Antonio López es el protagonista de 'Apuntes del natural', de Nicolás Muñoz, que se estrena hoy. OLMO CALVO
Por segunda vez tras la mítica 'El sol del membrillo', Antonio López se deja llevar al cine. Entero. El documental 'Apuntes del natural', de Nicolás Muñoz, repasa la vida de un hombre que, básicamente, trabaja. "Sólo acepto que me graben mientras estoy trabajando. Eso de actuar no va conmigo", dice.
'Apuntes del natural' , de Nicolás Muñoz Avia, empezó a grabarse poco antes de la exposición antológica del Thyssen. Corría la primavera del año 2011 y el Antonio López (Tomelloso, 1936) andaba entregado al montaje de las cinco piezas (brazos, tórax, piernas y cabeza) de la escultura 'El hombre tumbado '. Aquélla fue la última obra que entró en la muestra y la primera que aparece en una película que se estrena hoy y que recorre la vida entera del manchego. Y lo hace a la altura de los ojos. Nos recibe en su casa de Madrid recién operado de las cataratas de un ojo. "Tenía que haberme operado antes, pero no me gustaba la idea. El lunes me operan del otro", dice, se toma un segundo y concluye: "La operación apenas son cinco minutos, pero me da miedo que haya alguna excepción ". Y entonces, se siente, sonríe y espera.
Antonio López ante 'El hombre tumbado'.
En su obra hay muy pocos autorretratos. El documental, a su manera, tiene algo de pintarse a uno mismo...
Sí es cierto que hay muy pocos. Eso sí, con Mari (su mujer): una pintura y una escultura. Y un dibujo... Pero no creo que se pueda considerar autorretrato al documental. Es quizá un doble retrato, el mío y el del director.
No es la primera vez que acepta hacer una película (la otra ocasión fue con Víctor Erice en 'El sol del membrillo' , 1992). ¿Qué papel juega el pudor o la vanidad en proyectos así?
Cuando aceptas hacer algo así, sabes lo que te espera. Tienes que estar allí. Pero en los dos casos aparezco casi siempre trabajando. Y trabajando es la mejor manera de estar. Estás en una acción tuya. Cuando hay que hablar o actuar es un agobio.
En la película el paso del tiempo está muy presente. En una ocasión, usted mismo distinguió entre aquellos pintores a los que se notaba el paso del tiempo en su obra y a los que no tanto. ¿Dónde está usted?
El paso del tiempo no tiene nada que ver con los cambios de la obra. En Picasso, por ejemplo, cambia mucho de una etapa a otra. Pero el tiempo no aparece en su trabajo. Los cambios en su caso son decisiones de su voluntad. Él quiere cambiar. Esto lo vemos constantemente. La gente cambia cuando le da la gana y le conviene. El cambio de Velázquez, en cambio, sí es un cambio natural. Como el del rostro.
¿Y en su caso?
Creo que los buenos cambios han venido como una consecuencia biológica de mi temperamento. Y del tiempo. Las cosas equivocadas han sido por voluntad mía. (Se ríe).
¿Uno es consciente de cuando se equivoca?
Un poco sí. Hay algo dentro siempre que te lo dice... pero, a pesar de eso, te metes porque tienes que pactar. Son las cosas humanas.
Imagino que llegado a un momento, a Antonio López ya no le hace falta pactar con nadie ni con nada...
En principio yo puedo hacer lo que me da la gana, pero luego no lo hago. La libertad es una obligación del artista que recuperó en el siglo XIX. Pero ni antes de la decisión de los impresionistas de apartarse de la sociedad eran unos esclavos ni después están libres de coacciones. A veces te sientes temeroso, muy coaccionado. Siempre hay una dependencia.
¿Cuántos encargos atiende?
Muy pocos.
¿Eso es bueno?
Alguno más, vendría bien (se ríe). La libertad está muy bien, pero siempre me ha parecido precioso atender algunos encargos. Si no te gusta, siempre puedes decir que no.
