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domingo, 12 de julio de 2020

¿En persona o en pantalla? Visita al Louvre a través de los teléfonos de los turistas

Visitantes del Louvre fotografían 'La libertad guiando al pueblo', de Eugène Delacroix, en 2017.
Visitantes del Louvre fotografían 'La libertad guiando al pueblo', de Eugène Delacroix, en 2017.. 

Hablamos con el autor del fotoensayo 'Obras maestras' sobre museos, turismo masivo y tecnología


Una fotografía presenta a decenas de personas que abarrotan la sala de La Gioconda, de Leonardo da Vinci, en el Museo del Louvre de París. Sin respetar la distancia de seguridad y sin mascarilla, los visitantes pelean por hacerse un hueco entre la marabunta de gente, alzando sus teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos para fotografiar la obra del famoso pintor renacentista y otros cuadros que se exhiben en el mismo espacio. Esta agobiante escena nos parece ahora mismo imposible. Pero que no se preocupen las autoridades sanitarias, porque la imagen no es actual. Fue tomada en la “antigua normalidad” por el fotógrafo Antonio Pérez Río (Madrid, 1972) y forma parte del fotolibro Obras Maestras (Lens Books), un proyecto ambientado en el museo parisino y que reflexiona sobre el turismo masivo y cómo el uso de la tecnología transforma nuestra experiencia con el arte.

Un sueño en el Museo del Louvre, 2017. Antonio Pérez Río

El Museo del Louvre, el más visitado del mundo, reabrió el pasado lunes tras cuatro meses cerrado por la pandemia de la covid-19. Pero con los nuevos protocolos, entre los que está el sentido único de la marcha y la reducción de los espacios positivos al 70%, será difícil volver a ver imágenes como la de Pérez, quien durante el confinamiento pensaba recurrentemente en esta cuestión.

Entre 2014 y 2018, el fotógrafo visitó el museo en 37 ocasiones documentando con su cámara y un bloc de notas lo que allí vivió. “Escenas agobiantes como la de la sala de La Gioconda en las que no te podías apenas mover. Y otras también desagradables, como la de un hombre que se encaró con una auxiliar de sala que le advirtió de que no tocase una escultura”, cuenta Pérez a Verne en conversación telefónica.

Pérez lamenta que el Louvre se hubiese convertido en un parque temático, “como Disneyland (también en París), donde no importa tanto su contenido, sino el acto de consumir frenéticamente, en este caso también con la toma de fotografías compulsiva”. Fue precisamente el impacto de este tipo de relación con el arte lo que llevó al fotógrafo a iniciar este proyecto, que –como él mismo considera– ha adquirido otra lectura tras la pandemia. “Este tipo de imágenes parecen ahora de otra vida. Y puede que en esta nueva situación, en la que no se sabe si regresará o no el turismo masivo, se pueda recuperar una forma de relacionarnos con el arte, sobre todo en museos tan grandes e importantes como el Louvre, más pausada y contemplativa”.

El ojo que todo lo ve, 2017. / Bienvenido a Disneyland, 2016. Antonio Pérez Río

El Museo del Louvre es uno de los grandes museos del mundo en el que el público sí tiene permitido tomar fotografías. Otros, como el Museo del Prado, lo prohíben. En Obras Maestras, el fotógrafo pone la mirada en aquellos que observan las obras de arte a través de sus móviles y otros dispositivos. “Personas que se sitúan frente a obras creadas para ser contempladas físicamente y que, aún teniéndolas delante, lo hacen a través de una pantalla, donde todos los colores están saturados, donde todo es brillante y pulido, y todo tiene el mismo tamaño, que es el de la pantalla de su dispositivo. Una experiencia contemplativa diferente que acaba homogeneizando todas las obras”, explica el autor del fotolibro.

Así, las 65 fotografías que lo componen muestran grandes pinturas y esculturas de la historia a través de las pantallas de los visitantes del museo parisino, relegando la obra física a un mero desenfoque al fondo de la imagen. Por ejemplo, La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix; La condesa del Carpio, de Francisco de Goya; La balsa de la medusa, de Théodore Géricault o la propia Gioconda, de Da Vinci vista en un teléfono móvil con una carcasa de Minnie Mouse. Son precisamente estos detalles de los móviles, los idiomas que se muestran en ellos o la variedad de las manos que los agarran (algunas más jóvenes y otras más envejecidas) los que muestran la universalidad de esta tendencia. “Desde luego no todo el mundo se relaciona así con el arte, pero esta experiencia de la que yo hablo en mi proyecto sí es mayoritaria”, apunta Pérez.

'El juramento de los Horacios', de Jacques Louis David, 2017. Antonio Pérez Río

Estos dispositivos electrónicos han sido precisamente nuestro único canal de conexión con el arte durante el confinamiento. En estos meses en los que los museos y otros centros culturales cerraron, muchos de ellos habilitaron exposiciones virtuales. “En este caso, hemos recurrido a las pantallas porque no podíamos ir físicamente, la tecnología ha sido muy útil. Todo lo que se ha generado este tiempo ha ayudado mucho a dar a conocer obras, una labor divulgativa que nos ayuda a entenderlas mejor cuando nos ponemos delante de ellas físicamente”, dice Pérez, que también es fundador y director de LENS Escuela de Artes Visuales, en Madrid. “Pero no podemos olvidar que la virtual y la física son dos experiencias diferentes y que nunca deberíamos renunciar a verlas con nuestros propios ojos en el museo porque si no, nos perdemos multitud de matices”.

El fotógrafo cree que la experiencia presencial de los museos, aunque transformada, no va a desaparecer, y que lo vivido durante el confinamiento puede hacernos valorar más la interacción física con el arte. “Después de tres meses mirando pantallas puede que ahora nos apetezca olvidarnos un poco de ellas, ir a un museo y contemplar las obras sin necesidad de utilizar nuestros móviles”, añade.

El jinete Rampin, 2016. / Venus de Milo, 2016. Antonio Pérez Río

Obras Maestras acabó convirtiéndose en una guía a esa otra experiencia que se podía vivir en el Louvre, la de la masificación y la toma compulsiva de fotografías. Tanto fue así que hasta el propio museo aceptó venderlo en su tienda. Tras cuatro años visitándolo, el museo parisino se ha convertido en la segunda casa del fotógrafo, a la que pretende regresar cuando pueda. “No voy a mentir, siento mucha curiosidad por saber cómo será visitar el Louvre en esta nueva normalidad”, concluye.

'La virgen del canciller Rolin', de Jan van Eyck, 2015. Antonio Pérez Río
La victoria de Samotracia, 2014. Antonio Pérez Río
Fuente

https://verne.elpais.com

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