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miércoles, 3 de octubre de 2018

Miguel Falomir: “El museo del Prado está maltratado en términos absolutos y relativos”

Miguel Falomir, director del museo del Prado, en el Casón del Buen Retiro.
           
               Miguel Falomir, director del museo del Prado, en el Casón del Buen Retiro. 

El director de la pinacoteca lamenta que el Estado solo aporte "el 60% del gasto en nóminas de la plantilla”



Sobre la mesa de su despacho en el Casón del Buen Retiro un catálogo de Lorenzo Lotto delata la doble condición de Miguel Falomir (Valencia, 1966): el científico que prepara para este mes una exposición de retratos del pintor italiano y el gestor que cumple un año como director del Museo del Prado en mitad de una coyuntura difícil. Ante una copia de un cuadro de Tiziano, cuyo catálogo razonado, la obra de toda una vida, promete culminar desde hace tiempo, habla de sus problemas económicos para hacer frente al proyecto de Norman Foster de ampliación del Salón de Reinos y para armar una celebración a la altura del bicentenario de la apertura en 1819 del Real Museo de Pintura y Escultura. Su principal “desvelo” es, insiste, “pedir dinero” para ambas empresas.
Pregunta. ¿Contaba con eso?
Respuesta. Llevo 22 años en la casa y sé que este museo está normalmente infradotado. Pero esta vez es distinto; sufrimos una coyuntura excepcional debido al gasto ocasionado por las obras para la incorporación del Salón de Reinos y por la celebración del bicentenario. Hacer frente a eso con nuestra infradotación actual es una quimera.
P. ¿Está el Prado maltratado?
R. El Prado está maltratado tanto en términos absolutos como en términos relativos. La aportación del Estado apenas cubre un 60% del gasto de la plantilla. No hay ninguna otra institución a la que no se le aporte dinero para el 100% de las nóminas. En términos relativos tenemos la mitad de aportación que el Reina Sofía. No lo entiendo. Al bicentenario aportan cero euros. Buscar dinero quita energías y te genera la sensación de que distraes fuerzas que debían de ser para cosas más importantes.
P. ¿Su capacidad de autofinanciarse en un 70% va en su contra?
R. Se castiga a quienes hacen bien los deberes. Te planteas si vale la pena seguir por esa vía: lo mismo es más rentable generar menos recursos propios y esperar a que el Estado te dé el dinero que no puedes conseguir. Está bien que las instituciones tengan autonomía pero eso no puede significar que el Estado vaya contribuyendo cada vez menos.
P. Cuando se lo echa en cara al ministerio, ¿qué responden?
R. Que nos dan un sistema de desgravación fiscal [por la consideración del bicentenario como Acontecimiento de Especial Interés] para las empresas, pero en realidad no hemos sido capaces de conseguir ni un solo euro por ese concepto. Puede que seamos unos inútiles… O que las empresas tienen un tope de desgravación fiscal y la mayor parte de las grandes ya lo ha alcanzado.
P. ¿Cómo le sentó ver al ministro Méndez de Vigo ufanarse en el Congreso de que el Prado se financie en un 70%?
R. Este es un país en el que a todo el mundo se le llena la boca diciendo lo importante que es el Prado, pero entre el dicho y el hecho, suele mediar un trecho. Dejémoslo ahí.
P. ¿Podrán hacer frente a la parte que les toca del Salón de Reinos?
R. No es una obra muy cara: 40 millones de euros en cuatro años. De nuestro presupuesto ordinario nos hemos comprometido a pagar la cuarta parte, pero nos piden que paguemos la mitad. No es realista.
P. ¿Y el del bicentenario?
R. 10 millones, que estamos pagando con los presupuestos ordinarios del museo. El programa está cerrado en un 99%...
P. …y no incluirá la muestra Circa 1819, comisariada por Javier Barón y Félix de Azúa.
R. Esa cancelación se debió a un problema de préstamos. No iban a estar a la altura y decidimos no hacerla.
P. Ha declarado que para subsistir el museo está ahora mismo con la caldera a toda máquina... ¿Qué implica eso?
R. Que vamos con la lengua fuera. Cualquier cosa que haces tienes que justificarla al céntimo, con una presión burocrática asfixiante. Dado que tenemos que afrontar el 60% de las nóminas, cualquier imprevisto puede hacer que no abramos mañana. Te crea una incertidumbre y una angustia tremendas. Nadie me obliga a hacer exposiciones, pero sí a abrir el museo. Luego están tus propias exigencias. Todos esperan que el Prado llegue a las semifinales de la Champions League, pero con el presupuesto del Getafe. Imagine que los periódicos publicaran que cerramos por falta de dinero. Vamos a ver qué ocurre con el nuevo presupuesto. En el último tuvimos una aportación del Estado de 13,9 millones, el sueldo medio de un jugador mediocre de fútbol de Primera. Debe de haber cientos de departamentos del Estado con un presupuesto mucho más holgado. Cuando el museo funciona mal, todos se preocupan. Si va bien creen que va solo. Es uno de los grandes reclamos turísticos de Madrid, y pese a ello, la Comunidad solo ayuda con 150.000 euros al año y el Ayuntamiento con cero.
P. Pero el museo crece en los nuevos Presupuestos…
R. Sí. Un millón de euros para el Salón de Reinos y otro millón más porque aumentamos nuestro nivel de autofinanciación.
P. Con un millón de los 20 que les piden, ¿tardarán 20 años en terminar la obra de Foster?
R. Contamos con que esté en cuatro años. Para eso tienes que tener una línea de financiación que ya está dibujada pero se tiene que concretar. Si todo fuera bien, las obras empezarían en diciembre de este año y concluirían en diciembre de 2021.