Pienso en el largo encargo del cuadro de la Familia Real. Tuvo que ser un dolor de cabeza. ¿Se arrepintió de haberlo aceptado?
No, eso ha sido un buen dolor de cabeza. Y además lo demuestra el hecho de que he estado trabajando en él un buen montón de tiempo sin cansarme, sin desentenderme de él, sin desuncirme de él. Ha sido una prueba.
Por hablar de la libertad en un sentido más amplio, más social, usted lleva más tiempo viviendo en un país con democracia que en uno bajo la dictadura... ¿Cómo afecta la realidad al trabajo de un artista?
Ahora también es duro. Quizá por otros motivos, pero es duro. Lo que es cierto es que yo durante la dictadura viví la infancia y eso es una preciosidad. La infancia en Tomelloso para un niño que come, que tiene padre y madre y está sano, es el lugar ideal. No se me ocurre un sitio tan fantástico para un niño. Los niños ahora no viven tan bien como yo vivía. Se ha perdido un espacio. El niño y el viejo ahora viven peor que antes.
Llama la atención lo importante que antes eran las fotografías y lo poco que parecen serlo ahora que se usan constantemente... ¿Cómo afecta este abuso de la imagen a un pintor?
No seré yo el que hable mal de la fotografía. Me parece una bendición. Lo único que de verdad te crees, por ejemplo, de la Guerra Civil son las imágenes fotográficas. Una foto de la guerra te da todo y eso no lo hace ni la pintura ni el Guernica. Además, la fotografía ha señalado el lugar de la pintura. Después de la fotografía, sabes que la pintura no busca lo mismo.
En una ocasión, y ya que menciona el carácter figurativo de la pintura, hablaba de que le aburría más hablar del conflicto entre arte abstracto y figurativo más incluso que de Picasso...
Sí, es así. Sobre todo cuando se pone a competir uno con otro. Porque gracias a la abstracción sabemos lo que es la pintura ; la pintura tiene que tener siempre un componente que se puede llamar abstracción o sentimiento, pero ese algo tiene que estar ahí. Se puede decir que la fotografía por un lado y la abstracción por otro han señalado muy bien que tiene que tener la pintura para ser pintura. Tiene que ser un transmisor de emociones.
Por retomar con el asunto del tiempo, ¿cuánto le preocupa dejar un legado?
Nada.
¿Es eso verdad de que el arte es una lucha contra el tiempo?
Eso son frases. No hay que dejarse impresionar. A mí me gustaría hacerlo bien, pero por el presente. En el presente está incorporado todo.
¿Cuánto de la realidad política se ha filtrado en su obra? ¿Ha sido consciente alguna vez de hacer un lienzo o escultura políticos?
Yo no tengo la fe que tienen otros en la política . No creo que sea mejor o peor una determinada forma política. La condición humana todo lo iguala un poco. En la pintura española parece que Goya tenga un carácter muy político y Velázquez, nada. Y cuando ves a Velázquez ves su época de una forma muy profunda. No hay que mirar sólo la piel sino más cosas. Juan Genovés o Lucio Muñoz han creído mucho en la política. Yo, menos. Pero no lo digo como un virtud. Es la verdad. Soy muy 'barojiano'. Me impresiona mucho Pío Baroja, un hombre que ha estudiado medicina y que ve al ser humano un poco como un animal. Ves como habla de Stalin o Mussolini y les parece dos personajes igual de nocivos.
Se habla mucho del cambio en la política española de antes a ahora; de la altura de miras de la gente de la Transición y la miopía de los de ahora. ¿Estás de acuerdo con este dictamen?
No era tan bueno todo como podía parecer en la Transición. Está muy mitificado todo ese periodo. Se muere el malo, Franco, vienen los buenos, el Rey y todos los demás... Sí, hay una especie de renacimiento, pero ahí se albergaba también la semilla de lo que ha ocurrido después .
