La crisis global del Covid-19 deja miles de obras maestras confinadas en museos de todo el mundo: unas se repatriarán, pero la mayoría se queda en cuarentena
Aunque las puertas de casi todos los museos del mundo se han cerrado a cal y canto, no solo no se ha detenido su actividad, sino que se ha incrementado. Estos días hierven los mails, whatsapps y videoconferencias entre los directores de las pinacotecas, confinados en sus casas, desde donde trabajan contra reloj reestructurando un calendario expositivo diseñado con años de antelación. Hay exposiciones que tienen hasta cuatro sedes en distintos países: modificar las fechas de una muestra afecta a todos. Es el «efecto dominó». Un puzle endiablado dificilísimo de resolver, sobre todo porque nadie sabe cuándo se erradicará la pandemia y los museos volverán a abrir. Habrá que tirar de diplomacia cultural.
Como consecuencia de la crisis global del Covid-19, miles de obras maestras se hallan retenidas en museos de otros países. Como el común de los mortales, ellas también están en cuarentena. No hay excepciones: no se salva ni la gran exposición que conmemora los 500 años de la muerte de Rafael, donde dos centenares de obras apenas se vieron unos días en el Palacio del Quirinal de Roma. En las paredes del Museo Thyssen cuelgan 39 Rembrandt, cedidos por las mejores colecciones públicas y privadas del mundo. «El trabajo de cuatro años, tirado por el desagüe», se lamentaba su director artístico, Guillermo Solana. Es el museo español más afectado, pues además tiene un centenar de préstamos fuera de su sede: tesoros de Van Eyck, Bernini, Tiziano, Rafael, El Greco, Goya, Matisse, Picasso, Cézanne, Dalí, Bacon o Freud repartidos por medio planeta. Y está en el aire la exposición de Alex Katz, prevista para verano.
¿Qué hacer? ¿Es posible repatriar las obras? ¿Se prorrogarán los préstamos? ¿Se cancelarán exposiciones? ¿Esta crisis será más demoledora para los museos que las del 11-S y 2008? Hablamos con cuatro directores de museos (Prado, Reina Sofía, Guggenheim de Bilbao y MNAC de Barcelona). Todos ellos forman parte del grupo Bizot, fundado en 1992, que agrupa a los grandes museos del mundo. Se reúnen dos veces al año. La próxima cita iba a tener lugar en Dresde en mayo, pero se celebrará telemáticamente. A buen seguro, se acordarán las directrices y medidas a seguir.
Miguel Falomir, director del Prado, dice que «no es tiempo de ponerse estupendos, ni de ser egoístas ni mezquinos, sino generosos y comprensivos». Hay una veintena de obras prestadas en el extranjero y otras tantas andan por España. Prorrogará los préstamos de los dos Rafael enviados a Roma. Y hará lo mismo con El Greco cedido a Chicago. En otoño está previsto que el Art Institute de esta ciudad norteamericana preste al Prado el mejor Greco fuera de España: «La Asunción de la Virgen».
Curiosamente, no hay préstamos internacionales en estos momentos en el Prado: ya se habían devuelto los de las exposiciones del bicentenario. Y en su próxima muestra, «Invitadas», que se inauguraba el 30 de marzo, tampoco hay obras de museos extranjeros. «Iba a estar cinco meses y medio, ojalá pueda abrir al menos cuatro», advierte Falomir. Los problemas llegarán en junio. El 16 de ese mes abría la muestra «Carracci. La Capilla Herrera», que en octubre iría al MNAC y en febrero de 2021 al Palazzo Barberini de Roma. Y, aún más complicado de resolver, otro puzle: «Pasiones mitológicas», que reúne, entre otras joyas, las seis «Poesías» pintadas por Tiziano para Felipe II. Una ocasión histórica. La exposición cuenta con cuatro sedes. La National Gallery de Londres abrió plaza el 16 de este mes, pero cerró apenas una semana después. En julio viajaría a las Galerías Nacionales de Escocia, en Edimburgo; en octubre, al Prado y, en 2021, al Isabella Stewart Gardner Museum de Boston. ¿Cuál sacrificar? «La complejidad logística es tremenda. Son historias cruzadas. Habrá exposiciones que se tengan que cancelar y eso es demoledor en términos económicos para un museo».
El Reina Sofía cumple 30 años. Pero no está el mundo para celebraciones. Tiene 104 obras prestadas en este momento: 74 en España y 30 en el extranjero, entre ellas 16 Dalís cedidos para una gran retrospectiva del artista en el Manege Central Exhibition Hall de Moscú, que también cuenta con numerosos préstamos de la Fundación Gala-Salvador Dalí de Figueras. Manuel Borja-Villel, director del MNCARS, cree que esta misma semana podrían llegar los Dalís de ambas instituciones a Madrid, a bordo de dos aviones. Se quedarían de momento en los almacenes de la empresa Tti. Los dibujos de Picasso cedidos a la Royal Academy de Londres los custodia ésta en sus propios almacenes. Comenta Borja-Villel que los permisos de exportación temporal de las obras se prorrogarán automáticamente. También, los seguros.
