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lunes, 6 de abril de 2020

La burbuja del mundo del arte se pone a prueba con la pandemia

La burbuja del mundo del arte se pone a prueba con la pandemia

En medio de la incertidumbre, los inversores vislumbran vías alternativas a las artes clásicas: bolsos de alta costura , zapatillas, muebles ... ¿Valores seguros o tendencias efímeras?


Hace apenas un mes el mundo del arte y el coleccionismo esbozaban una leve sonrisa. En los stands presentes en ferias como ARCO o Urvanity-art (certamen que llega a su cuarta edición focalizado en el arte más joven y atrevido) se respiraba optimismo... sin echar las campanas al vuelo porque el destrozo de la crisis del 2008 sigue presente. Entonces, muchos coleccionistas desistieron en su empeño y algunas galerías echaron el cierre… Pero hace apenas un mes el mundo giraba y todo era posible. El horizonte esperanzador y un hasta un poco efervescente. Y en esas, llegó el coronavirus. Las ferias se cancelan o posponen, las expectativas se han ido al traste y la incertidumbre llama a la puerta. Tal vez los métodos de visita online a galerías y casas de subastas ayuden a aplacar los efectos, pero no hasta el punto de ver qué depara el futuro más inmediato.

¿Valores refugio?


Los expertos son claros: “Todo es muy volátil”. La cautela se impone después de dos años de cierta alegría


¿Cómo será el paisaje cuando amaine? ¿Qué valores refugio, mínimamente seguros, quedan para invertir? ¿En cuáles confiar? ¿Quién se atreverá ahora a empezar a coleccionar y en qué? En medio de la niebla se vislumbran otras vías alternativas a las clásicas, prendas y accesorios de alta costura, posibilidades como bolsos de alta costura, zapatillas deportivas de edición limitada, tal vez fotografía histórica, un cierto tipo de pintura contemporánea relacionada con el grafiti o las artes “callejeras”. ¿Posibilidades seguras? Los expertos hablan claro: “Todo es muy volátil”.




'Love is in the bin' (el amor está en la papelera) en la subasta de Sotheby's. La obra de Banksy quedó reducida a tiras gracias a un truco del propio artista, su precio (rasgado y todo) superó el millón de libras (Jack Taylor / Getty Images)AMPLIAR


La esperanza es que no todo acabe como la célebre obra de Banksy hecha trizas justo en el momento de ser comprada en subasta.La cautela se impone. Después de dos años de cierta alegría compradora a nivel global (2017 y 2018) en 2019 el mercado del arte se resintió en torno al 13% respeto al año anterior, según la prestigiosa consultora londinense Art Tactic. El 2020 ya se presenta como un año de transición.


Los nuevos campos expositivos que en los últimos años han explorado los grandes museos –vestidos, bolsos, joyas, complementos- tienen una respuesta en la agenda de las casas de subasta. En la imagen, joyas de María Antonieta subastadas en Nueva York (Drew Angerer / Getty Images)AMPLIAR




“No es una verdad absoluta que comprar arte sea una buena inversión, dependen de muchas cosas, el artista, la etapa de creación, la época, la técnica. El mundo del arte está muy sujeto a cómo respira la economía global”, apunta Llucià Homs, analista y experto en el mercado del arte, durante muchos años galerista y, entre otras inquietudes, creador del simposio internacional Talking Galleries. “Esta crisis actual se va a notar en términos de número de transacciones y en volumen (de negocio), pero eso no significa que, cuando pase todo, el valor de las obras de arte baje necesariamente de valor. El mercado –ilustra- iba ligeramente a la baja pero se mostraba sólido. Ahora habrá que ver. La volatibilidad se impone”.

El analista


“El mercado iba a la baja pero se mostraba sólido. Ahora habrá que ver: tal vez, cuando pase todo, el valor de las obras no baje” 


LLUCIÀ HOMS Experto en el mercado del arte, creador de Talking Galleries

Más allá del coleccionismo de altos vuelos que, en general, da réditos inmediatos a vendedores y garantías de revalorización casi segura a compradores, apenas quedan refugios que se presenten como la panacea. Sin embargo existe una cierta conexión entre lo que marca tendencia (¿efímera?) y las nuevas tendencias expositivas en los museos más prestigiosos e influyentes (Met, MoMA, Victoria Albert, Arts Decoratifs de Paris…) donde se muestran como arte objetos que antes se consideraban artesanía de lujo, pero artesanía. Los bolsos, los vestidos, los zapatos y las joyas han adquirido un estatus museístico del que antes carecían y se han hecho un hueco constante en las pujas de las casas de apuestas en las que ya se habían colado los relojes antiguos o los vinos de alta gama.


Un bolso Birkin de Hermès subastado en Bonh am's, Londres. Los bolsos de alta costura se han convertido en objetos muy preciados hasta el punto que hay modelos, los más exclusivos, que superan los 60.000 euros en las pujas (Rune Hellestad - Corbis / Corbis via Getty Images)AMPLIAR



Así, el pasado 12 de marzo en una subasta online de Sotheby’s Londres de bolsos, se pagaron 62.500 libras (67.000 euros) por un bolso de Hermès cuyo precio de salida era de 40.000. La pieza no era antigua ni histórica, sino perteneciente a la colección de 2018 de Hermès: un Kelly 25 Retourne azul zellige mate de cocodrilo del Misisipí y complementos de paladio. Fue la pieza más cara de una subasta en la que muchos bolsos (Chanel, 21 Century…) rondaron los 12.000 euros.


