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jueves, 17 de noviembre de 2016

El American Museum of the Cuban Diaspora abre sus puertas en Miami

American Museum of the Cuban Diaspora. (AMCD)
Alejandro Anreus.
El American Museum of the Cuban Diaspora se inaugurará el 19 de noviembre en Miami con la exposición Dictadores, terrorismo, guerra y exilios, de Luis Cruz Azaceta.
El Museo se fundó en 1996. Ha operado sin paredes durante dos décadas, hasta este noviembre en que se abre su sede permanente en 1200 Coral Way.
La construcción comenzó gracias a una subvención del condado Miami-Dade. Desde 2006 hasta hoy se ha extendido el proyecto de edificación de las instalaciones. 10 años que no son un período inusual en estas empresas.
El Museo ha pasado por varios momentos, algunos felices y otros difíciles, como el anuncio de la dotación de 10 millones de dólares en 2004 o la interrupción de la financiación entre 2010 y 2013 cuando fueron congelados los fondos por la crisis financiera, según enumera Ileana Fuentes, directora fundadora de la institución.
DIARIO DE CUBA ha querido entrevistar a Alejandro Anreus, presidente del Comité Asesor de Colecciones y Exposiciones del Museo, historiador del arte y académico.
¿Por qué del Cuban Museum al American Museum of the Cuban Diaspora? ¿Qué hay en un nombre? ¿Alguna cuestión shakespeareana? 
Fue la Junta de Directores quien decidió el cambio de nombre del Museo. No es ni una resta ni una estrategia de separación. Es una base que enmarca la historia del exilio/diáspora, no una limitación.
Se trata de incluir, de sumar. Y también de integrar estas historias a la "Historia" de la emigración a Estados Unidos de otros latinos (chicanos, nuyoricans, dominicanos).
En Estados Unidos existen los museos que se llaman "culturally specific" como el Studio Museum de Harlem, El Museo del Barrio y el Chicano Museum. Y esa definición es un punto de identidad y partida, no de exclusivismo. A esta lista se sumará el American Museum of the Cuban Diaspora.
El nombre no implica un "examen ideológico". Todo creador que viva y labore en la diáspora tiene en este museo "su casa". Los valores por los que se juzgará el arte son calidad estética, importancia histórica y trayectoria profesional.
¿El Museo se dedicará solo al arte de la diáspora o podrán exponer otros artistas cubanos? ¿Las muestras serán solo de cubanos o el calificativo 'Cuban' no será una restricción? 
Se exhibirá y presentará la cultura de la diáspora, pero no será exclusivamente de Estados Unidos, sino de nuestra diáspora universal. También habrá colaboraciones con otras culturas latinas en el país, desde los nuyoricans a los chicanos, dominicanos  y haitianos.
Queremos que haya un diálogo visual con todo el arte latino-norteamericano.
La colección del Museo, ¿qué esperan que sea? ¿Digna de la censura de la Seguridad del Estado? ¿Objeto de la quema de la secta de Marinetti? ¿La liebre de Beuys que resulta que no está muerta y que se escapa de los inquisidores?
Todo lo opuesto. Ni digna de la censura, ni presa de la secta de Marinetti, ni liebre de Beuys. En todo caso más que una liebre, una gallina.
Aspiramos a tener una colección histórica. Las tres primeras vanguardias del arte cubano (Peláez, Ponce, Enríquez; Cundo Bermúdez, Carreño, Lozano, Portocarrero; Rafael Soriano, Estopiñán, Eiriz, Pellón...). Los Cuban-Americans: desde Cruz Azaceta hasta Ana Mendieta, María Brito, Arturo Rodríguez, Teresita Fernández; desde los artistas del Mariel hasta los que están llegando hoy mismo.
Desde pintura a grabado, desde instalación a vídeo y performance…
Algo que no quepa en una "cajita". Una colección que sea muy variada y refleje el pluralismo (un pluralismo como el de Estados Unidos).
Un arte anti-Seguridad del Estado. Un arte de herejes y no de inquisidores.
Los must-have del Museo. ¿Qué muestras ya hay en planes? ¿Qué artistas les gustaría que expusieran en él?
Parte de la respuesta es la anterior.
Dentro de las exposiciones más próximas se encuentran In Distant Landscapes (En paisajes distantes), una muestra colectiva que enfoca geográficamente a los artistas de la diáspora desde Miami al norte y centro-oeste y oeste de los Estados Unidos, después Europa y Latinoamérica. Luego tendremos Cuban Expressionism: From the Present to the Past (Expresionismo cubano: del presente al pasado).
