípulo Orazio Gentileschi, de Guido Reni y de Annibale Carracci.
En 1608 regresa a Pastrana, donde da a conocer un estilo que bebe del clasicismo boloñés, del naturalismo y del tenebrismo en una Trinidad pintada para el altar lateral del Monasterio de Concepcionistas Franciscanas del lugar. En marzo de 1611 se instala en Toledo y en 1612 pinta para los dominicos el Retablo de las cuatro Pascuas, ahora en el Museo del Prado.
El 20 de junio de 1613 ingresó en la Orden de Santo Domingo y vivió en su monasterio de San Pedro Mártir; a esta época pertenece su obra La adoración de los Pastores actualmente en el Museo del Hermitage de San Petersburgo. Felipe III lo llamó a la Corte en 1620 para que fuera maestro de dibujo del futuro Felipe IV, ya que era famoso en esta disciplina que aprendió en Italia y desarrolló luego en Toledo; por entonces amistó con Diego Velázquez, a quien protegió; uno de sus discípulos parece fue Juan Ricci. Murió en el convento de Santo Tomás de Madrid, en 1649.
Obra
Hasta 1958 la crítica había considerado a Maíno un pintor italiano; casi toda su obra es de temática religiosa, y entra dentro del naturalismo tenebrista de Caravaggio y su principal discípulo, Orazio Gentileschi; destacan dos óleos de gran tamaño, pintados ambos en 1612, que hoy se encuentran en el Museo del Prado: la Adoración de los Magos, por un lado, y la Adoración de los Pastores, por otro; en ellos se aprecia la influencia del caravaggismo, que conoció de primera mano durante su visita a Roma. En ellos se aprecia una composición abigarrada, a pesar de lo cual tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica y plena de acción y movimiento; su realismo se deja notar, por ejemplo, en el primero de estos cuadros, en la descripción del rey Baltasar con un tipo africano perfectamente plasmado, de forma que no se puede decir haya sido representado como el estereotipo acostumbrado de europeo teñido de negro.
En cuanto a su mucho más escasa pintura profana, se encuentra en ella oculta cierto contenido crítico sobre la política y la sociedad de su época que no ha sido todavía bien estudiado, y abundan en ella los símbolos. Destacan en este sentido los dibujos y grabados sobre Felipe IV y los cuadros La recuperación de Bahía, que puede contemplarse en el Museo del Prado, o Reconquista de la Bahía de San Salvador. De su obra como retratista sólo se ha conservado el testimonio del Retrato de un caballero anónimo.
Catálogo de obras
- San Juan Bautista (1608-10, Kunstmuseum, Basilea), obra antiguamente atribuida a Caravaggio.
- Conversión de San Pablo (c. 1610, Colección particular, Madrid)
- Conversión de San Pablo (c. 1614, MNAC, Barcelona)1
- San Pedro arrepentido (a. 1612, Colección particular, Barcelona)
- Paisaje con San Juan Bautista (a. 1613, Colección particular, Madrid)
- Paisaje con María Magdalena penitente (a. 1613, Colección particular, Madrid)
- Frescos de la Capilla Mayor de San Pedro Mártir (1611-13, Toledo)
- Retablo de San Pedro Mártir de Toledo (1612-14, Museo del Prado)
. Adoración de los pastores
. Adoración de los Reyes Magos
. Resurrección de Cristo
. Pentecostés
. San Juan Bautista en el desierto
. San Juan Evangelista en Patmos
. Magdalena penitente en la gruta de Sainte-Baume
. San Antonio Abad en un paisaje
. Santo Domingo de Guzmán (depositado en el Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltru)
. Santa Catalina de Siena (depositado en el Museo de Vilanova i la Geltru)
- Retablo de la Anunciación (Museo del Prado)
. Trinidad (1612-20)
. Anunciación (1610)
- Resurrección de Cristo (Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde)
- Crucifixión (Colección particular, Zaragoza)
- Imposición de la casulla a San Ildefonso (paradero desconocido)
- Virgen de Belén (paradero desconocido)
- Adoración de los pastores (Colección particular)
- Magdalena penitente (1615, Colección particular, Ginebra)
- Pentecostés (1615-20, Museo del Prado)
- Retrato de caballero (1618-23, Museo del Prado)
- Frescos del sotocoro de San Pedro Mártir (1620-24, Toledo)
- San Jacinto (1620-24, San Pedro Mártir, Toledo)
- Retrato de Felipe IV (1623-25, Bayerisches Nationalmuseum, Munich), miniatura, atribución dudosa.