P. ¿No peca de ingenuo?
R. Quiero ser optimista y pensar que será así. No creo, eso sí, que aumente la aportación del Estado y vamos a tener otro edificio que mantener. Más gasto con el mismo ingreso.
P. ¿Está ya definido su uso?
R. No. El proyecto de Norman Foster hace una distribución entre lo que es la crujía histórica y el resto del espacio. Creo que vale la pena recrear esos espacios huyendo de cualquier criterio decimonónico. En la parte superior tenemos que pensar qué hacemos. Tenemos muchas de las obras que fueron encargadas para ese espacio, también se pueden hacer exposiciones temporales. Vamos a ver.
P. ¿Cree que la campaña de micromenenazgo que pondrán en marcha en septiembre arreglará algo?
R. He asumido que la Ley del Mecenazgo es una quimera y me acojo a lo que hay. El micromecenazgo es una solución que estaba ahí, y ofrece incentivos interesantes con cantidades pequeñas. Queremos tender puentes y que la gente sepa que aunque no seas millonario, también puedes contribuir. Se podrán hacer aportaciones de 5 euros y la gente podrá sentir que el Prado es suyo. En los años 20 del siglo pasado ya se compramos obras con operaciones similares.
P. ¿Viene el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, al museo?
R. Alguna vez.
P. ¿Y se cuenta la clase política entre los visitantes frecuentes del Prado?
R. No me consta. Desde luego, no es habitual.
P. ¿Le molesta tener que alquilar obras para generar recursos? En 2015, percibieron 2,9 millones de euros por esta actividad…
R. No. Me gustaría no prestar nada y que el acceso fuera libre. Pero como no soy el abad de Fátima o de Lourdes y tengo que pagar nóminas y abrir el museo, no me queda otra que alquilar y cobrar entradas, que suponen un 50% de nuestros ingresos pese a que la mitad de visitantes no paga.
P. ¿Hay un tope de obras que sea razonable prestar?
R. Estamos asistiendo al final de un modelo de museo. Ahora las exposiciones son peores de lo que eran en los 80 o en los 90. Las temporales están llegando a su fin porque es difícil hacer aportaciones nuevas de investigación y porque los museos son cada vez más reacios a prestar obra. El modelo está en caída libre. Lo importante tiene que ser la colección permanente. Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es que hemos reducido la salida de obras de las 900 a las que se había llegado hasta 400. Hay que tener claro que hay cosas que no se pueden prestar de ninguna manera. Sé que si prestara Las hilanderas conseguiría un dineral, pero no pienso hacerlo.
P. Las mujeres artistas (Clara Peeters, Sofonisba Anguisola, Lavinia Fontana) van entrando en las exposiciones. ¿Qué pasa con los órganos de gobierno como el patronato?
R. Debería ser paritario, abrirse a distintas sensibilidades.
P. ¿Cómo ve el papel del Tribunal de Cuentas, cuyo último informe les afeó la compra de un fra angélico de 18 millones a la Casa de Alba?
R. No pongo en duda la necesidad de control. Lo que sí querría es que viviera una cierta sensibilidad con el hecho artístico. No es lo mismo los cuadros que la de la exportación de ganado. A veces noto esa falta de sensibilidad y de conocimiento. Me preocupa el sistemático filtro de las noticias de manera interesada de instituciones como el Prado o el Reina que vivimos de nuestra imagen. La desconfianza que proyectan sobre nosotros es demoledora. Tenemos el compromiso de su parte de que pondrán más sensibilidad.
P. A propósito de imagen, ¿Cree que fue buena idea la exposición de Cai Guo-Qiang en el Salón de Reinos?
R. Todos los museos similares al nuestro estamos siempre en el mismo debate: cómo nos aproximamos al arte contemporáneo. A veces se acierta y otras no. Aquí ha habido iniciativas con artistas contemporáneos que adolecían de una falta de criterio, de cohesión. No lo excluyo porque son miradas enriquecedoras, pero soy más partidario de que se introduzca a través del departamento de Educación.
P. ¿Pero en el caso concreto de Cai?
R. Dejémoslo en que en ese caso hubo opiniones para todos los gustos.
P. Y del Guernica… ¿se han olvidado definitivamente?
R. Volverá al Prado... dentro de 100 años. Dado que el Reina Sofía debe ser un museo de sensibilidad contemporánea, dentro de un siglo desentonará en el contexto del Reina Sofía.

SOBRE GIRAS Y COLECTAS

Entre los proyectos del bicentenario del Prado, Miguel Falomir destaca De Gira por España: llevar una obra maestra del museo a cada una de las comunidades autónomas, Ceuta y Melilla. “Aún no he conseguido un patrocinador. Va a costar un fortunón que pagaremos nosotros”, dice. Habrá también grandes exposiciones sobre “cómo el Prado ha llegado a convertirse en el museo de todos y el impacto que ha tenido en muchísimos artistas”, sobre Rembrandt, Velázquez y los siglos de Oro en Holanda y en España o en torno a los dibujos de Goya. Más nombres: Bartolomé Bermejo, Fra Angélico y el origen del Renacimiento en Florencia o una dedicada a las artistas Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. El toque moderno lo pondrá Giacometti.
En otoño, se estrenará una nueva forma de financiación: el micromecenazgo: “He asumido que la ley del mecenazgo es una quimera y me acojo a lo que hay. El micromecenazgo es una solución que ofrece incentivos interesantes con cantidades pequeñas. Queremos que la gente sepa que sin ser millonario, puedes contribuir. Se podrán hacer aportaciones de cinco euros”. La primera compra gracias a este sistema será un lienzo inédito del pintor francés del XVII Simon Vouet.
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