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miércoles, 28 de agosto de 2019

Muere en Madrid el pintor barroco Francisco de Zurbarán

Francisco de Zurbarán. San Francisco en meditación, 1639

Francisco de Zurbarán. San Francisco en meditación, 1639 (Foto: Kike Rincón)

En condiciones económicas precarias y viviendo el declive de su carrera artística, Don Francisco de Zurbarán falleció en Madrid un 27 de agosto de 1664. Nacido en Badajoz, este pintor barroco vivió gran parte de su vida entre la capital española y Sevilla, lugares donde realizó la mayoría de sus obras de arte.

Comienzos del Barroco


El Siglo XVII o ‘Siglo de Oro’ agrupó numerosos pintores y escultores como Zurbarán, Murillo, o Velázquez, influenciados por los inicios del Barroco. Aun así, la producción artística de Zurbarán destacó por su inmovilismo, ya que su estilo se mantuvo estable durante prácticamente todo su recorrido, a diferencia de los demás artistas, los cuales fueron evolucionando a la par que las corrientes artísticas. Esta característica, en sus comienzos, le generaría al pintor popularidad y fortuna, aunque a finales de su vida le perjudicó hasta el punto de sumirle en la pobreza.

El taller de Francisco Pacheco fue el lugar donde Zurbarán inició su formación en la pintura. En él, el pintor se empapapó de la influencia de la escuela italiana, al igual que sucedió con los demás aprendices, como fue Velázquez. Este último artista habría iniciado su formación con tan solo 11 años, al contrario de Zurbarán, quien comenzó con 15 años, en el mismo taller.
Tras finalizar esta etapa de aprendizaje, Zurbarán se estableció en Llerena con 18 años como pintor, para poco después contraer matrimonio con María Páez. Su mujer, como curiosidad, era diez años mayor que él, rasgo que compartirán las siguientes tres esposas del pintor.

Los primeros encargos que le encomendaron fueron pequeñas obras secundarias, o incluso un proyecto urbanístico para diseñar una fuente. No fue hasta 1626 cuando el Convento de San Pablo de Sevilla le encargó 21 lienzos, y entonces Zurbarán comenzó a resonar en el panorama artístico. Este pedido, aunque no fue recompensado con grandes cantidades de dinero, supuso para el joven pintor meter cabeza en el ‘mundillo’ del arte sevillano, el cual se encontraba en auge. Tras ello, se instaló en Sevilla, donde residió durante los siguientes 30 años.

De Sevilla a Madrid


La primera vez que decidió abandonar este lugar fue en 1634 y 1935 para desplazarse a Madrid. Allí cubrió el encargo de realizar, algunos dicen recomendado por Velázquez, decoraciones en el Palacio del Buen Retiro y una serie mitológica sobre Los Trabajo de Hércules, ahora expuesta en el Museo del Prado.

Más adelante, en 1640, el pintor disfrutó de su época más fructífera, al realizar varias pinturas para el entonces rey Felipe IV, firmándolas como ‘Pintor del Rey’. Por el contrario, tras estos trabajos, Zurbarán iniciará su declive y volverá a Sevilla. El pintor dejó de recibir tantos encargos, ya que debía hacer frente a la nueva sensación de la pintura, Murillo. Años después, en 1658, volverá a la capital, haciéndola su residencia permanente. En Madrid vivirá el resto de sus años hasta su muerte, en condiciones económicas bastante precarias.

Entre sus obras más conocidas destaca La Inmaculada Concepción (1616, Colección Valdés, Bilbao), la cual pintó a los 18 años, u otra obra de su juventud, Cristo Crucificado(1626-1630, Museo de Bellas Artes de Sevilla). Estas imágenes religiosas se repetirán con frecuencia a lo largo de su carrera pictórica. Además, Zurbarán pintó numerosos retablos y lienzos para conventos, siendo estas sus principales aportaciones.

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