Me da la impresión de que es un poco fatalista.
El hombre da la dimensión que tiene. No puede dar más tampoco. Si te haces ilusiones, allá tú.
¿Puede el arte cambiar las cosas, la sociedad?
A mí me ha cambiado. Para hablar de cambio, a cuántos hay que cambiar. En qué proporción se admite un cambio como real. Pero sí, el arte cambia. Y cambia a bien. A parte de los demonios que cada uno tiene, esto (toma en sus manos un libro de arte griego) mejora. Pero el arte no intenta sanar nada. El arte, sobre todo el moderno, da un diagnóstico . El arte siempre ha intentado hacer más hermoso el espectáculo de la vida.
Habla de arte moderno y me pregunto si el arte no se ha alejado del mundo...
No, el arte moderno lo comprende hasta un tonto. Habla de nosotros. Lo complicado es entender el arte egipcio. ¿Qué representaba esa gente? ¿De qué hablaban? O Velázquez mismamente. No conocemos tanto la sociedad de entonces para comprenderlo todo en sus justos términos. Son otra gente.
Pero no cree que el arte y la cultura en general ha perdido el valor central dentro de la sociedad que, quizá, tenía antes.
Creo que lo que ahora puede salvarnos o llevarnos a una ruina total es la ciencia. La ciencia cumple la misión que antes tenía la religión. Gracias a la ciencia vivimos más y un niño no se muere de una diarrea...
No es la primera vez que se refiere a la vejez, ¿qué relación mantiene con ella?
No me siento viejo . Pero lo veo en los demás. Que se mueren.
¿Cambia su concepto del trabajo la edad?
Sí, ahora intento hacerlo mejor. Es una gran presión tratar de no decepcionar.
¿Qué significa ser manchego?
No sé. La gente no es nada pretenciosa, no se cree nada especial. En otros sitios de España la gente arma más bulla. Allí la gente se aguanta con lo que tiene y acepta las cosas. Esa aceptación de las cosas me gusta.
¿Y esa característica es exportable?
Pues no sé, porque la mejor imagen de lo manchego es 'El Quijote' y Cervantes lo encarnó en una persona demente. Y, claro, no sirve de mucho. Además estaba siempre peleando.
¿Y cómo ves esta España que se rompe y no se rompe?
No sé si es España o es todo. Me resisto a pensar que lo español es así de conflictivo. No creo que haya algún lugar en el que se haya vivido de forma pacífica. Ya en la Biblia hay que ver lo que pasa desde el principio. Los hermanos se matan, dios expulsa al hombre y la mujer después de crearles... El hombre ha vivido siempre de forma muy 'aperreada' y muy injusta.
¿Vivimos ahora peor que antes?
Quizá, porque somos muchos. El hombre lo está haciendo peor porque tenemos los medios para vivir todos bien y lo hacemos al contrario .
Antonio López interrumpe la conversación y señala una fota suya. En ella aparece un bebé desnudo. Le sujetan por detrás las manos de un adulto. Aclara que es una foto hecha en tiempo de la República. Él tenía cinco meses. De ahí saldrá la escultura de su próximo autorretrato que ya lleva muy avanzado. "Es el único trabajo que hago de un niño tomado de una foto. Es una imagen de la que, lógicamente, no guardo recuerdo, pero evoca cosas que me han contado de esa época. Los primeros recuerdos que tengo son del año 39 o 40. No antes. Esa foto es del 36. Es una foto que he visto siempre por mi casa... Poco después de esa foto, casi me muero por una infección intestinal. Vendrían a la vez la guerra y la muerte (se ríe)...", dice y sigue: "Hay una escultura de Fidias preciosa en uno de los frontones del Partenón. En una esquina aparecen la cabeza y los brazos del sol, de Helio. Sale del mar con los caballos. Pues va a ser un poco eso. Pertenece al nacimiento de Atenea. Pero esto se me ocurrió después".
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