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jueves, 25 de junio de 2015

En el arte puede haber otra idea de propiedad


La promotora de arte inauguró la exposición Onda expansiva sobre su historia como galerista en la Gran Manzana. Foto: G.Esquivel



COLECCIONARTE, POR LA RENTA DE OBRAS

Ángeles Toledo abrió dos galerías en NY a mediados de los 80, pero cerraron; actualmente busca fondos para 
un proyecto de promoción del coleccionismo.








Ángeles Toledo, una de las primeras mexicanas en abrir una galería en Nueva York a mediados de los 80, se convirtió a los 20 años en una coleccionista de arte sin saberlo al comprar, con su primer sueldo del INBA, una obra a un artista mexicano. Actualmente está convencida de que las personas no necesariamente deben gastar millones de dólares para ser coleccionistas o promotores del arte y el coleccionismo.

Desde hace 10 años, Ángeles piensa que, en arte, el sentido de lapropiedad tiene que cambiar.

“No necesariamente tienes que comprar algo para disfrutarlo; no tienes que ser dueño de una obra de arte para ser coleccionista y disfrutarla”, asegura. Esta idea en su momento no fue apoyada ni tuvo resonancia, pero ahora la plasmó en el proyecto ColeccionArte, junto a su socio Manuel García Torres, que busca la renta de obras de arte.

“Considero que ese esquema en el que el artista tiene que esperar meses o años para que su obra sea exhibida o vendida a un precio menor tiene que cambiar. Pienso que una opción es que éstas sean rentadas”, explica en entrevista con El Economista la ex galerista y ahora consultora en franquicias y miembro de Fuckup Nights, un proyecto en el que las personas cuentan su historia de fracasos a jóvenes emprendedores.

ColeccionArte está inscrito en la plataforma de startups Posible, que está enfocada en impacto social y cultural, y quedó dentro de los 1,000 que fueron clasificados para entrar en un panel, el cual decidirá en unos meses qué proyectos recibirán el apoyo económico para llevarse a cabo.

No sabe exactamente qué va a pasar con el proyecto, pero lo que la emociona es que su idea ya es posible y puede interesar, por lo que tratará de llevarlo a cabo consiguiendo fondos.

Sería como cerrar el círculo: “Comencé con el arte, abrí galerías y terminaré promoviendo el arte; la galería no física que pretendemos no tiene que ver con el concepto de galería, sino con la propiedad del arte”, comenta.

“El proyecto tiene que ver con la promoción del coleccionismo, promover que la gente conviva con el arte y no necesariamente tengas que tener una galería o ser dueño de una pieza de arte para poder disfrutarla” y pone de ejemplo el arrendamiento de un coche, que si te gusta, después lo compras, pero si no, lo devuelves.

“La gente piensa que para ser coleccionista tienes que pagar mucho dinero y no, cualquier persona que compre una obra porque le gustó es un coleccionista en potencia. Hay muchas formas de coleccionar, porque hay muchos mercados y niveles y hay que explorarlos”, explicó al momento de decir que está en un proceso de renovación.
Cómo fracasar y tener éxito con una galería en Nueva York

Ángeles Toledo llegó a Nueva York de vacaciones a principios de los 80, pero el ambiente y su gusto por el arte hicieron que se quedara a vivir allá y en poco tiempo abriera la galería ArtMart. “Una noche de inspiraciones da por resultado la apertura de una galería”, cuenta, ya que ahora, en recuerdo de aquellas épocas, su amigo John R. Thompson montó la exposición Onda expansiva, sobre su larga colaboración con Richard Oosterom.

Para hacer ArtMart, comenzó a buscar artistas y tener contacto con gente relacionada con el arte, por lo que obtenía piezas de amigos, conocidos, y así empezó a hacer una red con artistas independientes y con nuevas propuestas. “Siempre estuvimos adelantados a la época (...) pero no funcionó”, confiesa.

Comenta que, sin planearlo, exhibieron a artistas experimentales e incluso “adelantados al mercado del arte de los años 80”, como el chino Kwong Chi, el mexicano Julio Galán, Garnet Puett, Adam Fuss y Roberto Gober.

Cuando tuvo la galería ideal 
—abrió Casas Toledo Oosterom en 1985 en asociación con Richard Oosterom—, y comenzó a hacer cosas más interesantes a nivel de curaduría, el mercado cambió, por un lado, porque los artistas morían por SIDA (la enfermedad surgió en esa época) y cambiaron su forma de presentar y promover el arte.

Por un tiempo, en 1987, llevó a cabo una internacionalización del arte contemporáneo mexicano al tener una colonia de artistas que venían a México y pintaban, les dejaban un cuadro a un grupo de personas y luego eran exhibidas en Nueva York. “Era una especie de representación de galerías mexicanas en Nueva York”, aunque en su momento no dimensionó ni se dio cuenta de lo que en realidad hacía y fracasó.

A pesar de haber tenido gente que los apoyó económicamente, Toledo también vivió momentos de crisis y sus negocios se vinieron abajo. “La vida de un artista o alguien que trabaja para el arte no es lineal y menos ahora en la era digital, con lo que puedes tener acceso a mucho más cosas y piezas. Es como la rueda de la fortuna, a veces subes y otras bajas, pero siempre se genera una onda expansiva”, comenta.

Para lograr que su proyecto sobreviviera, tenía dos trabajos y laboraba siete días a la semana. “Uno puede pensar que abrir una galería en Nueva York es muy fácil porque hay miles de artistas, sin embargo, el mercado es muy difícil”, comentó John R. Thompson, artista y curador de Onda expansiva, montada en su casa en la colonia Juárez.

Ángeles Toledo y Richard Oosterom, que iniciaron como promotores del arte contemporáneo en Nueva York, actualmente, cada uno desde su posición, en México y en Detroit, Estados Unidos, siguen promoviendo a artistas y la cultura.

diana.salado@eleconomista.mx
Fuente
http://eleconomista.com.mx

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