Todas las miradas se centran en las impactantes pinturas de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina (EFE),
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Los Museos Vaticanos permiten conocer algunas de las 40.000 obras de los Palacios Pontificios, además de terrazas y jardines.
Levantar la mirada hacia el cielo, y encontrarse con las imágenes de la bóveda de la Capilla Sixtina será el objetivo al final de la visita. Faltan dos horas para llegar al que fuera el oratorio privado del Papa Julio II. Por eso, apenas ingresar a los Museos Vaticanos y para disminuir ansiedades, la arqueóloga y guía Stefanía Faro reúne al grupo de turistas frente a una pantalla táctil que muestra la obra en detalle. “Este es el momento de las preguntas, dentro de la capilla no se pueden sacar fotos ni hablar en voz alta”, explica mientras hace zoom in y zoom out en cada una de las nueve escenas de la composición que representa el Génesis, con la idea de orientar en el descubrimiento de las primeras piezas pictóricas del arquitecto y escultor italiano Miguel Ángel (Michelangelo Buonarroti). Frente a las veintiún personas que la escuchan con ropa cómoda y sentadas en el piso, Faro devela algunas curiosidades, como la versión de que el artista aceptó realizar estas pinturas bajo amenaza de que el Papa invadiera Florencia.
El Braccio Nuovo es una de las galerías más impactantes de los Museos Vaticanos y fue inaugurada en 1822.
La promesa de llegar a la Capilla Sixtina marca el inicio de la visita guiada, un día de semana a las diez de la mañana. El recorrido permite conocer algunas de las cuarenta mil valiosísimas obras que atesoran los Palacios Pontificios, así como también terrazas, patios y parte de los jardines del Vaticano.
La contratación del servicio, además, asegura saltearse las largas colas de ingreso, aunque no las filas de control de seguridad. Si bien no sellan pasaporte, una vez pasada la muralla que separa Roma de la Ciudad del Vaticano, se pisa el suelo del más pequeño estado soberano del mundo.
Arte de todos los tiempos
Más de 25 sectores conforman los Museos y Colecciones de arte de los Museos, con obras de todos los tiempos, procedentes de distintos puntos del planeta. En el ranking de atracción de público es el tercero de Europa -luego del Louvre y del British Museum-. Seis millones de personas lo visitan por año. Se encuentra ubicado a pocos metros de la casa Santa Marta, donde reside el papa Francisco, que se ve desde algunas de las ventanas que dan a los jardines. “La colección se sitúa dentro de los Palacios Vaticanos y esto es lo que distingue este museo de otros. No solo veremos obras de arte preciosas sino también las salas, galerías y jardines que habitaron los Papas”, explica Faro.
La edificación más moderna de los Palacios Vaticanos se inauguró en el año 2000 y es por aquí donde ingresan los visitantes. La guía reparte auriculares para que nadie se pierda la explicación durante el trayecto. También toma la precaución de contar a los integrantes del grupo, una operación que repetirá varias veces; debido a la alta densidad de población visitante, debe cerciorarse de que ningún miembro se haya demorado o extraviado.
El Museo Histórico Pabellón de Carrozas exhibe modelos de carruajes usados por los Papas (EFE).
El tercer alto del recorrido es en el Patio de la Piña, previo a la salida a una terraza, desde donde se observa la cúpula de la basílica de San Pietro, una construcción que marca el punto más alto de la ciudad de Roma, con 136 metros y medio de altura. Miguel Angel fue el autor del proyecto y se ocupó de su construcción hasta su muerte, a los 89 años; la concluyó un discípulo, en 1590. Ninguna edificación puede superar la altura de esta basílica.
En el patio, se exhibe la escultura de una piña de cuatro metros, la cual era una fuente de agua de la época clásica, que se encontró en Roma cerca del Panteón. A ambos lados se encuentran las esculturas de dos pavos, y más abajo dos leones egipcios. En este espacio abierto (donde hay un bar y un restaurante) la gran piña de bronce convive con una moderna escultura, que representa al mundo, llamada Esfera sobre esfera, donada a Juan Pablo II en 1990 por el artista Arnaldo Pomodoro.
El primer pontífice coleccionista de arte fue el Papa Julio II (1503-1513), en un momento en el que se renovó el interés por la cultura antigua. Así nacieron los Museos Vaticanos, con un conjunto de esculturas en el Patio de las Estatuas del Belvedere. La más antigua (40 a.C.) es el Laocoonte, sacerdote de la guerra de Troya, presentado junto a sus dos hijos, con sus cuerpos enlazados por serpientes. Se puede apreciar hoy en un lugar privilegiado en mismo patio de antaño, que hoy lleva el nombre de Octógono.
Detalles de la Capilla Sixtina (EFE)
Los grupos de visitantes guiados se distinguen por las banderas que llevan en alto los guías (la de Stefanía Faro es como la del Vaticano, blanca y amarilla). Transpirando, botella de agua en mano, los turistas los siguen sin saber que este es un recorrido de mano única, de tres kilómetros, que solo se puede acortar por las salidas de emergencia. Quienes eligen audio guías o se animan con la ayuda de mapas ilustrados, en cambio, se mueven en solitario. Los accesos a las distintas estancias del Museo se realizan por escaleras o pasillos –en varios casos bastante angostos,- en los cuales se hace cola y avanza lentamente; se escucha pedir permiso y gracias en todos los idiomas.
