'Trilogía marroquí 1950-2020' reúne 250 obras desde la época de la independencia hasta la actualidad. Se puede ver hasta el 27 de septiembre
La primera impresión de la muestra ‘Trilogía marroquí 1950-2020’ que se acaba de inaugurar en el museo Reina Sofía de Madrid es que es gigante. Son 250 obras junto a documentos de archivo -documentales, películas, revistas-, lo cual es una cifra alta, pero también se trata de una cuestión de sesgo. “Es que el arte marroquí es un gran desconocido y esta exposición es un descubrimiento”, comenta Manuel Borja-Villel, director de la pinacoteca y comisario de la muestra junto a Abdellah Karroum. Y también porque es la primera vez que se expone un trabajo de investigación que refleja la historia de un país que tenemos a solo 14 kilómetros. Pueden verla estos días de Semana Santa, pero si quieren evitar aglomeraciones abre hasta el 27 de septiembre.
La exposición se incluye en la línea de trabajo de investigación decolonial del museo, puesto que comienza con la época de la independencia en la década de los cincuenta después de más de cuarenta años de protectorado francés y español. Se circunscribe a tres etapas temporales: hasta los setenta, los años de plomo hasta 1999 y finalmente la Generación 00 desde los 2000 hasta la actualidad. Y se atiene a las tres ciudades con mayor efervescencia cultural en este tiempo: Tánger, Tetuán y Casablanca.
“Son artistas que tienen una mirada exterior hacia la modernidad aunque para nosotros fuera de fecha. Tienen otras lógicas. Por otro lado, hay una voluntad internacional de conocer el mundo. Miran a la modernidad, pero también a la tradición con la mezcla de colores, la caligrafía, que para ellos es un elemento místico, y los números. Y tienen fuentes distintas a nosotros”, explica Borja-Villel durante el recorrido por la exposición sobre los artistas que pueblan la muestra, algunos de los cuales se encontraban hoy por las salas del museo (y que a punto han estado de no poder venir por las restricciones de los vuelos desde Marruecos desde ayer noche). Esta exposición, por otra parte, se ha podido hacer gracias a la Fundación Nacional de Museos de Marruecos, el Museo Mohammed VI, del que han salido algunos cuadros, el Mathaf: Arab Museum of Modern Art – Qatar Museums de Doha, del que han salido otros y la Qatar Foundation. “Y su trabajo de campo se hizo antes de la pandemia”, añade Borja-Villel.
La independencia
Todo comienza con la Escuela de Bellas Artes de Casablanca en los cincuenta donde lo que más interesa es la abstracción. De esa época son artistas como Ahmed Cherkaoui, que supo aunar las tradiciones iconográficas marroquíes y lo estético modernista, lo que lo convirtió en un precursor clave del Grupo de Casablanca. Tiene influencias de la Bauhaus de los años veinte y de artistas como Kandinsky. En este grupo también destaca André Elbaz, quien después de los atentados del 11S considerará que el arte ha muerto (y cortará todas sus obras y las meterá en tarros).
Como es la época de la independencia surgen revistas que se utilizan como medio para descolonizar la historia y convencionalismos del país. Aparecen publicaciones como Souffles (1966-1972), Lamalif (1966-1988) e lntégral (1971-1978) y se crearon espacios en los que era posible debatir la modernidad, la construcción nacional y otras cuestiones fundamentales. Fue un tiempo en el que Tánger se convirtió en un importante centro cultural a nivel mundial con figuras como la de los escritores Paul Bowles y Mohamed Choukri y autores de la generación beat.
Años de Plomo
Pero después de los años de cierta libertad suelen llegar las olas reaccionarias y eso ocurrió a partir de los setenta con los golpes de Estado. Son los años de plomo. Aquellos espacios más libres, como habían sido Tánger, Casablanca y Tetuán, se redujeron y comenzó a aparecer un arte más político y combativo. Como el de Latifa Torjani, que estuvo en prisión. O el de Mustapha Hafid que en ‘Universo misterioso’ utiliza los colores de la bandera de Marruecos y que trajo consigo la polémica. En esta sala se puede ver el documental ‘Antes del ocaso (2019), de Ali Essafi, sobre la vida cultural de los años setenta que reúne una importante selección de materiales de archivo -obras de arte, películas, música, voces, etc.- para recrear el ambiente de aquellos momentos de la historia de Marruecos.
Junto a este arte más comprometido está otro que, aunque puede parecer más naif, también tiene su compromiso. Como el de Chaibia Talal, que es una artista hoy muy cotizada y que retrata a las mujeres en muchas de sus obras. Con gruesas pinceladas de colores vivos, saca a la luz escenas de compromiso social. Algunas de sus colegas, como Fatima Hassan, cuya obra ‘Escena’ (1992), en la que aparecen mujeres en distintos espacios, comparten esa posición.
Otro de los documentales que se pueden ver es ‘Sobre algunos sucesos sin importancia’ (1974), de Mostafa Derkaoui, que estuvo prohibido y solo llegó a proyectarse una vez, en París en 1975. Derkaoui y otros jóvenes cineastas entrevistan a poetas, artistas, actores y gente anónima por la calle. El cuestionario era sobre cómo podría ser un cine nacional marroquí emergente pero al final se acaba hablando de política y de cuál era la situación del país.
Generación actual
La última parte de la exposición, la que se inicia con la Transición democrática a finales de los noventa, comienza con la Generación 00, que reflexiona sobre un país “sin memoria”, puesto que apenas se han conservado los archivos, y “sin salario”, por la situación precaria. Pero también hay un afán de internacionalización como muestra la obra de Mounir Fatmi con el logo de Al Jazeera, el primer canal internacional árabe.
Las mujeres artistas se detienen en el papel de la mujer en la sociedad como hace Maria Karim en una película sobre una mujer que se quiere marchar de Marruecos o Joukaina Joual, con la historia bíblica de Adan y Eva. Faouzi Laatiris, por su parte, recrea con bolsas de basura -los desechos- las pateras (a partir de esta década van a estar bastante presentes).
"Seguimos teniendo mucho público local, aunque hemos perdido el 70% del total. Esto cambiará con la vacuna”, dice Borja-Villel
El Atlas, el Rif como un entorno casi místico, los vendedores, una película que mediante un travelling se adentra en la frontera y el paso del Estrecho, donde al principio todo parece en orden, pero luego resulta ser un caos. Estos son los objetos de reflexión de los artistas marroquíes actuales, entre los que se cuela el mural carnavalesco de Yassine Balbzioui ‘Fantasía’, que ha pintado en una de las paredes del museo en estos últimos días (y que todavía no se sabe qué se hará con él).
Y con esta exposición, el Reina Sofía da comienzo a la programación de 2021, la primera gran condicionada por la pandemia. Borja-Villel la afronta con optimismo. “Seguimos teniendo mucho público local, aunque hemos perdido el 70% del total. Esto cambiará con la vacuna”, sostiene el director del museo que, no obstante, se queda con la cara buena: “con la pandemia, las exposiciones se están convirtiendo más en laboratorios de imaginación radical. Creo que tenemos que aprovechar este trabajo de reflexión”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario