¿Para qué sirve ir a una feria de arte? Llegó el momento de hacer la pregunta. En lo que a mí respecta, me ha servido para confirmar empíricamente una hipótesis: en el mundillo del arte mexicano importa calzar Converse blancos. Es una especie de código, como el pez de los primeros cristianos o el puño arriba de los comunistas. Pertenecemos a la misma secta, camarada.
PREDECIBLE Y ABURRIDAS
Quizá por eso este año Maco fue de lo más predecible. Y la Material Art Fair, la feria que, si crece, le podría competir, fue igualmente aburrida. Todo es lo mismo, stand tras stand: grafiti-alta costura-artes decorativas sofisticadas. Y, por supuesto, críticas al capitalismo, que no se puede hacer arte hoy en día sin que se critique al mercado y se gane mucho dinero en el proceso.
De las dos ferias me resultó ligeramente más atractiva la Material Art Fair. Si alguien es un coleccionista nuevísimo, la Material Art Fair le exponía a pequeñas galerías nunca antes expuestas en México. Proyectos y espacios de Oakland, Brooklyn, Berlín, Guatemala, Bruselas, Oaxaca y Monterrey, por mencionar algunos. Lugares que están más o menos en los márgenes del mercado. Está bien, pero sería fantástico ver obras más arriesgadas: obras que no parezcan todas hechas con calcetines y pintura Vinci.
Lo más interesante de esta pequeña feria es que, a diferencia de Maco, las actividades paralelas de Material Art Fair sacaban al visitante del hotel Hilton (su sede) y lo llevaban a recorrer la escena artística del DF: el Museo del Chopo, el Museo Jumex, El Eco. O sea que a los responsables de Material Art Fair sí les interesa que su público sepa de arte, no sólo de finanzas. Interesante.
Había poca gente en la Material, ojalá el público le alcance para repetir el año que viene. Maco necesita una competencia seria para dejar su zona de confort.
concepcion.moreno@eleconomista.mx
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