- Retrato de caballero (1625, Bayerisches Nationalmuseum, Munich), miniatura, atribución dudosa.
- San Agabo (The Bowes Museum, County Durham)
- Adoración de los pastores (Museo del Hermitage, San Petersburgo)
- Adoración de los pastores (Meadows Museum, Dallas)
- Retrato del arzobispo José de Melo (Cabildo Catedralicio, Evora), atribución dudosa.
- Santo Domingo en Soriano (1629, Museo del Prado)
- Santo Domingo en Soriano (1629, Museo del Hermitage, San Petersburgo)
- Retablo de los Miranda (c. 1629, Colegiata, Pastrana)
. Don Juan Miranda con San Francisco de Asís
. Doña Ana Hernández con San Juan Bautista
- Recuperación de Bahía de Todos los Santos en Brasil (1634-35, Museo del Prado)
- Retrato de un monje dominico (1635-40, Ashmolean Museum, Oxford)
- Fray Alonso de Santo Tomás (1648-49, Museo Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona)
Espero que esta recopilación que he realizado de Fray Juan José Maino,contribuya en su divulgación y guste a los visitantes de esta sección de arte del foro de xerbar.
Algunas obras
Su obra maestra: El Retablo de de San Pedro Mártir
En 1612 Juan Bautista Maíno se comprometió con los dominicos de San Pedro Mártir, en Toledo, para realizar el retablo mayor de su iglesia conventual. La estructura fue trazada por el arquitecto Juan Bautista Monegro, y en ella el pintor debía integrar diez pinturas. Cuatro de ellas debían representar, en grandes dimensiones, los episodios más importantes de la vida de Jesús: las dos Adoraciones, la Resurrección y Pentecostés; es decir, las imágenes fundamentales del mundo católico, conocidas como las Cuatro Pascuas. Se incluyeron además cuatro figuras de santos inscritos en paisajes que se relacionan con el impulso de este género que se estaba generando en Roma en los primeros años del siglo XVII. Además sendas representaciones de santo Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena coronaban el retablo. El encargo era un trabajo de gran enjundia que demostraba el prestigio que Maíno había alcanzado un año después de su establecimiento en Toledo tras regresar de Roma. Las grandes telas debieron de llevarse a cabo tras un laborioso trabajo que reflejaba el compromiso del pintor de acabarlas “en toda perfección”. Todas las pinturas se concibieron atendiendo a su ubicación y teniendo en cuenta los elementos escultóricos del conjunto.
El Retablo de de San Pedro Mártir, debió de causar conmoción en la ciudad por su carácter novedoso. La monumentalidad, el colorido, la factura y la concepción de cada composición entroncaban de manera directa con la vanguardia pictórica italiana. En las grandes telas destacaban los componentes deudores de Caravaggio, especialmente la fuerza, el dinamismo, la iluminación y la corporeidad de las figuras.
Maíno finalizó este encargo en 1614, con una demora de catorce meses. Un retraso que podría explicarse por la complejidad técnica de las obras, especialmente los cuatro lienzos principales, y porque el pintor ingresó en la orden de dominicos.
