Por Diego Petersen diego.petersen@informador.com.mx
Llegó a mis manos la revistas Harpers bazar, ART, la edición 4 del 2016. La portada está dedicada a la exposición de Eduardo Sarabia en el Museo Tamayo. Eduardo, unos de los artistas plásticos más reconocidos de México en el mundo nació en Los Ángeles, como muchos jaliscienses, se educó artísticamente en California, pero decidió radicarse en Guadalajara desde hace diez años. Unas páginas más adelante hay un reportaje dedicado a José (Jose, le dicen sus amigos) Dávila y la creación de espacios con retículas móviles, como las de los dibujos animados. Dávila (Guadalajara 1974) tuvo en 2016 un año espectacular. Su obra fue incluida en la colección permanente del Museo Georges Pompidou. La imagen oficial de la exposición Cher(e)s Ami(e)s Nouvelle Présentation des Collections Comtemporaines fue una obra de él.
Unas páginas más adelante otro reportaje sobre el Gabinete Homo Extraterrestre, un proyecto de arte contemporáneo colectivo. La mitad de ellos son tapatíos o viven en Guadalajara. Hacia el final vienen las recomendaciones del curador Juan Alfaro de artistas para coleccionar en 2017. Son 15 artistas de todo el mundo, gringos, chinos, argentinos, vietnamitas, ingleses, franceses y un mexicano: el tapatío Jorge Méndez Blake.
Algo está haciendo bien esta generación de artistas tapatíos que rompieron las barreras de la ciudad para salir al mundo sin dejar de ser tapatíos. No son los únicos. Hay una decena, quizá más, de artistas nacidos o hechos en Guadalajara que están irrumpiendo en los diferentes escenarios del arte en las grandes ciudades. Algunos de ellos se ven como generación, otros simplemente van por su hebra, abriéndose camino.
Nuestros museos también dieron un gran brinco este año. El Cabañas, el MAZ y particularmente el Museo de las Artes (Musa) de la UdeG. Los tres espacios se consolidaron, subieron su nivel de exposiciones y tuvimos acceso a obra difícil de ver en Guadalajara. Destaca sin duda la exposición “Los Modernos” en el Musa, curada por el Museo de Lyon, Francia, y el Museo Nacional de la Ciudad de México (Munal) con el que este espacio de exposiciones adquirió su mayoría de edad. La de Christian Franco en el MAZ fue catalogada como una de las mejores exposiciones del país en 2016.
Fuera de las artes plásticas también hubo cosas que celebrar. Jaramar Soto ganó un Grammy Latino con el álbum El hilo invisible (cantos sefardíes). El jazz siguió creciendo en la ciudad. Jalisco Festival de Jazz, de la mano de Tónica, trajo a la ciudad a grandes exponentes de la síncopa. En contra partida, perdimos la mejor revista radiofónica de arte y cultura, “Señales de humo” que conducía Alfredo Sánchez. Ya vendrán las nuevas generaciones a hacer cosas nuevas, pero por lo pronto Alfredo dejó la vara muy alta.
Apunte final: Iba a decir también que en Jalisco ocurrieron dos milagros, dos sucesos inauditos en el campo de las artes: la multiplicación por diez del valor de las pinturas del maestro Jorge Martínez, pues pasaron de 150 mil a más de un millón y medio de pesos como por arte de magia, y la transfiguración de las cenizas del arquitecto Barragán en diamante. Pero, más de alguno podría alagar, con razón, que la corrupción no es un milagro sino un delito, así que mejor ahí la dejamos.
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