The face of our time: Russian avant-garde art from the Bekkerman Collection es una de las exposiciones más amplias sobre el arte ruso-soviético que se haya visto en los últimos años en Miami. Cuenta con más de 60 obras entre pinturas, collage, dibujos y esculturas. Entre todas abarcan, fundamentalmente, alrededor de medio siglo, desde 1914, (comienzo de I Guerra Mundial) y 1961 (construcción del Muro de Berlín, del que justamente en 2019 se cumplen 30 años de su caída en 1989).
Es realmente una excelente oportunidad para hacer un recorrido amplio por el arte de un país que, a lo largo del siglo pasado, fue devastado por revoluciones, guerras civiles y, también por dos Guerras Mundiales y el terror totalitario comunista.
En 1914 Rusia era un país feudal, donde la modernidad se había abierto paso de manera discreta. Las modas de Europa, y en particular de Francia, eran seguidas con mucho interés en la corte zarista. Por lo que no es casual que muchas de las pinturas de las dos primeras décadas del siglo XX, tuvieran influencia de lo que se hacía en las capitales europeas de ese tiempo.
En esta exposición, los paisajes campestres de Vladimir Burliuk, Landscape, (cerca 1910) y Boris Grigoriev, Landscape with a Yellow Field, (principios de 1920), son claros ejemplo de esos contenidos. Pero también las referencias a la cultura popular y el folklore, o las huellas del proceso de modernización en el mundo rural y urbano, son adoptados por muchos artistas presentes en la exposición. Y, del mismo modo, es notable en ellos también los estilos europeos más influyentes como el post impresionismo, cubismo o el fauvismo. Ello es visible en las pinturas de Alexander Bogomazov, cuyas obras tienen el eco de las influencias cubistas. En cambio, Vladimir Burliuk, tiene una clara inspiración post impresionista.
‘Abstraction in Blue’, circa 1912, de Alexander Bogomazov. Óleo sobre lienzo, 9 x 10.625 pulgadas.
The face of our time(…) enseña al mismo tiempo un grupo de obras y artistas, entre otros, Bogomazov y, de manera muy prominente Natalia Goncharova, muy representativos dentro del llamado cubofuturismo ruso. Tendencia que, entre 1912 y 1915 marca el paso de la vanguardia en el escenario artístico de Rusia. El cubofuturismo articula una poética muy audaz entre, de un lado, el cubismo y, del otro, el futurismo italiano. Del primero, el cubofuturismo toma el interés por la formas y descomposición de las figuras, mientras que del futurismo asume su vocación por la velocidad y el movimiento. Es una percepción artística sobre la velocidad y el movimiento que puede interpretarse como expresión sobre la realidad dominada por el despotismo. La Rusia zarista necesitaba velocidad y movimiento, sus vastísimos territorios permanecía bajo códigos sociales y productivos feudales. La entrada de Rusia en la I Guerra Mundial en 1914, no hizo más que agudizar todas las contradicciones, explotando violentamente tres años después, en 1917, con la Revolución de Octubre.
El cubofuturismo habilita la entrada en Rusia del dadaísmo que había sido el movimiento más radicalmente rompedor de las primeras vanguardias europeas. Rusia, no es al excepción, y el Dadá es sumamente rico y prolífico como mostraba magistralmente la exposición Dadá Ruso 1914-1924(Museo Nacional. Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 2018). En The face of our time(…) se contemplan obras fechadas de ese período de aproximadamente ocho años que ya están pulsando el suprematismo (de Malevich), como por ejemplo se puede apreciar en la obra de Vasili Ermilov Suprematist Composition, 1916-1917. Un suprematismo que proponía la ruptura radical con el arte anterior y sus referencias figurativas a la naturaleza, abriendo así las perspectiva del arte abstracto y de la abstracción geométrica.
Pero hay también en estas obras elementos expresivos que se inscriben claramente dentro de lo que luego sería el movimiento constructivista. Las obras de Alexander Bogomazov, Abstract Composition, 1915 y de Yuri Annenkov Autumnal Collage, 1922, son ejemplos de ello.
El constructivismo que renovó la estética del arte, el diseño y la arquitectura del siglo XX, ya asomaba como vanguardia artística cuando en 1917, la Revolución de Octubre destrona al Zar y se abre paso una nueva sociedad basada en la ideología comunista. Por lo que se establece una estrecha relación entre la vanguardia artística y lo que, en aquel entonces, era la vanguardia revolucionaria.
El arte aplicado del constructivismo y su versión más radical, el productivismo, será una ideología fundamental de esta vanguardia, en su afán no ya de representar el mundo, sino de ayudar a transformarlo.
dmatos66@gmail.como
“The face of our time: Russian avant-garde art from the Bekkerman Collection”. Lowe Art Museum. University of Miami. 1301 Stanford Dr, Miami. Hasta el 26 de mayo. www.loweartmuseum.org
Dennys Matos es crítico de arte y curador independiente. Reside y trabaja entre Miami y Madrid.
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