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lunes, 20 de enero de 2014

El arte del renacimiento

Piero della Francesca

Piero della Francesca nació entre 1410 y 1420 en Borgo San Sepulcro, cerca de Perugia, y murió en el mismo lugar en 1492. Se quedó ciego los últimos cinco años de su vida y un lazarillo le llevaba de la mano a través de las calles de esta pequeña localidad de Umbría.
Después de una época juvenil de formación en contacto con varios maestros sieneses, entró en relación con la corte de Urbino hacia 1445. El entonces duque de Urbino, Federico de Montefeltro gobernaba sus estados como un príncipe ilustrado amante de las artes y las letras. El fue quien encargó el palacio de Urbino a Luciano Laurana y quien llamó también a Paolo Uccello, Piero della Francesca y Melozzo da Forli; además coleccionaba medallas y estatuas antiguas, y el propio Alberti pensó en dedicarle su Tratado de Arquitectura. A esta época pertenece el primer grupo de las obras de Piero: el Políptico de la Virgen de la Misericordia, el Bautismo de Cristo (hoy en la National Gallery de Londres) y la Flagelación de Cristo. La primera de ellas le fue encargada por la Cofradía de la Misericordia de Borgo San Sepolcro y es probablemente la más antigua de las obras conservadas del artista, aunque reúne ya las que serán sus características esenciales: una dignidad y una calma impresionantes que derivan de una monumental colocación de las figuras en el espacio.
La Virgen de la Misericordia, protegiendo bajo su manto a los devotos, reproduce un gesto usual en la iconografía del gótico internacional (tienen composiciones análogas el provenzal Enguerrand Charonton y el catalán Bernat Martorell), pero en Piero esta Virgen silenciosa, de una majestuosidad campesina, irradia sobre sus adoradores una paz admirable, llena de inefable seguridad. La Flagelación de Cristo, conservada aún hoy en Urbino, aparece como un fantástico ejercicio de perspectiva que utiliza elementos de la arquitectura de Alberti (no en vano Alberti, el gran arquitecto, había escrito unos años antes su Tratado de la Pintura en el que explica y divulga el gran invento geométrico de Brunelleschi). En el espacio cristalino definido por las columnas, los arquitrabes y el mosaico del suelo, Piero sitúa unos personajes típicamente suyos, en los que ha reprimido su pasión, su amargura y su violencia para que queden sólo como monumentos llenos de dignidad en un espacio increíblemente sereno.
Alrededor de 1450, Piero estuvo en Ferrara y en Rímini. En la primera ciudad dejó una serie de pinturas que influirían de modo decisivo en los artistas de los que nos ocuparemos a continuación: Cosme Tura, Francesco del Cossa y Mantegna. En la segunda, pintó un impresionante retrato del terrible Sigismondo Pandolfo Malatesta, arrodillado a los pies de su santo patrón, que todavía figura hoy en el Templo Malatestiano de Rímini.
Poco más tarde, a partir de 1452, inició la más importante de sus obras: la decoración del ábside de la iglesia de San Francesco de Arezzo con el tema de La leyenda de la Cruz. Se trata de una de las obras maestras de la pintura universal, particularmente apreciada hoy por la conexión que hay entre el clima rudo, impregnado de seriedad y de fuerza, típicos de Piero della Francesca, y los propósitos del arte del siglo XX.
Su efecto es inolvidable. El peregrino del arte que se siente inquieto por el aspecto de la pequeña ciudad toscana y entra en la iglesia desierta, donde algunos frescos destruidos de Spinello Aretino, el discípulo de Giotto, acaban de conmoverle, queda maravillado al penetrar, detrás del altar mayor, en el coro cuadrangular, libre, ancho, lleno de luz y de color gracias a los frescos de Piero della Francesca. Parecen aquellos muros los más luminosos que existen en la tierra.
Piero della Francesca es el pintor del espacio y de la luz; su gran preocupación era iluminar las escenas y definir las figuras mediante una luz diáfana, la misma del cielo de Italia.
Según una antigua leyenda medieval, cuya finalidad teológica era mostrar la indisoluble relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre el pecado original y la redención por Cristo, la madera con la que se construyó la Cruz procedía de un árbol nacido de una semilla que los hijos de Adán colocaron bajo la lengua de su padre al enterrarlo.

Flagelación de Cristo de Piero della Francesca
Flagelación de Cristo de Piero della Francesca (Galería Nacional de las Marcas, Urbino). La tradición ha creído ver un paralelismo temático entre las dos escenas que se representan y se supone que los tres personajes de la época son el hermanastro de Federico de Montefeltro, flanqueado por dos de los perversos consejeros suyos que tomaron parte en la conjura de los Serafini para matarle. Desde el punto de vista compositivo se ha dicho que Piero calculó esta obra con rigor matemático, tomando como módulo la banda negra que aparece sobre el personaje barbudo.
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