Unas zapatillas Converse Weapon con los colores de los Ángeles Lakers y la firma de Earvin Magic Johnson subastadas el pasado noviembre en la casa de subastas Julien's, de Los Ángeles (Rodin Eckenroth / Getty Images)AMPLIAR


“Antes del coronavirus estábamos al final de una época. Todo el sector ha cambiado mucho y está en proceso de reconfiguración, de un cambio de ciclo y de soportes”, analiza Juan Naranjo, galerista, experto en fotografía y en documentos antiguos artísticos e históricos. En su reciente visita a Arco, Naranjo noto la creciente presencia “del arte textil, de la cerámica, del arte conceptual, de la fotografía feminista, porque buena parte de las artistas conceptuales (de los 70) era mujeres”. Una prueba de ello, apunta, es la notoriedad que ha tenido, por ejemplo, la obra de Eulàlia Muñoz (1926-2011) en el MoMA o el MNAC de Barcelona.

El galerista

“Antes del coronavirus estábamos en un cambio de ciclo y de soportes. En ARCO vi mucho arte textil, cerámica, fotografía feminista...” 


JUAN NARANJO Experto en fotografía y documentos históricos


¿Pero hay margen ahora mismo para que aparezcan nuevos coleccionistas? ¿Más jóvenes? “La crisis eliminó a muchos de ellos en el sentido que sintieron un desapego, compraron por 10 y luego no podían revender ni por 3. En otros países sí se ve un cambio generacional en Sothebys Hong Kong el 50% de los compradores era millennial y en Art Basel un 35%. Aquí, no”, certifica.


Naranjo apunta al fenómeno de las subastas de zapatillas deportivas entendidas como objeto artístico. ¿Un valor refugio de futuro? Tal vez, aunque no hace falta llegar al extremo del coleccionista que pagó 407.000 euros (437.000 dólares) por un par de zapatillas de Nike fabricadas en 1972 (en los albores de la compañía) por el cofundador Bill Bowerman con su famosa técnica de moldear suelas con la gofrera de su casa.


¿Nuevos coleccionistas?


Los ‘millennials’ empiezan a acercarse a las ferias de arte y nuevos comisarios toman las riendas de los museos más avanzados


En todo caso, el galerista defiende que su campo de estudio, la fotografía, especialmente la histórica, puede ser un valor refugio para coleccionistas. “Tal vez por 5.000 o 6.000 euros puedes tener una foto de Brassaï cuando una foto de un artista contemporáneo puede costar 7.000”. La llegada de conservadores jóvenes a museos importantes están cambiando la visión de qué es arte y qué es digno o no de ser expuesto. Son los mismos museos que ahora intentan mostrar sus fondos y salas con visitas guiadas virtuales.


El arte contemporáneo, en la imagen una subasta de Christie's en Nueva York, sigue siendo el plato fuerte de un cierto coleccionismo clásico, los millenials que se acercan a este mundo, con menos poder adquisitivo, y otra visión, buscan otros objetos y discursos artísticos (Spencer Platt / Getty Images)AMPLIAR


Enric Esteban es el director de la casa de subastas online Setdart, con sedes en Barcelona, Madrid y València. “Cuando empezamos en 2004 a la gente le costaba el hecho de que pusiéramos su pieza a la vista de todos… en días como los que estamos viviendo con el confinamiento las conexiones se han multiplicado del mismo modo que el pequeño coleccionismo se ha multiplicado. Esteban defiende que hoy en día “es posible descubrir y reencontrar piezas de valor, hay muchas colecciones circulando”, remarca. Esteban nota un creciente interés por el mueble antiguo, “ya sea por piezas verdaderamente excepcionales o muebles que se fabrican en series limitadas de piezas icónicas”.


Mientras conversa con Magazine, en la web de Setdart se puede pujar por una bandera conmemorativa de los años 50 del Manchester United, ocho sillas diseñadas por Arne Jacobsen o una acuarela de Josep Tapiró. Ninguno de estas piezas tienen un precio de salida de más de 6.500 euros. Esteban resalta la “democratización” que ha supuesto el acceso online a galerías y subastas y apunta que al arte contemporáneo, con sus altibajos, sigue siendo el más demandado.
El experto en subastas online


“Es posible descubrir piezas de valor; hay interés por el mueble excepcional o por series limitadas de piezas icónicas de diseño”

ENRIC ESTEBAN Director de Setdart



La cuestión, apuntan los expertos, es hasta qué punto, dentro de un tiempo, seguirá vigente el valor que se le da a una pieza. “Hay que recordar como algunas piezas de pintores catalanes del siglo XIX han perdido la mitad de su valor”, recuerda Llucià Homs. “Hay que ver –completa Juan Naranjo–hasta qué punto una tendencia lo es o se convierte en algo efímero de un corto espacio de tiempo, por eso hay que explorar otras vías. ¿El futuro? No sé lo que pasará”. Es lógico, el mundo del arte y del coleccionismo es capaz de crear burbujas muy resistentes e impermeables, ajenas a lo que pasa en el mundo exterior, pero también muy frágiles. La que está creando como escudo ante los efectos del coronavirus, curiosamente, no parece ni una cosa ni la otra.

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