«Parece una película apocalíptica. Nosotros somos un museo de arte contemporáneo y tenemos muchas exposiciones al año. Habrá que inventar fórmulas y rehacer todo el calendario. Es una pesadilla, como hacer un puzle de 10.000 piezas. Las actividades públicas se aplazarán casi todas a septiembre», advierte. Hasta el cierre, el Reina Sofía tenía abiertas cinco exposiciones con préstamos del extranjero: Mario Merz, Campano, Immendorff... Las obras se mantienen en las salas de Sabatini y los Palacios del Retiro donde se hallan expuestas. Los restauradores las controlan. En cuanto a futuras exposiciones, se aplazarían las de Concha Jerez y Anna-Eva Bergman. El mayor problema es la dedicada a Mondrian y De Stijl. Explica Borja-Villel que ya se han cancelado algunos préstamos y que, si se retrasa a otoño, coincidiría con otra muestra en Irlanda, organizada por el mismo museo de La Haya que trabaja con ellos. Borja-Villel baraja dos planes: celebrarla en otoño o en verano con otros préstamos. A ello se suman más problemas: las obras de la Sala A0, cuya apertura está prevista para 2021, provocan vibraciones. Y no puede haberlas cuando esté la muestra de Mondrian. Y, por si fuera poco, todos los museos se darán de bruces con la burocracia de la Mesa de Contratación del Estado.
El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), en Barcelona, no tiene en la actualidad ningún préstamo del extranjero en sus salas, pero cuenta con 50 obras de su colección en la Station Gallery de Tokio. Es la última sede de una muestra que ha itinerado por Japón desde 2019. Se hallan en un almacén de seguridad. En mayo el museo español tenía previsto abrir una exposición de Nonell con medio centenar de préstamos internacionales. «Habrá que barajar varias hipótesis», advierte su director, Pepe Serra, quien prefiere ser pragmático con la programación de este año y salvar la de 2021 «para no ir a rastras. Hay que reflexionar y pensarlo con calma. No tiene sentido inaugurar una muestra en pleno verano». Las obras de Japón, dice, volverán cuando se abra una ruta aérea. «Les planteamos prorrogar los préstamos, pero no podían por el calendario. Estoy muy tranquilo, porque trabajan con una pulcritud extraordinaria».
El Guggenheim de Bilbao cuenta en sus salas con 187 obras cedidas por la familia Clark, el Studio Olafur Eliasson, los herederos de Artschwager o museos como el MoMA, Whitney, Tate y Pompidou. Su director, Juan Ignacio Vidarte, se halla en contacto permanente con sus colegas. «La crisis nos ha cogido con las exposiciones de primavera recién abiertas», se lamenta. Nadie ha reclamado que devuelvan los préstamos: «En situaciones como ésta, sale, en general, lo mejor de las personas: la solidaridad, la comprensión. Pero la programación es como una escaleta, que al moverla produce un efecto dominó. Estamos definiendo diversos escenarios, ecuaciones con muchas variables. Quizá sea mejor pasar el trago este año y que afecte lo menos posible a 2021. Pero es difícil tomar una decisión». En mayo tenía previsto abrir una exposición de Lee Krasner y en junio otra de Kandinsky. La primera se aplaza en Suiza y es posible que afecte a Bilbao. En cuanto a la segunda, al ser fondos de la Solomon R. Guggenheim Foundation, dice Vidarte que todo será más sencillo. Para julio está programada una muestra del artista africano El Anatsui, que itinera también por Múnich y Berna. «Habrá que buscar vías de acuerdo, será complicado gestionarlo», asegura.
Un antes y un después
En cuanto a cómo afectará esta crisis a los museos, todos coinciden en que aún es pronto para saber el alcance, pero no dudan de que habrá un antes y un después. «Las crisis suponen un golpe muy duro para los museos, pues hay una contracción muy fuerte en el número de exposiciones y los seguros son cada vez más caros. Mover ahora las obras sería peor, se expondrían a más riesgos. Están magníficamente custodiadas», comenta Miguel Falomir. Para Borja-Villel, es necesario un cambio de modelo museístico: «Habrá que sobrevivir al virus y a sus consecuencias; superado el shock, tendremos que sentarnos a hablar y ver cómo reordenar el sector, acabar con la locura de producir y consumir más y más: tantas bienales, exposiciones... Quizás haya que reducir muestras o plantearlas de otro modo, pensar más en la investigación. Lo público y lo privado tienen que ponerse a trabajar juntos».
Pepe Serra dice que los sistemas artísticos ya sufrieron mucho en crisis anteriores. Cree que «tantas obras viajando por el mundo no es sostenible, ni siquiera medioambientalmente». Asustaría ver cuántas son, como el número de aviones en el monitor de un controlador aéreo. «Quizás esta crisis haga que cambie nuestra mirada: el valor social, lo común... Tener un mayor rendimiento, ser útiles, como las bibliotecas. ¿Tiene sentido hacer tantas exposiciones con dinero público? Debemos pararnos y ver qué estamos haciendo bien y qué no». Vidarte añade que esta crisis, sin duda, «dejará un impacto muy negativo en la economía. Es preocupante ver las medidas draconianas que ha tomado el Metropolitan de Nueva York, que no abrirá hasta julio, y sólo parcialmente. Es un escenario dramático. Todos los museos dependemos en buena medida de los ingresos por taquilla». Sin embargo, no piensa que haya que cambiar radicalmente el sistema de exposiciones: «Está muy bien que las haya, y ello requiere préstamos, que las obras viajen. ¿Es excesivo? No lo sé. No tengo una visión tan negativa, no soy tan crítico con el sistema expositivo. No hay que tirarlo a la papelera. A lo mejor nos volvemos más cerrados al exterior, pero espero que no sea así. Hay que superar esta crisis con optimismo, mirando hacia delante. Compartir, ser más abiertos, nos hace más fuertes. El mayor problema será llegar a un consenso. Tendremos todos que ceder un poco».
Robos como el de hace unos días en Oxford o el de ayer mismo en Notre Dame no han llevado a que se refuercen los sistemas de seguridad en nuestros museos, pero no bajan la guardia. Departamentos como seguridad y mantenimiento siguen trabajando al 100%, como cuando están abiertos. Habrá que esperar aún semanas, si no meses, para volver a visitar los museos. Mientras tanto, la «Mona Lisa» se aburre en el Louvre, está triste. No tiene quien la mire ni la fotografíe.
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