Carmelo García Barrena
Carmelo García Barrena (Bilbao, 1 de julio de 1926 - 24 de julio de 2000) fue un pintor español.
Su obra fue muy variada en cuanto a temática: paisajes, figuras... plasmados con su particular impresionismo, y sus cuasi abstractos bodegones o naturalezas muertas, modelados a base de objetos a veces reconocibles, formas geométricas y armoniosas veladuras de color.
Un pintor influenciado por los maestros flamencos, debido a su formación, ya que fue en Bélgica donde se hizo pintor y descubrió la Pintura como forma de expresión artística. Pero sobre todo, fue impregnado por esta influencia flamenca porque fue uno de los cientos de niños evacuados durante la guerra civil española, y, parafraseando al escritor Luis de Castresana, en "aquellos años del éxodo y del llanto", conoció una tierra hospitalaria y pudo descubrir la utilidad de un regalo de lápices de colores, ya que en su modesto hogar bilbaíno no estaba permitido el lujo burgués de unos lápices de colores, acuarelas y caballetes.
Carmelo García Barrena fue uno de los centenares de niños que fueron evacuados de Bilbao durante la guerra civil española, en 1937, y que vivieron en Bélgica aquellos años del éxodo y del llanto, que el escritor Luis de Castresana noveló en "El otro árbol de Guernica". Allí le brotó a García Barrena la vocación pictórica, allí estudió, en la Escuela de Bellas Artes de Amberes, y allí se hizo pintor. Combinando la influencia de Amberes con su huella digital vasca, García Barrena consiguió en sus lienzos lo que es uno de los móviles más difíciles, más nobles y ambiciosos de la pintura: convertir la Verdad en Belleza. En eso y en su dominio de la técnica, en la seriedad de su preparación, en su hondo conocimiento del oficio y en su prodigioso sentido del color, se le notan a García Barrena, al unísono, la óptica y la raíz vascas y la sensibilidad, la rica, la inefable matización flamenca, siendo esta doble raíz estética la que da un contenido singular a su obra.
Su temática abarcó desde el paisaje hasta los grupos de figuras circenses y festivas, pasando por sus característicos bodegones, cuasi abstractos, tan peculiares, y personales, que sin duda, representan lo mejor de su producción.
Su estilo es hondamente intimista, seductor, elegante, trabajado de color, pleno de humanidad, sobriedad, sensibilidad, humildad y abundante de poesía. Motivos construidos desde los cimientos del impresionismo, con un titilar de luces cambiantes en las aguas, adoquines o campos de sus lienzos, nacidas de la jugosidad de los colores, con un fluido lenguaje de pincelada corta, casi puntillista, de toques sueltos, sobria, suelta, sin fundir, espontánea, vibrátil, a base de veladuras ligeras y jugosas, que van surgiendo como un pentagrama en el que armonizará la sinfonía de sutiles colores, envuelta en un elemento que es el protagonista de la obra de García Barrena: la luz, que modula y modela el tiempo y el espacio y se posa sobre el motivo, reconstruyéndolo, atestiguando la riqueza de la materia, inscrita en la proporción justa de un volumen flexible y satisfactorio.
En la obra de García Barrena merece especial mención sus característicos bodegones, en los que el equilibrio de la composición y la armonía del color asumen pleno protagonismo, envolviendo de valores puramente plásticos la delicada y ensoñada, pero real presencia del cuadro. Estas composiciones están formadas por planos lógicamente determinados mediante contrastes lumínicos que traducen las dimensiones del espacio, sin llegar en ningún momento a la abstracción pura y son apenas reducibles al género de la naturaleza muerta. Sus formas no quieren ser formas de nada, pero, no obstante, siempre hay en ellas alguna resonancia sentimental caldeada por el color Los objetos representados en el lienzo han perdido su cualidad originaria (el florero, la cafetera, la cerámica, frutas, la porcelana...), para transformarse, mediante la precisa elaboración, en objetos independientes, quedando únicamente las sugerencias formales imprescindibles, donde las formas y gradaciones colorísticas perfectamente conjugadas, poseen la huella indeleble del hombre artista. El afán perseguido fundamenta su interés en la creación de una nueva entidad, no representando de modo tradicional un asunto, sino sirviéndose de él como excelente posibilidad de orden y color.
Carmelo García Barrena fue uno de los centenares de niños que fueron evacuados de Bilbao durante la guerra civil española, en 1937, y que vivieron en Bélgica aquellos años del éxodo y del llanto, que el escritor Luis de Castresana noveló en "El otro árbol de Guernica". Allí le brotó a García Barrena la vocación pictórica, allí estudió, en la Escuela de Bellas Artes de Amberes, y allí se hizo pintor.
