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sábado, 31 de diciembre de 2016

Federico Scipioni salva valiosas obras en Estados Unidos

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El mendocino es dueño de una de seis firmas que restauran vitrales en Estados Unidos.


Se trata de un mendocino experto en vitrales. Entre sus clientes figuran personalidades de Hollywood y los escenarios de sus trabajos son lujosas mansiones como la que perteneció al modisto Versace en Miami.


Zulema Usach / Foto: Orlando Pelichotti y gentileza
Se fue al país del Norte en el 2000 en búsqueda de nuevos rumbos. Ahora es dueño de una de las seis compañías especializadas en la restauración de piezas de alto valor. La mansión Versace, entre sus principales trabajos. 
Como una luz que lo guió en los diferentes caminos de su vida. Así, el arte es para Federico Scipioni (47), un mendocino que en plena crisis del 2000 decidió tomar un avión a Estados Unidos para ir al encuentro de nuevas oportunidades. Es que casi sin que él mismo lo advirtiera, junto a sus añoranzas de crecimiento personal reposaba un talento indiscutido que floreció en el país del Norte y que hoy lo ha posicionado como uno de los restauradores y creadores de vitrales más destacados a nivel mundial. 
Sólo para dar una pauta de lo que es en la actualidad su perfil profesional, basta con mencionar que Scipioni se dedica a recuperar las valiosas obras de vidrio de la millonaria e histórica mansión que perteneció al modisto y empresario Gianni Versace en Miami. 
Es justamente él quien desde 2010 está salvando al menos 60 obras que se encuentran en delicado estado, muchas de ellas con un valor histórico y patrimonial incalculable.
“Me toca fabricar nuevos vidrios, fundir plomo y aplicar diversas técnicas para lograr hacer, por ejemplo, el mismo vitral que fue creado en Francia en 1890”, explica este artista de pura cepa que estuvo de visita en la provincia para compartir junto a sus seres queridos las festividades de fin de año.
Al describir parte de su experiencia, Scipioni no deja de mencionar ejemplos concretos relacionados a su labor. Cuenta, por ejemplo, que en la lujosa morada que llegó a ser uno de los blancos predilectos del presidente electo Donald Trump, funcionan en la actualidad un restaurante y un hotel de alta gama, que son requeridos por grandes personalidades.
El valor de una noche  allí puede oscilar entre los 6 mil y 10 mil dólares. Lo cierto es que en ese valorado rincón turístico de Miami Beach, cada detalle parece guardar detrás de sí una historia ligada al arte mundial, donde la técnica del vitral es uno de los fuertes favoritos, entre puertas y ventanas laminadas en oro. 

