Cristina Ferrández reflexiona sobre los muros y construcciones que separan países y su impacto sobre la naturaleza en la muestra 'Framed Landscapes'
¿Qué es una frontera? Cuando se habla tanto de la globalidad ¿por qué se construyen tantos muros? La artista Cristina Ferrández(Alicante, 1974) reflexiona a partir de estos y otros conceptos enFramed Landscapes, la muestra que presenta en la Llotja de Peix de Alicante dentro del ciclo Arte Último. 21 días. La idea empezó a gestarse en 2009, «a la vuelta de un viaje en Cisjordania». Ferrández acudió a Jerusalén como invitada en un proyecto que se desarrollaba en Ramala, dentro de las actividades de la capitalidad de la cultura árabe. «Fueron dos semanas muy intensas en las que me llevaron a vivir directamente la experiencia de un territorio fragmentado por un muro físico, y lo que supone pasar de un lado a otro en cuanto a las diferencias como ser humano», recuerda, «y lo que sobrecoge pasar por una puerta en la que eres fichado y estás apuntado por armas». Aquella experiencia la marcó y empezó a «investigar sobre estas realidades de las vallas que son tan actuales para impedir el paso de la gente».
A través de cinco piezas la artista invita al espectador a reflexionar sobre estos conceptos. En un apartado se incluyen tres series de imágenes captadas por satélites, tratadas para que se conviertan «en postales de las fronteras». Una «aproximación estética hacia tres parajes localizados» en los que ha ido «enmarcando cada zona de cada muro». En una aparece el muro entre Estados Unidos y México -situado entre San Diego y Tijuana-, sigue con el que visitóentre Cisjordania e Israel y termina con la barrera del Sáhara occidental con Mauritania.
La elección de estas tres zonas se basó en los que mejor se reflejaran desde el aire. «Ahora mismo se construyen en Hungría y otros más lugares, pero suelen ser barreras que no son tan visibles», argumenta. La de Tijuana la atrajo por su geometría, «una barrera recta perfecta que entra en el mar, muy impactante por la fragmentación total». De las otras, «en el Sáhara más que un muro es una zanja gigantesca con un campo de minas y en la orografía ves la herida del desierto» y la de Cisjordania con Israel es el contrapunto a las anteriores «porque es una línea muy orgánica con recovecos: se ven las construcciones nuevas con parques y jardines a un lado y las antiguas y caóticas de los palestinos».
A Ferrández no le gusta considerarse «una artista política, no sé si lo soy». En su carrera ha trabajado muchos temas geopolíticos, en los que «estoy haciendo un llamamiento a cosas que ocurren en el mundo». Por eso prefiere situar sus preocupaciones en el ámbito de «lo sociológico, la gestión del territorio y medioambiental si cabe».
Su apuesta en el tratamiento de estos temas está radicalmente apartada del que vemos estos días en las noticias a propósito de la crisis de los refugiados de Siria o Afganistán. «En mi caso las imágenes son frías», señala, «como de un videojuego». La «distancia tecnológica» que aporta el verlos a través de un satélite, los convierte «como una postal». «Se trata de una ironía, fría y distante, como la televisión». Ella, que en Palestina tuvo la oportunidad de vivir en primera persona los conflictos que asolan el Oriente Medio, hizo un «reportaje a pie de suelo donde se ve todo perfectamente, pero no es mi labor mostrarlo expositivamente, entonces serían periodísticas, sensacionalistas».
Esa asepsia provocada por la distancia, busca una reflexión intelectual frente al sentimiento visceral que surge al ver el sufrimiento de otro humano, «no me veo como artista visual trabajando esas imágenes, lo veo para fotógrafos documentalistas». Su objetivo es «despertar una conciencia sin mostrar las personas». «Yo puedo tener mi posicionamiento pero dejo que mi obra sea una propuesta a que el espectador piense en su posicionamiento», añade, «mi apreciación creo que no la estoy mostrando». Su deseo es que este se plantee los interrogantes «y que lo piense y que lo descubra realmente».
Naturaleza política
Acompañando a las postales está una instalación con dos murales enfrentados representando a ambos polos, a través de cables iridiscentes los conecta. «Son territorios partidos y fragmentados por la explotación de sus recursos», denuncia. La preocupación por la naturaleza la ha mantenido desde siempre, indica, «y como artista he trabajado mucho sobre la conciencia del cuidado medioambiental y muchas cosas que van parejas».
«Una de las cosas que marcó mi juventud fue la construcción masiva en la costa de la bahía de Alicante», destaca. De aquella época lamenta el intento de desecación de las salinas detrás de Urbanova, «se quería hacer una zona edificable, cortando el canal que suministra agua a la zona y aprovechando que cada vez llueve menos». Como denuncia de aquella situación hizo una obra de land art, en la que dibujó siluetas, al estilo de las líneas Nazcas, de las aves migratorias que anidaban normalmente.
En la actualidad vive en una pequeña aldea en Asturias, «porque quería parajes más vírgenes, un lugar con agua y ver verde». Convertida en una especie de exiliada medioambiental, buscaba esos lugares «donde ir a la costa y no encontrar edificios y descubrir esos pequeños fragmentos de la naturaleza, como enmarcados».
Fuente
http://www.elmundo.es
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