El núcleo central del trabajo de Fraser es el análisis del tejido social del campo del arte, que lleva a cabo examinando las motivaciones de agentes culturales como artistas, coleccionistas, galeristas, mecenas y públicos, entre otros. Sus propuestas están influenciadas por el psicoanálisis y la teoría de los campos sociales del sociólogo Pierre Bourdieu, además del feminismo. En palabras de la artista: “No es cuestión de estar en contra de la institución. Nosotros somos la institución. La cuestión es qué clase de institución somos, qué clase de valores institucionalizamos, qué formas de práctica premiamos y a qué clase de premio aspiramos”.
Sus métodos de trabajo se han desarrollado a partir de procesos de investigación site-specific combinados con las indagaciones feministas de la subjetividad y el deseo. Desde el principio de su carrera la artista utiliza la apropiación, mostrando la importancia de trabajar con material real, además de la performance, en la que destaca por su enorme capacidad de escenificación de múltiples voces. Su obra, transgresora per se, pone de manifiesto una concepción de la crítica institucional como lo que el arte hace, activar estructuras y relaciones, arraigada en el principio psicoanalítico de que uno solo puede establecer esas estructuras y relaciones cuando se producen, es decir, de forma inmediata. Todo un ejercicio de reflexión crítica cuyo objetivo es activar, a su vez, la reflexión crítica en los demás.
Las obras seleccionadas para la muestra se agrupan bajo seis epígrafes genéricos interconectados entre sí. El recorrido se inicia con Museos, principal marco institucional del arte, y en el papel que desempeñan en el establecimiento de valores y jerarquías sociales. Apropiándose de sus formatos y lenguajes, Fraser pone de manifiesto cómo los museos instruyen y seducen para que se refrenden los valores que institucionalizan. Globalización fija la atención en los años noventa, cuando proliferaron bienales y ferias de arte, eventos que han convertido el arte en un producto, y reflexiona acerca de los efectos de este fenómeno. En Es una exposición bonita, ¿verdad? se incluyen los proyectos en los que la artista, influida por las investigaciones del sociólogo Pierre Bourdieu acerca del consumo cultural y la estratificación social, examina el arte, el gusto y la clase social. Fantasías descartadas muestra el arte como un desfile de fantasías colectivizadas que cristalizan en obras y en identidades artísticas. Este epígrafe explora estas identidades como puntos de intersección entre nuestras implicaciones emocionales con el arte y los contextos políticos y sociales de su realización.
En Lo personal y lo político queda claro que, aunque las obras de Fraser parecen vacilar entre los extremos de unas investigaciones psicológicas y sociológicas, emocionales y económicas, el mantenimiento de los vínculos entre todas ellas es uno de los principios fundamentales de su trabajo. Por último, en Coleccionado y archivado vemos cómo la crítica institucional se desarrolló llevando a cabo una doble crítica del museo como lugar de exposición y del taller como lugar de producción de unas obras de arte que luego, para ser vistas, han de circular por museos y galerías. Los enfoques de carácter site-specific y proyectual en relación con la producción artística surgieron en respuesta a esa crítica. Como consecuencia de la fidelidad de Fraser a ese tipo de enfoques, muchos de sus proyectos existen únicamente en forma de documentación.
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