Tapices centenarios
Luego de pasar las Salas de los Animales, las Musas y la Redonda, se sube a la segunda planta. Aquí la temperatura desciende al ingresar en la Galería de los Tapices, donde se conservan estas piezas de los siglos XVI y XVII. Fueron realizadas en Bruselas y se expusieron por primera vez en la Capilla Sixtina. En esta sala, la guía se detiene frente a uno de los tapices (de un ancho aproximado de nueve metros) con la imagen de Jesús. Luego pide hacer la prueba de mirarlo desde otro punto, para descubrir que la mirada de Cristo no se despega de los ojos del visitante.
La visita continúa en la galería de los mapas geográficos, desde cuyas ventanas se ven los jardines privados del Vaticano y el monasterio donde vive Benedicto XVI. Luego se suceden otras salas; como el Apartamento Borgia, que posee una colección de obras, entre ellas de Marc Chagall, Paul Gauguin, Vasili Kandinski y Paul Klee.
En las Estancias de Rafael (Rafaello Satanzio), se encuentran los frescos del pintor y arquitecto, como La Escuelade Atenas, que presenta a los principales filósofos clásicos. En el centro se encuentran Sócrates, Platón, Pitágoras y Euclides; y entre ellos las imágenes de Miguel Ángel y el propio Rafael.
Algunas de las obras más reconocidas de la colección de los Museos se encuentran en la Pinacoteca. Es el caso de los ángeles de Melozzo da Forlì al Perugino; el Entierro de Cristo de Caravaggio; la Transfiguración de Cristo, de Rafael y San Jerónimo Penitente, de Leonardo.
La guía Stefanía Faro dice que nunca vio al Papa Francisco en las galerías de arte. Que el “Papa de la gente” no frecuenta esas áreas del Vaticano. Sin embargo, fuera del circuito guiado es posible encontrar la huella del pontífice en los museos. Antes de ingresar al Museo Misionero Etnológico, una gran vitrina exhibe camisetas, pelotas, guantes de fútbol, ejemplares de revistas deportivas, la copa que ganó San Lorenzo en 2013, y las fotos de Francisco con jugadores de fútbol. Este sector de arquitectura moderna, donde trabajan a la vista restauradores de arte, reúne cerca de cuarenta mil objetos procedentes de todas las misiones pontificias. En una de las paredes de la exhibición se lee: “Los Museos Vaticanos deben ser un lugar de belleza y hospitalidad. Deben dar la bienvenida a nuevas formas de arte; abrir las puertas a personas de todo el mundo, siendo un instrumento de diálogo entre culturas y religiones, un instrumento de paz.” Este es el mensaje del Papa Francisco.
Al final de la visita se ingresa a la Capilla Sixtina, que además de albergar una de las pinturas más famosas del mundo, es el lugar donde se realiza la elección de los Papas. Aquí la guía se despide y los visitantes quedan al cuidado de los guardias de seguridad, quienes se ocupan de pedir silencio y controlar la cantidad de personas que ingresan a la capilla, ya que en general suelen colmar su capacidad. Por un altavoz, en varios idiomas, una grabación también pide silencio a los que cuchichean, se pasan guías ilustradas, llevan la mirada y el índice hacia el cielo para admirar esta obra de arte. Para salir, se puede optar por alguna de las dos puertas de egreso, la de la derecha lleva a la basílica de San Pietro y la de la izquierda permite seguir visitando otras salas de los museos.
Vista del fresco de Miguel Ángel "La Creación de Adán" al interior de la Capilla Sixtina con un nuevo sistema de iluminación LED (EFE/MUSEO VATICANO/CLAUDIO PERI)
Las paredes laterales de la Capilla Sixtina presentan episodios del antiguo y nuevo testamento, la vida de Moisés y Jesús. Por veinte años, la bóveda estuvo pintada de azul hasta que el Papa Julio II quiso renovarla y ofreció ese trabajo a Miguel Ángel. Cuatro años le tomó al pintor el encargo que concluyó en 1512; el resultado son estas pinturas que atraen a unos 16 mil visitantes de todo el mundo cada día a la Ciudad del Vaticano.
MINIGUIA
Cuánto cuesta. Entrada general a los Museos, 16 euros. (lunes a sábados de 9 a 16; último domingo del mes, gratis). Audioguía, 20 euros. Visita guiada (incluye el Museo Pio Clementino, la Galerías de los candelabros, mapas geográficos y tapices, las Estancias de Rafael y la Capilla Sixtina. Dura 2 horas), 32 euros.
Dónde informarse www.vaticanstate.va; mv.vatican.va; www.turismoroma.it/
Fuente
http://www.clarin.com
Fuente
http://www.clarin.com
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