El corazón de la Iglesia es, con sus más de 2.000 años de historia, la institución más longeva del planeta y también la más enrevesada, repleta de organismos peculiares y misterios difíciles de descifrar
Regio, emblemático y, ante todo, misterioso, el corazón de la Iglesia es, con sus más de 2.000 años de Historia, un punto de referencia artístico, espiritual y político para todos los países y religiones. Así lo demuestran las continuas visitas de jefes de Estado y personalidades de la ciencia, la cultura, la economía o el arte. Y es que, el Vaticano es la institución más longeva del planeta y, a la vez, la más enrevesada, repleta de organismos peculiares y misterios difíciles de esclarecer. Un fascinante cóctel divino y mundano casi imposible de relatar correctamente en los medios de comunicación.
Juan Vicente Boo, veterano vaticanista, trata de explicar ahora ese curioso mundo desde dentro y desde fuera en Descifrando el Vaticano (Editorial Espasa). Y lo hace a partir de un original esquema de 12 columnas y siete arcos, que permite «ver» y entender el funcionamiento de su estructura, como paso previo a la descripción de las tareas del Papa y sus principales desafíos.
El vaticanista relata que en el corazón de la Iglesia lo único que de verdad importa es el Santo Padre. Por ello, la tarea del Vaticano solo se entiende mirando hacia el Papa y con él «desde dentro hacia afuera» a los 1.300 millones de católicos a los que sirve. Pero, al mismo tiempo, es necesario contemplarlo «desde fuera hacia adentro», añade, para evitar la autor referencialidad y el culto a su cargo.
Para lograr esa compleja labor, la primera parte del volumen describe los principales apoyos del Obispo de Roma, las 12 columnas: Cardenales y tribunales; Secretaría de Estado; Departamentos de Evangelización y Obispos; Departamento de la Doctrina de la Fe; Departamento del Clero; Departamento de la Vida Consagrada; Departamento de Laicos, Familia y Vida; Secretaría de Economía; Guardia Suiza y Gendarmería Vaticana; Nunciaturas; Sínodo de Obispos; y la basílica y plaza de San Pedro.
También hace lo propio con los siete arcos del Vaticano, que permiten ver el mensaje cultural y espiritual que intenta transmitir.
Una distinción clave
Para evitar confusión, es crucial diferenciar entre Santa Sede y Estado Vaticano, dos criaturas muy distintas y que responden a lógicas diferentes, apunta Boo. Ambos son sujetos de derecho público internacional y, por lo tanto, reconocidos por los Gobiernos y las organizaciones supranacionales como Naciones Unidas y la Unión Europea.
En cambio, son entidades muy distintas en sus funciones. Las de la Santa Sede son doctrinales y de gobierno, desde una encíclica o una canonización hasta el nombramiento o cese de un obispo. En definitiva, las tareas religiosas. Las del Estado Vaticano son logísticas, y engloban desde la distribución del correo o el cuidado de los jardines hasta el servicio de policía que realiza la Gendarmería Vaticana. Ambas tienen como jefe supremo al Papa, pero la primera se ocupa de ayudarle a dirigir la Iglesia universal, mientras que el segundo le da un soporte geográfico y logístico.
El conjunto de organismos de la Santa Sede que ayudan al Papa es la Curia romana o Curia vaticana.
En el aspecto geográfico, la Iglesia está organizada en unas 3.200 diócesis o estructuras similares, cuyos obispos son nombrados por el Santo Padre. En cuanto a la normativa espiritual, la Santa Sede tiene sus propios tribunales que dictan sentencia en asuntos religiosos, desde la anulación de un matrimonio a la expulsión del sacerdocio de quienes se comporten de modo gravemente indigno, ya sean presbíteros, obispos o cardenales.
El Estado Ciudad del Vaticano -oficialmente llamado Status Civitatis Vaticanæ- es, en cambio, un Estado soberano como los demás del planeta. Su rasgo peculiar consiste en ser el más pequeño del mundo, con una superficie de 0,44 kilómetros cuadrados.
El Estado Vaticano es, por así decirlo, una mera plataforma, con su gendarmería, servicios técnicos, servicio sanitario, servicio de correos, un observatorio astronómico muy interesante.
Su gran joya son los Museos Vaticanos, más de una docena, con tesoros únicos como la Capilla Sixtina. Este pequeño Estado cuenta con tribunales civiles y penales con calabozos, que han tenido más de un huésped a partir del pontificado de Benedicto XVI.
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