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martes, 23 de junio de 2015

El “boom” del arte después de Botero

El “boom” del arte después de BoteroLa artista Doris Salcedo, famosa por obras como “Plegaria muda” y “A flor de piel”. / El Tiempo

                                        Una reflexión de las razones del crecimiento


El “Financial Times” publicó un artículo sobre la proliferación de artistas contemporáneos colombianos y sobre cómo se posicionan cada vez más en el exterior.

“Los artistas visuales colombianos emergen de 50 años de soledad” es el título de un artículo publicado el 12 de junio en el Financial Times. Su autora, la escritora y crítica Maya Jaggi, habla sobre el panorama artístico colombiano, su expansión y su posicionamiento a nivel internacional.
El pintor y escultor Fernando Botero, dice Jaggi, tuvo su primera exposición en 1951, a sus 19 años, en Bogotá. Luego se convertiría en el artista latinoamericano más exitoso comercialmente. Sus esculturas en bronce ahora se encuentran en varios países el mundo, desde la Armenia postsoviética hasta Park Avenue en Manhattan. Sin embargo, por cinco décadas estuvo casi solo en el foco internacional, de la misma manera como lo estuvo Gabriel García Márquez en el ámbito literario. Ahora, como lo han hecho los escritores, nuestros artistas visuales han salido a la luz para proyectarse por fuera de Colombia. ¿A qué se debe el boom de galeristas, coleccionistas, inversionistas y artistas colombianos que han ganado reconocimiento internacional en las últimas décadas?
Jaggi afirma que la desolación de artistas colombianos en el panorama internacional se debió, en gran parte, a la violencia en América del Sur, en general, y al fenómeno del narcotráfico, el conflicto armado y sus efectos, en particular. El giro se dio cuando a comienzos de este siglo el país empezó a proyectar una imagen de seguridad y a abrirse a inversionistas y visitantes extranjeros. Así, también la escena del arte comenzó a abrirse y a prosperar. En 2005 se celebró la primera versión de Artbo, que poco a poco fue creciendo hasta convertirse, diez años después, en la feria de arte más importante a nivel latinoamericano. El año pasado se celebró la Feria Internacional de Arte en Cartagena y todos los años se realizan los salones nacionales y regionales de artistas. Sólo en la capital ha habido una proliferación de pequeñas galerías y ferias locales, varias de las cuales se celebran en octubre, en la llamada Semana del Arte. “Si no estoy mal, en 2008 había sólo un espacio independiente en Bogotá. Hoy en día hay cerca de cincuenta en el país, veinte o treinta de ellos sólo en la capital”, dice Jaime Cerón, curador, crítico e investigador vinculado a la Fundación Misol, inaugurada el 23 de octubre del año pasado. En 2014 Colombia fue, además, el país invitado a Arco Madrid, la feria de arte contemporáneo más grande de España.
Aunque la violencia pudo ser una de las causas de la invisibilidad del arte del país, también ha sido su materia prima, su motivación. El arte colombiano contemporáneo está plagado de reflexiones sobre la memoria, la violencia, la reparación simbólica, y ello lo demuestran las obras de Óscar Muñoz, Miguel Ángel Rojas, Clemencia Echeverri, el más joven Óscar Murillo y Doris Salcedo, que llegó a craquear el piso de Tate Modern en Londres con Shibboleth (2007). En mayo el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago presentó una retrospectiva de 30 años de la artista, que a partir del 26 de junio se exhibirá en el Museo Guggenheim de Nueva York y desde el 6 de mayo de 2016, en el Museo Pérez de Miami. Sin embargo, dice Jaggi citando a José Roca, curador y director de Flora Ars+Natura, hay toda una nueva generación de artistas que no quiere ser encasillada y que está interesada, como lo está el espacio que él dirige, en explorar la relación entre arte y medio ambiente.
El artista cartagenero Oswaldo Maciá, recientemente entrevistado por este diario, afirma que la proyección internacional se debe, en parte, a la diáspora de artistas, y que la migración siempre ha sido connatural al oficio del arte, cosa que sucede, sobre todo, porque hay ciudades en las que la industria está más en el centro de la economía y la cotidianidad: “En el siglo XVIII le llegó una carta de protesta al rey de Inglaterra por la emigración de pintores holandeses que trabajaban para la corona y dejaban sin trabajo a los artistas locales. Los artistas siempre nos hemos movido como los pescadores, que van a donde está el cardumen: Nueva York, Londres, y pare de contar. Y en Inglaterra sí se sabe que el arte es una industria, y una industria que pesa y que se sabe multinacional. Si mi obra está en Tate Britain, 20.000 espectadores la ven semanalmente. Así de simple”. Artistas como él y Óscar Murillo, que vive y trabaja en Londres, han optado por desarrollar su obra por fuera del país, posicionándose tempranamente en los círculos artísticos y en el mercado extranjero.
El boom, sin embargo, se ha venido dando progresivamente, desde las épocas en que Marta Traba guiaba el sendero del arte en Colombia, con miras a “modernizar” el arte del país. Juan Antonio Roda, Édgar Negret, Ana Mercedes Hoyos, Enrique Grau, Eduardo Ramírez Villamizar, Fernell Franco, Beatriz González, Adolfo Bernal, Hernán Díaz, Sara Modiano, Feliza Bursztyn, Armando Villegas, Manuel Hernández, Miguel Ángel Rojas y Óscar Muñoz son sólo algunos de los nombres que hicieron parte del panorama artístico en el siglo pasado. Algunos de ellos, como Miguel Ángel Rojas (con sus obras conceptuales e instalaciones que giran en torno a la sexualidad, la cultura marginal, la violencia y las drogas) y Óscar Muñoz, con una producción que reflexiona sobre la violencia y la memoria, se proyectan ahora en el panorama internacional. Aunque ha habido un aumento de artistas, una confianza renovada en que se puede vivir del arte y también un aumento de residencias e intercambios (como afirma María Mercedes González, directora del Museo de Arte Moderno de Medellín), otros, como José Roca, dicen que en realidad “no se trata de un boom de producción, sino de visibilidad. Como el país estaba cerrado a la mirada externa, la gente no podía creer en la riqueza del arte que encontraría”.
Como le dijo María Paz Gaviria, directora de Artbo, a Maya Jaggi, “el arte colombiano ha sido efervescente desde hace ya un buen tiempo, pero los visitantes internacionales han crecido exponencialmente”. De 80 en 2012 el número ha crecido a 350, afirma Jaggi, que también defiende la tesis de que la atención internacional ha crecido por la confianza de los coleccionistas locales.
Fuente
http://www.elespectador.com

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