 Para celebrar con sus seres queridos, Federico estuvo en Mendoza y posó en el Pasaje San Martín.
Justamente, una de las tareas que debe retomar una vez que tome el avión de regreso a Estados Unidos es nada menos que la de poner en valor las costosas piezas originales que fueron elegidas por el fallecido diseñador.
Pero éste no es su único logro. De hecho, entre tantas otras labores de calidad excepcional en el mundo de los vitrales, Scipioni es el responsable de embellecer la puerta de la mansión del afamado actor Sylvester Stallone y la cúpula de una mampara de una de las tantas viviendas que Gloria Estefan tiene a su nombre en aquella gran ciudad.
También fue el mendocino quien restauró un vitral original hecho en una sola pieza -que data de 1890- que se encuentra en la mansión del ex representante artístico del fallecido Michael Jackson, ubicada en Boyton Beach. 
“Fue una muy buena experiencia. Alcancé a verlo -al cantante- a unos metros. No hablé con él, sólo lo vi porque yo en general trato con los decoradores o diseñadores”, dice con humildad Scipioni, quien desde su arte ha sabido revalorizar las técnicas más antiguas del vitral original.
Es de hecho, un apasionado del arte gótico y las catedrales más antiguas de la humanidad; relata que fue en esas altas y complejas construcciones donde tuvo origen la técnica del vitral, con la idea de hacer sentir a los fieles una mayor cercanía con el cielo. 
A medida que responde preguntas, el artista mendocino demuestra un conocimiento que pocos han logrado en la materia. Se refiere a estilos, determinados -como el gótico, entre otros tantos- y sus explicaciones siempre tienen un fundamento en la historia de la humanidad en relación al arte. Por eso, no escatima al precisar fechas, lugares y tendencias que han dado vida a las actuales creaciones fabricadas en vidrio que ha logrado inmortalizar en elegantes casinos, históricas iglesias y templos de todos los credos. 
Inclusive, su trabajo es tan requerido que él se ha encargado de decorar ventanas gigantescas de barcos de compañías de cruceros como Royal Caribean o Carnival. Nada menos que el Hard Rock Café o el Westin Hotel forman parte de la cartera de clientes que, a base de esfuerzo y dedicación, logró seducir. Además, sus trabajos se encuentran en varios países de Europa, como Australia, Italia, Francia, Finlandia o Inglaterra.
“Cada vez que viajo hago cursos y asisto a clases en diferentes lugares para perfeccionarme. Me gusta aprender sobre cosas nuevas”, dice el experto.
Al explicar cómo floreció su vocación para dar vida a vitrales de alta calidad, Scipioni menciona que mucho de ese bagaje artístico que le corre por las venas es como una especie de “bien de familia”. Es de hecho, hijo y nieto de artistas en diferentes especialidades, entre ellas el vitral. Sin embargo, esa semilla que estaba latente en su interior, comenzó a echar raíces lejos de Mendoza. Aquí, Scipioni estudió en una escuela ENET y continuó durante cuatro años Ingeniería en Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). “Siempre estuve en plena búsqueda. Me gustaba mucho el arte, pero aquí no encontraba un espacio para crecer”, confiesa, y destaca que en la provincia no es valorada la técnica del vitral en todas sus dimensiones.
Fue el único cliente que logró en un año en Mendoza -allá por el año 2000- quien le dijo: “Me parece que no sabés en qué país estás viviendo”.
Ahora, Scipioni reconoce que esas palabras le hicieron caer en la cuenta de que si quería crecer en su especialidad debería tomar otros rumbos. Primero probó en Buenos Aires, luego vivió un tiempo en Chile y más tarde decidió viajar a Miami. Allí, en plena crisis argentina, trabajó como carpintero y electricista. 
Al repasar aquellos duros años, dice que le fue difícil iniciar un proyecto propio, sobre todo porque para presentarse ante sus clientes debía contar con un taller que lo respaldara. Sin embargo, sus herramientas más importantes ya las traía consigo. 
Es que justamente Scipioni asegura que todos los conocimientos y habilidades que adquirió a lo largo de su vida le dieron pie a dejar volar su creatividad personal. Recuerda en detalle, por ejemplo, un taller de luminiscencia que le dictaron en la escuela ENET.
“Gracias a esos saberes yo puedo saber qué diseño y colores de cristales son los más adecuados según el ambiente, el espacio y la cantidad de luz que ingrese al lugar”, detalla al explicar la forma en que trabaja en su estudio. 
Para que su compañía -una de las seis dedicadas a la restauración de vitrales en Estados Unidos- tenga el éxito deseado, Scipioni trabaja con seis personas. Además, se dedica a dar clases en su especialidad.  
Al responder a la pregunta sobre qué es lo que más extraña de Mendoza, el artista asegura que su corazón está en el Liceo Rugby Club, donde forjó sus amistades más queridas. “Voy a hacer un vitral para el club, ya me reuní con ellos para ver el diseño. En un año creo que estaría terminada y enviada la obra que quiero donar”, asegura orgulloso Scipioni días antes de partir desde nuestra provincia.
“Cuando llegue tengo mucho trabajo por resolver”, dice entusiasmado después de mostrar las fotos de las obras logradas en su trayectoria. 
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