Maíno permaneció vinculado durante varios años al convento de San Pedro Mártir y en ese tiempo se ocupó de realizar otras composiciones. Sin duda las más significativas son las pinturas murales de la iglesia. En los dos arcosolios que flanqueaban el altar mayor representó las alegorías de las cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Además, debajo del coro y junto a la puerta de ingreso a la iglesia, pintó una exaltación de la Virgen como Regina angelorum, rodeada de ángeles músicos y por las imponentes imágenes de Aarón y Moisés. Estos murales se fechan entre 1620 y 1624.
Pentecostés - El Retablo de de San Pedro Mártir -considerada su obra maestra- fue realizada por Juan Bautista Maíno, (Pastrana, 1578 - Madrid, 1649), pintor español del Barroco. Óleo sobre lienzo, 285 x 163 cm. Museo del Prado.
Tras su viaje a Italia y quizás por el norte de Europa, Maíno recibe el encargo de pintar para los monjes dominicos de Toledo el retablo mayor de San Pedro Mártir, con el tema de las Cuatro Pascuas: Navidad (P03227), Epifanía (P00886), Resurrección (P05080) y Pentecostés (P03018). Antes de concluir el encargo el pintor ingresa en la Orden. Está firmado en el sillar del asiento de la Virgen.
La adoración de los Magos. Fray Juan Bautista Maíno. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado.
Juan Bautista Maíno, autor de este enorme lienzo, muestra en la imagen cómo los pintores del Barroco madrileño recibieron las influencias del Naturalismo tenebrista de Caravaggio. En el cuadro, el colorido intenso se combina con zonas oscuras que contrastan con áreas fuertemente iluminadas, como puedan ser las pieles desnudas de algunos personajes. La composición aglomera varias figuras de gran tamaño en un espacio reducido y tanto las poses como los gestos ofrecen una imagen dinámica, llena de acción y movimiento. Aparece el rey negro como un tipo africano, perfectamente plasmado con gran realismo, y no como se solían representar, estereotipos de europeos teñidos de negro. Este rey aporta un toque de exotismo con su turbante, joyas y plumas.
Adoración de los pastores. Fray Juan Bautista Maíno. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado.
Este cuadro Fray Maíno lo realizó, junto a la Adoración de los Magos, para adornar los muros de la iglesia de San Pedro Mártir, en Toledo, ciudad para la cual trabajó frecuentemente. Esto le influyó en sus composiciones, abigarradas de personajes, que bien pudo aprender de los numerosos ejemplos de El Greco que existían en Toledo. Sin embargo, el estilo predominante en la obra es el del Naturalismo tenebrista, especialmente influido por Orazio Gentileschi. Los personajes están captados de la manera más realista posible, y podría decirse que los ángeles que aparecen entre las nubes son en realidad chicos de pueblo que el pintor ha utilizado como modelos. El primer plano, con la ofrenda de los pastores, ofrece a Maíno la oportunidad de llevar a cabo un precioso bodegón, que se había introducido en España también por influencia italiana.
Supuesto retrato de Juan Bautista Maino, detalle de la Adoración de los Reyes Magos.
En 1612 Fray Juan Bautista Maíno se comprometió con los dominicos de San Pedro Mártir, en Toledo, para realizar el retablo mayor de su iglesia conventual. La estructura fue trazada por el arquitecto Juan Bautista Monegro, y en ella el pintor debía integrar diez pinturas. Cuatro de ellas debían representar, en grandes dimensiones, los episodios más importantes de la vida de Jesús: las dos Adoraciones, la Resurrección y Pentecostés; es decir, las imágenes fundamentales del mundo católico, conocidas como las Cuatro Pascuas. Se incluyeron además cuatro figuras de santos inscritos en paisajes que se relacionan con el impulso de este género que se estaba generando en Roma en los primeros años del siglo XVII. Además sendas representaciones de santo Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena coronaban el retablo. El encargo era un trabajo de gran enjundia que demostraba el prestigio que Maíno había alcanzado un año después de su establecimiento en Toledo tras regresar de Roma. Las grandes telas debieron de llevarse a cabo tras un laborioso trabajo que reflejaba el compromiso del pintor de acabarlas “en toda perfección”. Todas las pinturas se concibieron atendiendo a su ubicación y teniendo en cuenta los elementos escultóricos del conjunto.
