Arte español en el mundo

«Quizás, cuando algunos hablaban de ese engendro denominado marca España, estaban pensando en el arte español»

Hay cosas que son naturales, que no hay que forzarlas, que surgen solas. Sin duda alguna, la marca España no correspondía a esta categoría. Era un invento forzado, de los que no funcionan. Sin embargo, el arte español era otra cosa. Era un fenómeno que funcionaba desde hacía siglos sin necesidad de que nadie lo reivindicara, ni lo inventara de forma artificial. Y tan solo había que darse una vuelta por el mundo para ser consciente de ello.

La National Gallery de Londres, uno de los diez mejores museos del mundo, acogía una excepcional muestra de más de 70 retratos de Goya. Los jardines del Rijksmuseum de Amsterdam (donde se expone la «Ronda de noche» de Rembrandt) acababan de clausurar una exposición de esculturas de Joan Miró. El Grand Palais de Paríshabía inaugurado un interesante muestra de la influencia de Pablo Piasso en el arte contemporáneo. El arte de Zurbarán se exhibía en todo su esplendor en Dusseldorf.

La colección de la Casa de Alba podía contemplarse en el museo Meadows de Dallas junto a obras de artistas comoVelázquez, Goya o Murillo pertenecientes a su colección. Y, si nos íbamos al arte contemporáneo, la obra de Jaume Plensa podía contemplarse actualmente en exposiciones en lugares tan dispares como la Bienal de Venecia, la ciudad de Chicago, Nashville, San Francisco o la pequeña población francesa de Céret, donde Picasso descubrió el cubismo.

Estaba claro que Italia vendía diseño y Alemania tecnología, pero en cuestiones artísticas, España se llevaba la palma. Quizás, cuando algunos hablaban de ese engendro denominado marca España, estaban pensando en el arte español que, sin duda alguna, era lo mejor de eso que ahora se denominaba marca y antes se llamaba la imagen de un país.

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