El año 1946 ingresa en la Academia de la Asociación Artística Vizcaína. Durante varios años se forma con los profesores Pelayo Olartúa y Antonio Santafé Largacha. Obtiene el primer premio Fin de Curso.
En el año 1952, en medio de un panorama desolado y nulo ambiente artístico de su ciudad natal, que necesariamente tenía que afectar en la sensibilidad y en las inquietudes artísticas de los jóvenes pintores de entonces, con muchas ilusiones y pocos medios, decide viajar por Europa. Visita París, Bruselas, Ámsterdam y Amberes. En esta última ciudad reside durante tres años.
Se matricula en la Koninklijke Akademia voor Schone, donde estudia con el maestro flamenco Vanderverg. Para costearse los estudios, se emplea como repostero en una pequeña confitería de Amberes.
Trabaja y estudia aprovechando al máximo el ambiente artístico que conforta las inquietudes del joven pintor.
Establece contacto con la pintura contemporánea europea, que estudia y valora en toda su significación. A su regreso a Bilbao, celebra varias exposiciones individuales y nacionales.
En 1957 viaja de nuevo a Holanda, pintando en Ámsterdam, Volendam, Zaandam y en la isla de Marken, frecuentando todos los centros artísticos más importantes. Sus conocimientos pictóricos fueron desarrollándose paulatinamente en formas más expresivas.
De nuevo en Bilbao, su carrera empieza a tomar un rumbo ascendente que le llevará a ocupar con el transcurso de los años, un lugar privilegiado entre los más destacados pintores nacionales. Obtiene importantes premios provinciales y nacionales.
Celebra varias exposiciones individuales en Bilbao y Madrid y participa en numerosas exposiciones colectivas en España y en el extranjero.
Año 1970. Con esa acumulación de experiencias vividas, realiza un nuevo viaje a París que se convierte en un lugar de encuentro, frecuentando la Academia de “La Grand Chaumier”. El camino recorrido a través de observaciones y estudios continuos, vienen a determinar la formación del pintor, llena de grandes proyectos que parecen convertirse en realidad. Ese mismo año la galería Frontera de Madrid, presenta una colección de maestros del dibujo con García Barrena, Martínez Ortiz, Ucelay, Largacha, Arteta, Acebal Idígoras, Ramón y Valentín de Zubiaurre. En 1978 realiza ilustraciones en el libro: Temas Vizcaínos. Leyendas y Tradiciones de Navidad. En 1980,
Ediciones Gavar de Madrid edita un libro “Vida y obra de García Barrena”, a todo color, en tres idiomas y con texto de A. M. Campoy.1 También se publicó otro libro en color por “Amigos de la Pintura”, con texto de Manuel Llano Gorostiza sobre la Obra de Carmelo García Barrena. En 1982 colabora en la ilustración del libro: Montes de Hierro. En 1985 en busca de nuevos temas para sus paisajes visita Italia, viajando por Pisa, Roma, Florencia y Venecia. En 1989 vuelve a París y visita la exposición de Gauguin del Grand Palais. En 1990 viaja a Amsterdam para visitar la exposición del centenario de Van Gogh. En 1991 viaja a Amberes en Bélgica y visita una exposición del pintor James Ensor en el Museo Municipal. El año 1997 fue homenajeado por el Ayuntamiento de Fuenterrabía en agradecimiento por la donación de una de sus obras.
Ediciones Gavar de Madrid edita un libro “Vida y obra de García Barrena”, a todo color, en tres idiomas y con texto de A. M. Campoy.1 También se publicó otro libro en color por “Amigos de la Pintura”, con texto de Manuel Llano Gorostiza sobre la Obra de Carmelo García Barrena. En 1982 colabora en la ilustración del libro: Montes de Hierro. En 1985 en busca de nuevos temas para sus paisajes visita Italia, viajando por Pisa, Roma, Florencia y Venecia. En 1989 vuelve a París y visita la exposición de Gauguin del Grand Palais. En 1990 viaja a Amsterdam para visitar la exposición del centenario de Van Gogh. En 1991 viaja a Amberes en Bélgica y visita una exposición del pintor James Ensor en el Museo Municipal. El año 1997 fue homenajeado por el Ayuntamiento de Fuenterrabía en agradecimiento por la donación de una de sus obras.
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