En planes hay una exposición sobre Amelia Peláez y otra dedicada a Daniel Serra Badué, el pintor santiaguero.
O una exposición en la que se aúnan Antonia Eiriz y Gina Pellón, en un contraste de luces y matices, desde la intensidad hasta lo goyesco, desde la sensualidad a lo sombrío.
El Museo abre sus puertas con Luis Cruz Azaceta y su exposición 'Dictadores, terrorismo, guerra y exilios'. Una inauguración es un ritual y han elegido a Azaceta como chamán, como danzante enmascarado, como oficiante de esta misa. ¿Por qué Azaceta? ¿Qué se podrá ver en su muestra?
Cruz Azaceta es un artista emblemático. Fue, junto a los difuntos Juan González y Ana Mendieta, de los primeros en entrar a museos y galerías nacionales e internacionales. Es un expresionista social cuyo estilo está en una constante evolución y experimentación plástica, mientras que su temática es constante: el ser humano resistiendo en un mundo brutal. Un grito de rebelión y esperanza.
Además, es un artista siempre reinventándose y de un gran compromiso humanista: en su obra están la víctima y el verdugo, el destino del ser humano en medio de los conflictos políticos. En fin, una pintura de y sobre la resistencia. Podríamos decir que es "una voz en el desierto".
Esta muestra es temática, no retrospectiva. Presenta y examina los temas obsesivos de Azaceta: dictadores y exilados, terror y resistencia. Es un pintor de la realidad histórica de nuestro tiempo, como lo fue Max Beckmann en el suyo.
Y tenemos el honor de acoger la primera muestra personal de Cruz Azaceta en un museo de Miami.
El arte en el exilio: ¿una caja de Cornell, una instalación visceral e íntima como las de Annette Messager, un espectáculo al estilo de Christo o el artivismo de Tania Bruguera?
Múltiple y diverso, figurativo y abstracto, a-político y social.
Desde una abstracción metafísica de Rafael Soriano a un preso gesticulando de Roberto Estopiñán. Una composición de sexualidad torturada de Agustín Fernández y un monstruo de Antonia Eiriz. Una instalación sobre identidad de María Brito y una foto delicada de Silvia Lizama. Una cerámica de Juana Valdés de barquitos de papel y un paisaje de Humberto Calzada.
Una pregunta personal. A Alejandro Anreus, crítico, curador, académico, historiador del arte, si los grandes museos e instituciones del mundo le ofrecieran elegir una obra de arte cubano para el American Museum of the Cuban Diaspora, ¿cuál elegiría?
No me parece justa la pregunta, pues me limitan a una sola obra. Permítanme dos o tres.
Del siglo XIX un óleo de Guillermo Collazo titulado "Patio". Es una pequeña tela en la colección del Museo Nacional en La Habana. La vi cuando era niño y no se me ha olvidado: pintura pura, pura luz. "La demasiada luz" de la Isla, como decía Eliseo Diego.
De la primera mitad del siglo XX, "La jungla" de Lam que tiene el MoMA: es todo lo que somos como nación y como tribu, una visión muy personal y también un planteamiento poscolonial. Es surrealista y, a la vez, tan cubana. Y pintada sobre papel, con una bella anarquía pictórica.
De las cosas más actuales: dos obras. Un tríptico de Arturo Rodríguez donde las figuras y la tradición de la pintura occidental tienen una batalla existencial. Una instalación de fotos de Magdalena Campos Pons donde identidad racial, sexual y espiritual revelan un discurso plástico. Me pasé de tres…
¿El arte cubano ahora mismo? ¿Móvil o inmóvil?
De la Isla no puedo hablar con bases, pues me fui en 1970 y no he vuelto. Lo que conozco fuera de ella refleja la pluralidad de lo que fuimos, somos y seremos. Móvil y en movimiento perpetuo. No me refiero a artistas que son "pintores de cámara" del régimen como Kcho, sino a auténticos creadores como la difunta Belkis Ayón, Sandra Ramos, Tania Bruguera y sus contemporáneos en el exilio, sean el difunto Juan Boza, María Martínez Cañas, Demi, Florencio Gelabert Jr. o el joven pintor Dayron González.
Hay tanta movilidad. El arte cubano de la diáspora conecta o no con las tradiciones. Tiene un horizonte amplio. Y sobre todo es abierto: los artistas Cuban-Americans se ven también no solo dentro de su insularidad, sino también como artistas latinos de Estados Unidos.
El arte cubano: móvil y en movimiento perpetuo.
Fuente

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