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martes, 15 de noviembre de 2016

La quimera de un museo para todos

1. Un concierto en el patio del Museo Picasso: las actividades no expositivas son esenciales en las estrategias de inclusión de las mayorías, por cuanto van dirigidas a públicos alternativos. 2. Colas en las puertas del museo.        3. Un taller de inclusión social. 4. Intervención y mediación ante la obra de arte. 5. Talleres infantiles. 6. Turistas japoneses en las escaleras del museo.

El Museo Picasso dedicará su próximo Seminario de Arte e Inclusión Social a las grandes ausentes de la cultura: las mayorías
Advertía en una conversación reciente el director artístico del Museo Picasso Málaga, José Lebrero, que si casi todos los museos del mundo prestan ya especial atención a las diversas minorías sociales mediante programas y proyectos de inclusión ad hoc, el verdadero reto se encuentra, sin embargo, en las mayorías: ésas que muy rara vez entran en un museo o que directamente no lo hacen nunca. Aquella apreciación significaba ya una antesala de la materia a tratar en la sexta edición del Seminario de Arte e Inclusión Social, que organiza la pinacoteca y que se celebrará el 1 y 2 de diciembre en su auditorio: bajo el lema Incluyendo a las mayorías, el encuentro, que ha convertido ya al Museo Picasso en un referente nacional en la materia, y que cuenta con la colaboración de la Obra Social La Caixa, presenta así un interesante cambio de rumbo respecto a anteriores ediciones, en las que cobraron protagonismo diferentes colectivos en riesgo de exclusión social y las posibilidades de incorporación educativa que entrañan los museos como equipamientos culturales y las obras de arte como estimulantes de experiencias enriquecedoras. 
La quimera de un museo para todos
El objetivo ahora reside en esa mayoría social que según los datos de afluencia y de consumo rara vez acude a un museo. En realidad, salvo parámetros como el cine, los indicadores culturales se mueven en su mayoría en porcentajes bastante inferiores al 50% respecto a los totales de población: así sucede en ámbitos como las exposiciones de artes plásticas, los conciertos e incluso la lectura. Si atendemos a las artes escénicas, el porcentaje de personas que acuden a un teatro más de una vez al año apenas supera el 1%. Las preguntas para las que se espera encontrar respuestas en el seminario del Museo Picasso podrían formularse así: ¿Es posible desarrollar estrategias por las que los museos resulten interesantes y atractivos a una mayoría social real? ¿Cabe desplazar el criterio minoritario en la cultura empezando por los museos? ¿Qué obstáculos impiden la afección desde las actividades de un museo respecto a una mayoría social amplia? ¿Existen prejuicios sociales relativos a los museos, o tal vez una autocensura en la mayor parte de la población a la hora de disfrutarlos? ¿Qué papel real representan las nuevas tecnologías en la divulgación de las propuestas de un museo? ¿Y en qué medida son fiables sus parámetros? El debate reviste no poco interés dada además su focalización en los museos, espacios que hace apenas medio siglo funcionaban como cotos reservadas a las añejas élites burguesas y académicas y que hoy aspiran a hacerse familiares, domésticos e intergeneracionales. Semejante transición nunca podría resultar sencilla, pero, en todo caso, por mucho que se hable de museos, la mayoría sigue siendo aquí una cuestión ajena.
La quimera de un museo para todos
Con el fin de poner ideas sobre la mesa y alimentar los debates, el Museo Picasso reunirá a seis expertos que abordarán el asunto desde distintas ópticas, si bien la principal será, inevitablemente, la educación. La consecución de una mayoría sólo podrá ser, tal y como ha quedado demostrado, un objetivo a largo plazo que precisará de enormes dosis de paciencia, herramientas lo suficientemente flexibles para adaptarse a grupos e intereses sociales muy diversos y planificaciones capaces de sostenerse con los recursos adecuados durante abultados periodos de tiempo. Así, el Catedrático de Sociología de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid Mariano Fernández Enguita inaugurará el seminario el día 1 a las 11:00 con la conferencia El museo ante el fracaso escolar. Hace falta una aldea: Redes, proyectos y entornos de aprendizaje. Continuará, vía skype, el especialista en inteligencia artificial, psicólogo cognitivo y científico de aprendizaje Roger Schank, que pronunciará la ponencia 'Aprender haciendo' y la construcción de entornos de aprendizaje. Para completar la jornada del viernes, el doctor en Psicología y Profesor de Psicología Cognitiva en la Universidad Autónoma de Madrid Mikel Asensio (Premio Nacional de Investigación y experto en museología) y la Profesora de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad Complutense de Madrid Eloísa Pérez Santos compartirán