El Retablo de de San Pedro Mártir, debió de causar conmoción en la ciudad por su carácter novedoso. La monumentalidad, el colorido, la factura y la concepción de cada composición entroncaban de manera directa con la vanguardia pictórica italiana. En las grandes telas destacaban los componentes deudores de Caravaggio, especialmente la fuerza, el dinamismo, la iluminación y la corporeidad de las figuras.
Maíno finalizó este encargo en 1614, con una demora de catorce meses. Un retraso que podría explicarse por la complejidad técnica de las obras, especialmente los cuatro lienzos principales, y porque el pintor ingresó en la orden de dominicos.
Maíno permaneció vinculado durante varios años al convento de San Pedro Mártir y en ese tiempo se ocupó de realizar otras composiciones. Sin duda las más significativas son las pinturas murales de la iglesia. En los dos arcosolios que flanqueaban el altar mayor representó las alegorías de las cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Además, debajo del coro y junto a la puerta de ingreso a la iglesia, pintó una exaltación de la Virgen como Regina angelorum, rodeada de ángeles músicos y por las imponentes imágenes de Aarón y Moisés. Estos murales se fechan entre 1620 y 1624.
Resurrección de Cristo. 1612 - 1614. Óleo sobre lienzo, 295 cm x 174 cm. Fray Juan Bautista Maíno. Museo del Prado.
Más info del Retablo de San Pedro Mártir, considerada la obra maestra de Juan Bautista Maíno.
Pentecostés, 1615-1620, óleo sobre lienzo, 324 x 246 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
Retrato de caballero, 1618-1623, óleo sobre lienzo, 96 x 73 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
Magdalena penitente. 1615. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
La Magdalena penitente en la gruta de Sainte-Baume, 1612-1614, óleo sobre tabla, 58 x 155 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
San Antonio Abad en un paisaje. 1612 - 1614. Óleo sobre tabla, 61 x 155 cm, 1612-1614. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno.
El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando las historias o asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613.Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa, y se conformaban por ello en imágenes básicas del mundo católico, las fiestas mayores del año eclesiástico, conocidas como las Cuatro Pascuas. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica.En la representación de San Antonio Abad, Maíno recupera un modelo masculino en conexión con los apóstoles de la Pentecostés. Este eremita temprano se hizo muy popular a lo largo de toda la Edad Media, sobre todo por el poder sanador de enfermedades contagiosas que se le atribuyó. Aparece sentado de frente al espectador parapetado por una formación rocosa de perfiles redondeados bañados aquí por las sombras de lo que parece un plácido atardecer junto a un ancho río. En la orilla opuesta, y junto a unos frondosos árboles, puede verse una iglesia, seguramente una alusión a su condición de fundador de la Orden de los Antoninos o Antonitas. Maíno muestra una pintura de trazos largos y densos en la zona del celaje, mientras que la construcción del santo se ha llevado a cabo por medio de pinceladas empastadas y zonas de transparencias que luego matiza con sutiles toques que ayudan a definir, con caligrafía de miniaturista, zonas como la cabeza de San Antonio Abad, un fragmento de pintura que presenta algunos detalles de notable calidad (Texto extractado de Ruiz, L.: Juan Bautista Maíno: 1581-1649, Museo Nacional del Prado, 2009, pp. 136-137).
San Juan Bautista. Lienzo. 74 x 163 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno.
Paisaje con San Juan Evangelista, 1612-1614, óleo sobre lienzo, 74 x 163 cm. Museo del PradoRetrato de caballero (1618-23), Lienzo. 96 x 73 cm. Adquirido por el Museo del Prado en 1936. Obra de Juan Bautista Maíno.
