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domingo, 29 de julio de 2018

Se abren dos colecciones privadas

         Del rosarino Adrián Villar Rojas. Detalle de “Rinascimento”, en la colección de Sandretto.

Mecenas para el museo del futuro

Desplegarán obra latinoamericana y europea en espacios centrales de Madrid: serán decisivos para ampliar los circuitos del arte de la región.

Las múltiples colaboraciones que las instituciones culturales emprenden entre sí suelen ser garantía de su supervivencia. En los últimos años hemos asistido a un sinfín de modelos colaborativos —exposiciones, seminarios y catálogos producidos entre diversos museos— pero estas alianzas no siempre responden a una ausencia de recursos, ya que aumentar la visibilidad y alcanzar una mayor repercusión son valores en alza.
Por ello, los proyectos culturales de mayor envergadura buscan socios y también otras instituciones con quienes compartir sus reservas. Este espíritu asociativo sobrevuela una de las últimas aproximaciones entre acervo cultural público y patrimonio privado, cuyo destino –¡atención!– es la ciudad de Madrid.
La coleccionista Ella Fontanals-Cisneros, de origen cubano pero venezolana por adopción, ha donado a España una parte importante de las piezas de su colección de arte latinoamericano, con el objetivo de crear, junto al Ministerio de Cultura, una institución artística en un amplio sector de La Tabacalera, una antigua fábrica de tabaco reconvertida en espacio cultural y ubicada en el barrio de Lavapiés.
Un conjunto importante de las 3.200 piezas de arte abstracto latinoamericano será el motor del “primer museo latinoamericano en Europa”, según la propia coleccionista.

La Tabacalera es un edificio de 8.000 metros cuadrados en plena fase de rehabilitación, donde hoy conviven un centro social autogestionado por colectivos artísticos barriales (CSA) y una zona dedicada a exposiciones temporales.
El segundo piso de este edificio del siglo XVIII alojará el futuro proyecto, junto a otros, como el nuevo espacio satélite del Museo Nacional Reina Sofía. Ella Fontanals-Cisneros ha firmado un acuerdo con la Subdirección General de Promoción y Bellas Artes del Ministerio de Cultura, que le permitirá abrir ese espacio a partir del 2020. Más allá de fortalecer una zona museística central, la espléndida milla en la que se alojan el Museo del Prado, el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza y CentroCentro, el proyecto se presenta como un ámbito de divulgación del arte latinoamericano y de las problemáticas de la región.

Esta activación de otros relatos artísticos, emitida desde el sur de Europa al mundo, no es la única iniciativa madrileña. La coleccionista italiana de arte contemporáneo Patrizia Sandretto Re Rebaudengo viene de hacer un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid, que le cede por un período de 50 años una de las naves, hasta el momento vacía de El Matadero Madrid: establecerá allí la primera sede de su Fundación fuera de Italia.
El acuerdo implica la cesión del edificio por parte del Ayuntamiento y la rehabilitación total de este espacio realizada por Sandretto. Si bien la articulación de este nuevo centro de arte contemporáneo se organiza alrededor de obras de su colección, la exhibición de estas piezas conforma apenas un aspecto de este proyecto ambicioso de características didácticas y expositivas.
Los más de 6.000 metros cuadrados que ocupará la Fundación a partir del 2019 albergarán distintas salas de exposiciones, un auditorio y una zona dedicada a actividades educativas, talleres de artistas y residencias para curadores.

Estos futuros emprendimientos no responden tan fácilmente a las dinámicas con las que una institución artística privada suele emprender sus expansiones, protagonizadas por una voluntad pública.
Por ese motivo, la exhibición de estas colecciones de arte moderno y contemporáneo no desplegarán estructuras fijas, contempladas como una extensión, a gran escala, de los intereses y aciertos de los coleccionistas. El hecho de que ambas propuestas coincidan en espacio y tiempo es revelador; permite detectar el interés por volver accesible un patrimonio artístico y un perfil de nuevos mecenas, más alertas a los impulsos de cambio y también a las olas y fluctuaciones del mercado, con su exploración de dominios menos transitados. No es arriesgado suponer que esto cambiará la circulación del arte latinoamericano. En Europa, para empezar.
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