la mesa redonda Atender a la diversidad socio-cultural en el museo. El día 2, la jornada se concretará en otra mesa redonda bajo el lema Las nuevas tecnologías en los procesos de aprendizaje e inclusión en museos; en ella participarán el director del Parque de las Ciencias de Granada, Ernesto Páramo Sureda; y el director de Cosmocaixa, Lluis Noguera. Fuentes de la organización indicaron que, con estos participantes, el programa "se centrará en analizar y reflexionar sobre el papel del museo como espacio sensible a las demandas sociales y culturales actuales". Durante su desarrollo se abordarán así asuntos como "la interdisciplinariedad, la innovación o la multiculturalidad, así como la necesidad de afrontar estrategias que acerquen con mayor eficacia las instituciones culturales a públicos mayoritarios". La iniciativa está principalmente dirigida a profesionales del sector museístico y cultural, gestores culturales y sociales, expertos en cooperación al desarrollo y agentes sociales, pero sus planteamientos y, muy especialmente, sus conclusiones, resultan bien relevantes en el contexto que ofrece una ciudad como Málaga, donde la diatriba entre la cantidad de museos abiertos y el interés que los mismos generan en la población a la que presuntamente van dirigidos parece no tener fin. Ni, mucho menos, una resolución fácil ni definitiva.
La quimera de un museo para todos
Si el concepto de minoría es confuso, poco preciso y cada vez más mutante en Occidente, el de mayoría no lo es menos. Para un museo, diseñar estrategias con vistas a resultar atractivo a la mayoría que a priori nunca iría a visitarlo implica la emisión de argumentos capaces de convencer a visitantes potenciales procedentes de las más distintas extracciones sociales, con definiciones bien diferentes en cuanto a poder adquisitivo, tiempo libre, creatividad a la hora de aprovechar el mismo, habilidades en las relaciones personales, intereses generales,particularidades culturales y demás matices, incluidas las creencias religiosas y los orígenes geográficos. En este contexto, la creación de estrategias comunes parece una tarea imposible, pero si precisamente el recurso del arte como motor de experiencias fértiles y creativas parece oportuno en el caso de las minorías para su inclusión social, no resultaría descabellado encontrar un acuerdo de mínimos para probar suerte con las mayorías: en todo caso hablamos de una inclusión a través del museo, y de la capacidad de ciertas obras artísticas de gustar a muchas personas, aun siendo de perfiles diversos o incluso opuestos, con la mediación educativa adecuada. Ahora bien, el problema reviste dos cuestiones que habrían de ser tenidas en cuenta en cualquier análisis: desde los años 80, particularmente en España, las industrias culturales han quedado sostenidas en primera instancia por una cierta clase media para la que la cultura era importante y que por ello destinaba una parte de sus ingresos a la adquisición de libros y de entradas a espectáculos y museos; pero la crisis económica ha erosionado esta misma clase media hasta extremos seguramente irremediables. El coste de una entrada rara vez suele ser referido como excusa para justificar la escasa o nula asistencia a museos, dado que además éstos suelen ofrecer facilidades y segmentos de horarios con entrada libre; pero cabe recordar, con Málaga de nuevo como ejemplo proverbial, que son las jornadas de puertas abiertas tipo Noche en Blanco las que mayor porcentaje de población autóctona reciben. El interés por los museos no parece haber decaído, por tanto, en esta otrora clase media ahora empobrecida; pero la gratuidad es un elemento clave en la decisión por la que se decide ir o no al museo.
La otra cuestión también cristaliza de manera ilustrativa en Málaga y tiene que ver con el hecho de que la mayoría social más fiel y proclive a la visita a los museos es extraordinariamente efímera: el turismo. El mismo José Lebrero apuntaba recientemente que el Museo Picasso volverá a superar en este 2016 su récord de visitantes, alcanzado en 2015 con cerca de medio millón de entradas despachadas; y admitió que lo hará, en gran medida, gracias al buen año turístico que ha registrado Málaga. Este éxito se debe en parte a que muchos turistas que en otras circunstancias habrían escogido como destino otros emplazamientos del Mediterráneo hoy sumidos en guerras y catástrofes buscan en Málaga un lugar análogo para sus vacaciones pero mucho más tranquilo y seguro. Prueba de ello es la mayor afluencia de visitantes al museo procedentes del Norte de África y de otros países árabes. ¿Corresponde crear entornos de aprendizaje en centros mayoritariamente orientados a los turistas, cuya presencia es transitoria? Cierto: hace falta una aldea. Una aldea en la que quepan y aprendan todos. Incluidos los que vienen para no quedarse.
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