El 14 de febrero de 1612 Juan Bautista Maíno firmaba en Toledo el contrato para realizar las pinturas que conformarían el retablo mayor de la Iglesia Conventual de San Pedro Mártir, en la misma ciudad. Maíno se comprometía a realizar el retablo en el plazo de ocho meses, pintando las historias o asuntos requeridos por el prior del convento. Pese al compromiso establecido en el contrato, las pinturas no estuvieron concluidas hasta diciembre de 1614. Entre ambas fechas el artista ingresó en la Orden y en el propio convento, tras profesar el 27 de julio de 1613. Los temas principales eran las representaciones más importantes de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección gloriosa, y se conformaban por ello en imágenes básicas del mundo católico, las fiestas mayores del año eclesiástico, conocidas como las Cuatro Pascuas. El resto de las obras que componían el conjunto, realizadas en un formato más reducido, eran también bastante populares, pero constituían sobre todo ejemplos de la quietud y el desapego mundano a los que aspiraba la vida monástica. Esta obra, junto al San Juan Bautista (P03212) fueron pintados sobre lienzo y destinados a la zona baja o predela del retablo. Las reducidas dimensiones de estas obras, y sobre todo su formato, condicionaron el tipo de composición elegida. La solución compositiva de Maíno fue llevar las figuras a los márgenes laterales de la composición, dejando que fuera el paisaje el auténtico protagonista. Ese protagonismo es algo sin parangón en la pintura española del momento y comparable con lo que se estaba realizando en Roma por las mismas fechas. Para la tela de San Juan Evangelista, Maíno concibió una composición un tanto desequilibrada, situando en la mitad derecha de la obra tanto la figura del santo como los principales elementos paisajísticos, dejando que el mar y el cielo, una compacta masa azulada, ocupen el lado izquierdo. Con esa aparente descomposición refuerza la tradicional visión insular de Patmos y la infinitud marina que rodeaba a Juan mientras componía el Apocalipsis en su retiro en la isla egea. El joven evangelista aparece sentado sobre una roca y acompañado por el águila, su atributo iconográfico. Como corresponde al episodio, está escribiendo, con el libro apoyado sobre la rodilla derecha, cruzada sobre la izquierda; la cabeza alzada, la mirada dirigida a un punto perdido en el cielo, sin duda hacia la visión apocalíptica de María que, contraviniendo las representaciones al uso, no aparece en la composición, sino fuera de ella (Texto extractado de Ruiz, Leticia: Juan Bautista Maíno: 1581-1649, Museo Nacional del Prado, 2009, pp. 133-135).
Recuperación de la Bahía de Brasil. Fray Juan Bautista Maíno. 1634-1635. Óleo sobre lienzo. 309 x 381 cm. Museo del Prado. En 1827 este cuadro pasó de la Real Academia de San Fernando al Museo del Prado. El Museo del Ejército es lo único que queda del antiguo Palacio del Buen Retiro, construido bajo Felipe IV, y contiene su sala más importante, el llamado Salón de Reinos. Para este salón se encargó el lienzo que nos ocupa. Era una sala destinada a recepciones diplomáticas y actos oficiales. En ella, el rey quería exponer lienzos con sus triunfos militares más sonados, como por ejemplo la Rendición de Breda de Velázquez. Maíno pintó la escena de la recuperación por tropas españolas de Bahía de Brasil, importante puerto comercial del imperio colonial que se estaba desmoronando. Maíno, sin embargo, elude el tono triunfalista de las otras pinturas del Salón para realizar casi una alegoría en contra de la guerra. Al fondo, efectivamente, se tiene una vista