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lunes, 19 de diciembre de 2016



Despedida de Carmen Alarcón, Jefa de Protocolo del Reina Sofía, que supo pactar con todos los Gobiernos
Los grandes museos también tienen sus pequeñas historias personales, como la que se vivió el pasado el fin de semana en el Museo Reina Sofía, que despidió a su jefa de Protocolo, Carmen Alarcón, tras casi 30 años de intensa vida profesional dedicada a esta institución.
El acto celebrado en los auditorios del edificio Nouvel, contó con la participación de sus compañeros del MNCARS, coleccionistas, galeristas y amantes del mundo de arte, junto al director del Reina, Sofía Manuel Borja-Villel, y el presidente del Patronato, Guillermo de la Dehesa, así como periodistas a los que siempre trató con cariño, energía y delicadeza junto a su alter ego y Directora de Prensa, Concha Iglesias.
Carmen Alarcón es la historia viva del museo al que llegó antes que el Guernica -según recordó en su emotiva despedida- y ha visto desfilar por los edificios Sabatini y Nouvel a casi todos los ministros de Cultura de la transición en el siglo XX y a todos los del XXI.
Numerosas fotos preparadas por sus compañeros del Reina ilustraron su despedida, entre las destacaron las de las visitas de una jovencísima Reina Doña Sofía, a la que Carmen entregaba el protocolario ramo de flores como nadie, y de un no menos joven Rey Juan Carlos, siempre en segundo plano en estas cuestiones del arte.
También las fotos de ministros y secretario de Estado de distinto signo, tanto del PSOE como del PP, a los que Carmen recibía con una sonrisa y dejaba en manos de las autoridades del museo. “He pactado con todos los ministros de Cultura y con todos los partidos -recordaba Carmen ante Borja-Villel y Guillermo de la Dehesa, así que no debe ser tan difícil”.
Ha trabajado con todos los directores del MNCARS
Carmen Alarcón ha trabajado con todos los directores del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), desde el primero al último: Tomás Llorens, María Corral, José Guirao, Juan Manuel Bonet, Ana Martínez de Aguilar y Manuel Borja- Villel y es la memoria viva del museo, ya que, como destacaba el presidente del Patronato Guillermo de la Dehesa, ha contribuido con su trabajo a la organización de más de 600 exposiciones y ha recibido y organizado actos protocolarios para Casa Real, Gobierno y numerosos dignatarios extranjeros que han visitado este emblemático museo en los últimos treinta años.
Su trabajo ha sido reconocido con la Medalla de Oro de la Escuela Internacional de Protocolo y la Medalla al Mérito Civil, que recibió de manos de la ministra Ángeles González-Sinde, junto a su compañera Concha Iglesias.
A lo largo de estos años Carmen Alarcón ha sido testigo privilegiado, y en parte protagonista, de la transformación del Museo en el que no solo se han presentado más de 600 exposiciones en diferentes espacios, sino que han tenido lugar importantes acontecimientos como la llegada del Guernica, la presentación de la colección permanente, la ampliación llevada a cabo por el arquitecto Jean Nouvel o el nacimiento de la Fundación Museo Reina Sofía, por citar sólo algunos ejemplos. A lo largo de estos casi 30 años el Museo ha multiplicado por diez el número de visitantes y hoy con Manuel Borja-Villel al frente, supera los tres millones de visitas.
Me voy al Pacto de Toledo
“Me voy al pacto de Toledo”, dijo Carmen a sus compañeros del Reina Sofía, ya me he apuntado y ya estoy en la lista, así que espero cobrar a lo largo de los próximos años”. La frase no pasó desapercibida para Guillermo de la Dehesa, que en otros tiempos tuvo importantes responsabilidades de gobierno, quien recordó que hace casi un siglo que se fijó la edad de jubilación en los 65 años, cuando la esperanza de vida no pasaba de los 35, así que algo habrá que hacer, dijo.
Destacó las cualidades de Carmen Alarcón y se mostró muy satisfecho de haber trabajado con ella, mensaje que también le trasmitió el actual director, Borja-Villel- quien le insistió en que todavía estaba a tiempo de arrepentirse de su decisión de dejar el museo.
Como es tradicional en estos actos no faltó el tradicional reloj, las flores, alguna lágrima, y la placa conmemorativa, así como un cuadro a plumilla de la fachada del museo, entre el cariño de sus amigos y compañeros.

Fuente

http://www.revistadearte.com

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