Fernando Checa, catedrático de Historia del Arte, se adentra en el Museo de la Fundación Carlos de Amberes de Madrid, de reciente creación, donde se exhibe pintura flamenca de los siglos XVI y XVII. En un reportaje del número de marzo de Descubrir el Arte, el especialista analiza y desmenuza los aspectos artísticos que constituyen las históricas imágenes
Paralelamente al panorama artístico que se había fraguado en Italia, en el norte Europa, y en concreto en Brujas y Bruselas, se produjo en el siglo XVI una rápida revolución de la pintura que acabó por instaurar el mal denominado “realismo flamenco”. Éste consistió en una innovación del lenguaje plástico que rechazaba las formas sofisticadas y complejas del gótico internacional, para “simplemente” plasmar la naturaleza de manera verosímil. Este cambio estuvo encabezado por los hermanos pintores, Hubert y Jan Van Eyck, a los que pronto siguieron otros muchos como Rogier van der Weyden o Hans Memling.
La importancia de estos nuevos parámetros artísticos reside en empezar a investigar y tratar géneros como el paisaje o el retrato, sumándose la innovación técnica del óleo sobre tabla. El mirar de un modo mucho más natural y realista a aquello que les rodeaban, cautivó en cierta manera a los artistas de la ciudad de Florencia. Sin embargo, como en todo planteamiento estético, recibe sus variantes según los lugares en los que vaya aterrizando. Incluso, en muchas ocasiones, como en este caso, fue la modernidad italiana la que acabó por ejercer mayor influencia sobre la pintura del entonces Flandes, originando una simbiosis de estilos.
Otro aspecto importante en este periodo histórico es el papel de la realeza y los nobles como grandes mecenas de arte. Éste fue el caso de la tía de Carlos V, Margarita de Austria, quién protegió a algunos de los pintores más conocidos como Van Orley o Jan Gossaert. En relación a esta función de protección va a tener mucho que ver losretratos de aristócratas y reyes que producirán los pintores elogiados en la corte. Sobre todo, en el siglo XVII, artistas como Velázquez en España o Rubens en Italia y Francia, van a gozar de los privilegios que les otorgan los magnates .
En contraposición a Rubens, se encontraba Rembrant, si uno fue conocido por una pintura luminosa y amable para la corte, el otro por experimentar con el retrato del ambiente burgués y cotidiano mediante un lenguaje más naturalista.
Tanto los tapices, que son otro de los platos fuertes, como las pinturas de maestros flamencos y holandeses que pertenecen a la fundación, proceden del Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Amberes, Patrimonio Nacional y coleccionistas privados. En definitiva, este tesoro cultural supone un riquísimo testimonio de uno de los momentos más espectaculares del arte y la historia de Europa en general, y de la escuela flamenca, en particular.
Fuente
http://www.descubrirelarte.es/
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