Dánae el Mito:
“… Abante, rey de Argólide y nieto de Dánao, se casó con Aglaye, de la que tuvo dos hijos mellizos, Preto y Acrisio y a los que les legó el reino, y les ordenó que gobernaran alternativamente. La disputa entre los dos hermanos, que comenzó ya en las entrañas maternas, se volvió en un enfrentamiento cuando Preto yació con Dánae, la hija de Acrisio.
Acrisio se negó a ceder el trono al final de su periodo, Preto huyó a la corte de Yóbates, rey de Licia, con cuya hija Estenebea, o Antea, se casó, volviendo poco después al frente de un ejército licio para reclamar su derecho a la sucesión. Se libró una sangrienta batalla, y después que ninguno de los dos bandos obtuviera la victoria, Preto y Acrisio convinieron de mala gana en dividir el reino entre ambos. La parte que correspondió a Acrisio fue Argos y sus alrededores, y la de Preto fue Tirinto, el templo de Hera (entonces parte de Micenas), Midea y la costa de Argólide.
Acrisio, quien se había casado con Aganipe, no tenía hijos, sino solamente esta hija, Dánae, a la que había seducido Preto; y cuando preguntó al oráculo cómo podía conseguir un heredero varón, recibió esta respuesta: “No tendrás hijos varones y tu nieto te matará”. Para impedir que se cumpliera este pronóstico Acrisio encerró a Dánae en un calabozo con puertas de bronce, guardada por perros salvajes, pero, a pesar de estas precauciones, Zeus llegó a ella en forma de “lluvia dorada” y Dánae le dio un hijo llamado Perseo.
Cuando Acrisio se enteró del estado de Dánae no quiso creer que el padre era Zeus y sospechó que su hermano Preto había retomado su intimidad con ella; pero, como no se atrevía a matar a su propia hija, los encerró a ella y al infante Perseo en un arca de madera que arrojó al mar.
El arca fue a la deriva hasta la isla de Sérifos, donde un pescador llamado Dictis le echó la red, la sacó a la costa y encontró a Dánae y Perseo todavía vivos. Los llevó inmediatamente a su hermano Polidectes, quien crió a Perseo en su propia casa…
Pero el mito de Perseo ya será tratado en este blog, en otra ocasión con más detalle, en cualquier caso puede encontrarse una referencia de su relación con Andrómeda en este blog: Andrómeda: Mito, Astronomía y Arte. Hacer clic.
Nota o Curiosidad: Aunque a Perseo no se le asocia como si le ocurre a Ándrómeda, con ninguna constelación, si se le asocia con las perseidas. Las perseidas, popularmente conocidas como las lágrimas de san Lorenzo, no es una “lluvia dorada” pero si son una “lluvia de meteoros” observada en el Hemisferio Norte debido a que transcurre en agosto.
Para más información, en este blog: La pintura Romana -Frescos de Pompeya-. Haz clic.
Y por cerrar el círculo Acrisio-Dánae-Perseo, termino de narrar.
Fue después de una larga ausencia (Medusa, Andrómeda…) que Perseo volvió a la isla Serífea donde su madre Dánae estaba aún cautiva de Polidecto que la llenaba de ultrajes. A ruegos de Dánae, Perseo luchó con el tirano y lo mató.
Después Perseo venció a Preto, hermano y contrincante de su abuelo Acrisio al que le había usurpado el trono de Argos.
Acrisio, sabedor del camino triunfal de su nieto, fue hasta el lugar llamado Larisa para felicitarle, expresarle su gratitud y reconciliarse con él. Este mismo día se celebraban los juegos de la rayuela, que era el ejercicio en boga. Perseo quiso dar pruebas de su fuerza y maestría al lanzar el disco, pero con tal mala fortuna que golpeó bien en la frente o en el pie de su abuelo Acrisio, matándolo instantáneamente, con lo que se cumplieron las predicciones del oráculo.
Dánae en el Arte.
Aunque Dánae aparece ya en la Ilíada como amante de Zeus y madre de Perseo, es posible que su mito fuese perfilado en los siglos VII y VI a.C.
A principios del siglo V a.C. como ya hemos visto en la primera imagen de esta entrada, aparecen en cerámica ateniense sus primeras representaciones.
Los dos aspectos fundamentales de este mito, de una parte, el viaje de Dánae con su hijo Perseo y, de otra, la lluvia dorada, han tenido a lo largo de la historia del arte distinto tratamiento artístico; Mientras que del primero de ellos, sólo se recogen -como hemos visto- algunas cerámicas y alguna pintura pompeyana, el tema de la lluvia dorada se hace prácticamente como único referente al mito de Dánae.
Tomo del capítulo cuarto “los amantes de Zeus” del libro Arte y Mito -Manual de iconografía clásica- Miguel Ángel Elvira Barba.
“… A principios del siglo V a.C. Dánae aparece sola, totalmente vestida, sentada en su cama y recibiendo las gotas que caen del techo. Después, se van multiplicando las variantes: Dánae recibe la visita de Hermes, de una sirvienta o, más comúnmente de Eros; ella misma puede sentarse en una silla o colocarse en pie, y, sobre todo, se va desnudando con el paso de los siglos y mostrando su placidez, e incluso su placer al recibir la lluvia erótica. Finalmente, ya en época romana, se advierte un cambio interesante: Dánae se convierte en una figura semidesnuda, frontal y estática, que recibe de un Júpiter (Zeus griego) a menudo presente, sea la lluvia dorada, sea un simple rayo de luz dorado, en un paisaje exterior; de este modo se exalta el carácter sacro de la acción a expensas del mito original.
