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jueves, 7 de enero de 2016

Invertir en arte: cómo hacerlo y cuánto ganar con ello

Modigliani
Modigliani

El pasado 9 de noviembre de 2015, la obra «Nu Couché» de Modigliani se convirtió en el segundo cuadro más caro vendido en una subasta, al superar los 170 millones de dólares. Y revela que los productos de lujo, como obras de arte, relojes antiguos, vinos, etc., son considerados como un activo más para los grandes patrimonios, pues actúan como depósitos de valor y se revalorizan a largo plazo. Esta idea es defendida en un informe por los expertos de Julius Baer.
Pero, otro informe, esta vez del banco americano Citi: «El mercado del arte», revela que el mercado de arte mundial ha crecido un 13 por ciento anual desde el año 2000 por dos motivos: uno el crecimiento en China y, dos, la rentabilidad de los mejores precios. Francisco Gómez-Trenor, director general de Mirabaud &Cie (Europe) en España, señala varias razones por las que invertir en arte: «Puede ser una decisión rentable y segura. Muchos inversores que han apostado en el pasado por este tipo de activos cuentan con colecciones que, además de ser un bien del que pueden disfrutar durante su vida, se suele revalorizar, incrementando su valor con el paso del tiempo».
Los objetos de este tipo de inversión se caracterizan por ser excepcionales y valiosos. Sin olvidar que los objetos de colección que alcanzan precios récord en alguna subasta cuentan con un historial de propietarios famosos, que proporciona valor y no puede ser imitado. 
El «placer que se deriva de la propiedad de dichos objetos de prestigio» es una de las principales razones por las que se invierte en este tipo de activos, recuerdan desde Julius Baer. Y cuentan con una rentabilidad financiera potencial. En ese sentido, Miguel Forteza, Asesor de Inversiones de Citi Private Bank, destaca que la inversión en arte no tiene que obedecer a «razones puramente financieras. Podríamos hablar de una rentabilidad emocional del comprador de arte que supone la satisfacción personal de poseer un objeto único y creativo». 
Sin embargo, la inversión en arte no está exenta de tres dificultades. En primer lugar «los objetos de colección no tienen un valor fundamental ni generan ingresos, y no tienen un precio de mercado, ya que la única manera de averiguarlo es vendiéndolos», señalan desde Julius Baer. «Son ilíquidos y están sujetos a unos altos costes de transacción y mantenimiento», continúan explicando los expertos. Y, en tercer lugar, «están más expuestos a los cambios de gustos y tendencias del mercado». 
Para hacer frente a estos retos, el equipo de Citi ha sido pionero al facilitar a sus clientes la liquidez necesaria para financiar el mantenimiento de las obras, hacer frente a los posibles impuestos o pago de seguros, aclara Forteza.
Cómo invertir en arte
Si un gran patrimonio decide invertir en arte, debe conocer que la categoría del índice de arte global mide la rentabilidad financiera de las escuelas más buscadas: arte moderno, maestros antiguos, arte del siglo XIX, de posguerra, arte contemporáneo y pinturas como las obras de arte tradicionales chinas, siendo éstas últimas las que casi han duplicado su valor desde 2008, ya que los coleccionistas chinos han comprado principalmente arte chino. El país asiático representa un tercio del crecimiento mundial, por detrás de Estados Unidos.
Julius Baer recomienda, antes de comprar, trazar una línea entre los productos de lujo fabricados en serie y las piezas realmente excepcionales. Por lo tanto, nos abstendríamos de invertir en activos alternativos, tales como objetos de colección, por razones puramente financieras. Los objetos de colección son una inversión a largo plazo hecha en primer lugar para obtener placer y solo en segundo lugar para obtener una ganancia financiera.
Una de las dificultades a las que se enfrentan los gestores es la evaluación del activo. Como advierte el informe de Citi, «No hay dos artistas iguales y no hay dos obras incluso del mismo artista que sean exactamente iguales». En comparación con la renta variable o coches de valor y relojes, el arte sigue siendo irremediablemente difícil de valorar, porque toda obra de arte es completamente única. Por lo tanto, la tasación es subjetiva e influyen factores como la historia de los propietarios, la exposición y publicación, su historial de venta, la rareza, la calidad, la importancia y la belleza, siendo estos últimos elementos los más emocionales y a los que los futuros compradores tienden a prestar una especial atención de manera inconsciente. «Esta es la razón por la que un experto en arte debe entender dos cosas muy diferentes: lo que convierte a un objeto en obra de arte y lo que hace que el mercado del arte se mueva», concluyen en Citi en su informe. Aún así, Forteza recuerda que en términos financieros, «los coleccionistas pueden considerar el arte como un valor seguro, con pocas fluctuaciones y poco correlacionado con otros activos financieros líquidos. A largo plazo, la rentabilidad del arte puede ser, en algunos casos, superior a la de la renta fija».
El arte, por lo tanto, se puede incluir en la cartera como un activo más a largo plazo y con la característica, como recordaban los expertos de Julius Baer, de ser ilíquido. En Citi distinguen a «Arte maduro» del puro consumo en términos económicos y según las estadísticas de compra-venta de los objetos artísticos el intercambio de los obejetos de arte muestran un patrón similar a otros activos de riesgo. El arte también tiene algún valor como un diversificador de riesgo. Otras variables a tener en cuenta es la subcategoría en la que la obra se categorice. «Por ejemplo, según Mei Moses World Art Market Index, la pintura latinoamericana ha sido más rentable que la británica, con rentabilidades netas del 4 por ciento y 2.4 por ciento, respectivamente», aclara Forteza.
E igual que otros activos, también hay que rendir cuentas al fisco. Gómez-Trenor señala que «la renta obtenida en la transmisión tendrá la consideración de alteración patrimonial que formará parte de la base imponible del ahorro en IRPF. Además, pueden beneficiarse de una exención en el Impuesto sobre el Patrimonio, hasta ciertos límites y cumpliendo determinados requisitos. 
Asimismo, en algunos casos concretos, de bonificaciones en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. Por otra parte, las obras de arte pueden utilizarse para el pago de impuestos, sin olvidar que su adquisición se beneficia del tipo reducido de IVA, salvo que ésta sea propiedad de una galería, en cuyo caso está sujeta al 21 por ciento de IVA. La importación temporal puede estar exenta de IVA y, la exposición de obras de arte en el ámbito de una entidad sin ánimo de lucro puede estar exenta de impuestos». Si lo trasladamos a una cartera, indican desde Citi, la inversión en arte se sitúa por encima de deuda de mercados emergentes y las materias primas en un esquema de ponderación para inversores dispuestos a mantener el 10 por ciento de su riqueza en activos ilíquidos. Para aquellos con una mayor tolerancia al riesgo equivaldría a un 15 por ciento en deuda de mercados emergentes o materias primas.
Proyección
La inversión en arte permite diversificar el riesgo y es considerado como un activo refugio, ya que presenta una correlación positiva con activos de riesgo como la renta variable americana. Presenta un ratio positivo de rentabilidad/riesgo a lo largo de más de 50 años. Y a lo largo de los pasados 40 años, presenta un crecimiento neto (ajustado a la inflación del 2.4 por ciento), superando a muchos activos líquidos. En cuanto a su futuro, Forteza cree que «es posible que otras regiones como África o India experimenten un mayor crecimiento en las próximas décadas y tomen mayor peso en este mercado frente a otras regiones y que sea probable que los precios de las obras tiendan a estabilizarse más, a medida que el gap entre distintas zonas geográficas (América, Asia, Europa...) se pueda ir cerrando».
Fuente
http://www.finanzas.com


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