topográfica de la zona, con los barcos y las tropas después de la batalla. A la derecha, el rey es agasajado a través de su representación en un tapiz. Tras la figura del rey aparece la del valido, el Conde-Duque de Olivares, queriendo simbolizar quién estaba realmente detrás del poder. El general recibe los honores de la victoria, pero todo ello se desarrolla en una esquina, en un plano acartonado que resta volumen e importancia al hecho. La mirada del espectador es captada sin embargo al lado contrario, por una masa de color y personajes que atrae inevitablemente la atención. Allí están las figuras de los heridos en la batalla, junto a las mujeres que los cuidan y unos niños. No hay sangre, no hay dramatismo, tan sólo un cuerpo medio desnudo sostenido en los brazos de una mujer, que bien podría simbolizar la Caridad, pues se halla rodeada de niños y tiene aspecto de matrona (ésta es la manera habitual de representar a dicha virtud). Así pues, en el cuadro de conmemoración de una batalla, lo que realmente protagoniza la escena son las consecuencias terribles de la misma victoria, los muertos y los heridos. Maíno resulta en este sentido increíblemente avanzado para las posturas imperialistas de la España del siglo XVII. Anticipándose al futuro, Maíno es consciente de que las victorias militares de España no son más que humo que pronto se disipará ante el poderío británico y francés. Efectivamente, tan sólo unos años después España perdería de nuevo y definitivamente esta importante plaza brasileña.
Otras obras
La conversión de San Pablo, obra preparatòria de La conversión de San Pablo, obra de Maíno, conservada al MNAC de Barcelona. Obra de Juan Bautista Maíno
Retrato de un dominico Juan Bautista Maíno. Óleo sobre lienzo. 47 x 33,3 cm. Oxford, Ashmolean Museum of Art and Archaeology. Obra de Juan Bautista Maíno
Adoration of the Shepherds, c. 1613. Oil on canvas, 144 x 101 cm. The Hermitage, St. Petersburg. Obra de Juan Bautista Maíno
Magdalena penitente (cerca 1615), atribuido a Juan Bautista Maíno
La Virgen con Santa María Magdalena y Santa Catalina aparecen ante un monje Dominico en Seriano. c. 1630. Óleo sobre lienzo. 203 x 134 cm. Museo del Hermitage. San Petersburgo. Rusia. Obra de Juan Bautista Maíno
Santa Catalina de Siena. Tabla. 118 x 92 cm. Museo de Vilanova i la Geltrú. Obra de Juan Bautista Maíno
Alonso de Santo Tomás. 1648-49
Adoración de los Magos. Juan Bautista Maíno. Óleo sobre lienzo, 315 x 174 cm. 1611-1613. Madrid, Museo Nacional del Prado
En 2009, el Museo del Prado le dedica la primera exposición monográfica a Juan Bautista Maíno (1581-1649) un artista casi desconocido para el público, que el Prado "rescata" del olvido al reunir 35 obras del artista, expuestas junto a autores como Caravaggio, Guido Reni o Carracci, que influyeron en su formación. Además se exhiben siete nuevas obras atribuidas a su mano, gracias al trabajo de Leticia Ruiz, comisaria y jefe del Departamento de Pintura española del Prado. La muestra dedicada a Maino estará abierta desde el 20 de Octubre, hasta el 17 de Enero de 2010.
PUES ESTO ES TODO AMIGOS, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO LA OBRA DE JUAN BAUTISTA MAÍNO, UN PINTOR MUY IMPORTANTE PERO BASTANTE DESCONOCIDO PARA EL GRAN PÚBLICO. EN ELMUSEO DEL PRADO TENEMOS LA SUERTE DE DISFRUTARLO DESDE SIEMPRE Y DESDE LA RETROSPECTIVA QUE EL PRADO LE DEDICÓ EN 2009 SU OBRA ESTÁ MÁS RECONOCIDA.
Fuentes y agradecimientos: museodelprado.es, pintura.aut.org,es. es.wikipedia.org, artehistoria.jcyl.es, arycyclopedia.com y otras de Internet.
Fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario