La Fundación Mapfre ha inaugurado el 13 de febrero una nueva exposición, El canto del cisne. Pinturas académicas del Salón de París. Colecciones Musée d’Orsay, que permanecerá abierta hasta el 3 de mayo. El proyecto expositivo ha sido comisariado por Pablo Jiménez Burillo, director del Área de Cultura de la Fundación Mapfre, y Guy Cogeval, presidente del Museo de Orsay, y como comisario científico, Côme Fabre
Por primera vez se podrá ver en España reunidas 80 grandes obras de los principales pintores consideradosacadémicos en los salones de París del siglo XIX (Gérôme, Ingres, Bouguereau, Laurens, Cabanel, Baudry,Henner o Meissonier) y otros que sin ser considerados “pintores académicos” estuvieron presentes en el Salón de París del XIX (Gustave Moreau, Puvis de Chavannes, Alma-Tadema o Courbety). En definitiva, con esta exposición se pone en valor una pintura refinada, hecha a base de talento y que difícilmente se podrán volver a ver reunidas estas obras en España.
Este estilo pictórico tiene su origen en la exposición que tuvo lugar en el Salón Carré del Museo del Louvre en1763, del que toman su nombre. En sus obras reflejan su inquietud hacia el nuevo mundo que ven venir y que creen que acabará con los “ideales” de la tradición, de ahí su “vuelta al pasado” o a lo exótico.
Aunque cómo ha dicho en la presentación de la muestra Pablo Jiménez Burillo “no es una exposición arqueológica de un momento de la historia, sino que hemos querido mostrar que no es una página desdeñabledentro del proceso de consolidación de la modernidad, sino que estamos delante de una pintura que afrontótambién los problemas que planteaba una sociedad moderna y que quiso adaptar la gran tradición delRenacimiento a un mundo moderno, a un mundo completamente distinto”.
Y, desde luego, es una oportunidad para plantearse cuestiones que dábamos por zanjadas a la vez que nos hará reflexionar sobre la complejidad que plantea este tipo de pintura. Es una exposición que exalta la belleza, la belleza de una pintura que estaba “pensada para que gustara –apostilla Jiménez Burillo–. Un canon que ya no es nuestro canon, a partir de ellos empieza a ser más importante la idea de libertad en el proceso creativo”.
Estos pintores se sienten fascinados por la decadencia, ya que sienten cercano el final de una época que vaacabar con su manera de pintar. La gran referencia de estos artistas académicos es el desnudo, el desnudo femenino en armonía con la naturaleza, lo que no deja de ser una idea nostálgica que tiene que ver con el paraíso perdido, con una armonía que se va a desaparecer.
La exposición arranca con el apartado “La Antigüedad viva”, que analiza la vuelta al ideal clásico, con obras como El manantial, de Ingres, o La pelea de gallos, de Gérome. Para pasar a “¿Un desnudo ideal?”, sobre la belleza del cuerpo, con obras como El nacimiento de Venus, de Cabanel. “Pasión por la historia, historia de las pasiones, “El indiscreto encanto de la burguesía”, “Reinventando la pintura religiosa”, “Orientalismos: del harén al desierto”, “Paisajes soñados”, “El mito: la eternidad de lo humano en cuestión”, “La ambición decorativa”, La transfiguración de la lección académica.
Y, para terminar, “Hacia una nueva mirada”, con dos obras excepcionales, Las oréades, de Bouguereau, y Las bañistas, de Renoir. “Por un lado en el cuadro de Bouguereau vemos el fin de una tradición y cómo después de esta obra no se puede seguir pintando de la misma manera, pero la esencia de todo esto la encontramos en la obra de Renoir, el pintor vuelve, después de su aventura impresionista, a pintar mujeres desnudas en la naturaleza, en una idea de armonía, eso sí de una manera completamente distinta”, dice Jiménez Burillo sobre estas dos obras que cierran la exposición.
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