Es curioso, que esta vertiente religiosa de Dánae fuese captada por el cristianismo, que vio en el mito una prefiguración de la concepción virginal de María. De ahí que a lo largo del Renacimiento, se enfrentasen dos tesis opuestas sobre las escuetas palabras escritas en la Metamorfosis de Ovidio: “Perseo, a quien Dánae había concebido de una lluvia de oro(IV, 6II)”, y [disfrazado] de oro, [Júpiter] engañó a Dánae (VI,II3). Para unos, Dánae podía ser vista casi como una personificación de la castidad (puditicia) -grabado del sueño de Polifilo (1499), Dánae de Mabuse (1527)- o por lo menos con el respeto debido a las heroínas clásicas -A. Corregio (1531), Rosso Fiorentino (1540)-; para otros, en cambio, el mito aludía directamente al amor venal, hasta a la prostitución como ya había sugerido Bocaccio. Con Tiziano (1554) comienza a triunfar esta última tesis, al convertirse la lluvia dorada en una cascada de monedas y al aparecer una alcahueta para recogerlas (véase al final de este artículo la visión actual de la reinterpretación del mito de Dánae, por Zajárov). El Barroco no hará más que ahondar en esta interpretación (Rembrandt,1636), llegando a la repugnante escena de burdel de lujo que presenta G.B. Tiepolo (1736), con una oronda y despectiva Dánae frente al viejo y achacoso Júpiter.
Pero la figura de Dánae no se agotó con el Barroco dieciochesco. Si E.C. Burne-Jones se planteó un tema nuevo -Dánae contemplando cómo su padre construye la torre en la que va a ser encerrada (1872)-, la lluvia de oro, real o simbólica, se renovó con un intérprete tan excepcional como G. Klimt -puede verse en este blog: Dánae: Gustav Klimt, hacer clic-. Hace pocas décadas B. Civitico (1980) aún la ha imaginado como la luz del atardecer entrando por una ventana para inundar a una mujer semidesnuda….”
Pasemos ahora a un recorrido visual de lo que he considerado más esencial de todo lo expuesto anteriormente.
La Dánae de Jan van Gossart Mabuse
La Dánae de Antonio da Correggio
La Dánae en Rosso Fiorentino
Las Dánae de Tiziano
En el Museo del Prado, Madrid.
En el National Museum of Capodimonte, Napoles.
Dánae en el Hermitage
Dánae en Viena.
La Dánae de Rembrandt
La Dánae de Rubens
La Dánae de G.B. Tiepolo.
La Dánae de Tintoretto
La Dánae de Artemisia Gentileschi
La Dánae de Oratio Gentileschi.
La Dánae de E.C. Burne-Jones.
La Dánae de G. Klimt.
La sensualidad del color dorado bizantino (marca registrada del estilo tardío de Klimt e indicio de su vida en la opulenta Viena de la preguerra) y el vuelo de la tela vaporosa con dibujos dorados enmarcan a la mujer desnuda y acarician su cuerpo. Tras sus piernas fornidas y curvilíneas se encuentra el punto focal de la pintura: la oculta vagina. Klimt combina la acción dramática con suaves líneas direccionales (la lluvia dorada, el ladeo de cabeza y la inclinación del antebrazo, con la mano que desaparece tras un muslo apretado en éxtasis) para arrastrar la mirada del espectador hacia el centro del lienzo.
Gustav Klimt comentó: <<Todo arte es erótico>>. Él se inspiró en el orgasmo femenino, y su obra incluye numerosos estudios de mujeres masturbándose. En esta pintura, Klimt ha retratado a Dánae, hija de Acrisio, en el momento del orgasmo. La lluvia dorada que cae en cascada desde arriba es el dios Zeus, penetrando en su cuerpo tras haber descubierto que el rey Acrisio tiene encerrada a su hija para intentar romper la profecía de que su nieto lo asesinaría. Zeus fecunda así a Dánae, y su vástago Perseo acaba matando al rey.
Dánae de Lorenzo Lotto
Dánae de Anne-Louis Girodet
La Dánae de Adolf Ulrik Wertmüller
La Dánae de Gazpar Becerra
La Dánae de Hendrik Goltzius
Para ver algo más de este autor, puede visitarse la entrada en este mismo blog: Las Furias. De Tiziano a Ribera (Haz clic)
La Dánae de Andrea Meldolla
La Dánae de Antonio Bellucci.
La Dánae de François Boucher
La Dánae de Carolus Duran
La Dánae de Joachim Wtewael
La Dánae de Alexandre Jacques Chantron
La Dánae de Léon Comerre
La Dánae de Egon Schiele
Para ver más sobre Schiele pueden visitarse en este blog: Egon Schiele (Una muestra en forma de Clip) , Egon Schiele (1890-1918). Galería (2) , Mujer reclinada con medias verdes; Egon Schiele.
La Dánae de Jacques Blanchard
La Dánae de Jacob van Loo
La Dánae de Paolo de Matteis
La Dánae de Charles-Joseph Natoire
La Dánae de Jean-François de Troy
La Dánae de Andrea Casali
La Dánae de Anton Raphael Mengs
La Dánae de Alexander Sigov
La Dánae de Milo Manara
Dánae en la perfumería
Por último propongo este enlace a una visión actual de Dánae del artista contemporáneo Vadim Zajárov que presentó en la 55ª Bienal de Arte de Venecia.
http://culturacolectiva.com/la-reinterpretacion-del-mito-de-danae-por-zajarov/
Fuente
https://euclides59.wordpress.com
Fuente
https://euclides59.wordpress.com
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