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domingo, 18 de abril de 2021

Rastrear el arte robado por los nazis

Task force employee Lukas Baecher looks up artworks in Berlin on December 4, 2014. The task force investigating the provenance of priceless paintings found in a Nazi-era art hoard said on December 12, 2014 it had received more than 200 queries about specific works by possible heirs. The 14-member international task force was established a year ago to sort through the spectacular trove hidden for decades by Cornelius Gurlitt, son of a powerful art dealer during the Third Reich. AFP PHOTO / DPA / BRITTA PEDERSEN +++ GERMANY OUT +++ (Photo by BRITTA PEDERSEN / DPA / AFP)

Un experto ante el cuadro de Matisse 'Mujer sentada', a la vista en un ordenador en Berlín, en diciembre del 2014. La obra fue devuelta a los herederos de su dueño judío en mayo del 2015 

 BRITTA PEDERSEN / AFP


Las pesquisas sobre la colección Gurlitt, sospechosa de incluir piezas sustraídas a judíos, ilustran las dificultades para investigar el expolio


 El desenlace –al menos por ahora– de las investigaciones en Alemania sobre el sensacional hallazgo en el 2012 del legado Gurlitt, ignota colección de obras de arte moderno de procedencia dudosa que un anciano alemán atesoraba en su piso de Munich, se produjo discretamente a inicios de este año. El pasado 12 de enero, el dibujo Tocando el piano , del pintor romántico Carl Spitzweg (1808-1885), fue devuelto a los herederos de quien fue su propietario, el editor judío Henri Hinrichsen, asesinado en Auschwitz en 1942.

La obra formaba parte de la colección de Cornelius Gurlitt, fallecido en mayo del 2014 a los 81 años y que hasta ser descubierto había vivido una existencia solitaria, rodeado de unas 1.500 obras repartidas entre su piso muniqués y su otra casa en Salzburgo. El anciano aseguró a las autoridades que había heredado la colección de su padre, el marchante de arte Hildebrand Gurlitt.

Este marchante había trabajado para Hitler, quien a partir de 1937 le comisionó junto a otros especialistas para vender en el extranjero obras de lo que los nazis llamaban arte degenerado –en sustancia, obras de la modernidad– confiscadas a museos alemanes. Hildebrand Gurlitt (1895-1956) fue enviado a París a negociar esas ventas, y aprovechó para ir formando su propia colección. Acabada la guerra, los aliados no se fijaron en él, y su legado pasó a su hijo Cornelius.

Faltan documentos; las familias perseguidas huían sin poder llevarse nada, o tenían que malvender”

Gilbert Lupferhistoriador del arte, director del Centro Alemán de Bienes Culturales Perdidos (Deutsches Zentrum Kulturgutverluste)

Con tales antecedentes, de inmediato se sospechó que esa colección descubierta en el 2012 por casualidad en el marco de una inspección fiscal, podía contener arte robado a judíos por los nazis. En estos años, laboriosas investigaciones financiadas por el Estado alemán pudieron determinar que 14 obras –de autores como Henri Matisse, Max Liebermann, Thomas Couture, Camille Pissarro o Adolph von Menzel– procedían del latrocinio nazi.

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Una especialista del Museo de Bellas Artes de Berna, en el 2017 con la obra ‘Paisaje con barcos de vela’ de August Macke del legado Gurlitt 

 VALERIANO DI DOMENICO / AFP

Las piezas fueron devueltas a los descendientes de sus dueños según se iban confirmando sus orígenes. La última devolución ha sido la del dibujo de Henri Hinrichsen, cuyos herederos dispusieron que se entregara a la casa de subastas Christie’s. “No podemos subsanar el grave sufrimiento infligido –declaró ese día la ministra de Cultura, Monika Grütters–. Pero con la reparación del robo de arte por los nazis intentamos contribuir a la justicia histórica y estar a la altura de nuestra responsabilidad moral”. Detrás de cada pieza expoliada hay una terrible historia personal y familiar de judíos que sufrieron persecución y, las más de las veces, muerte.

Que se trate de solo 14 obras sobre un total de 1.500 puede mover a la perplejidad, pero tiene su explicación, según aclara el historiador del arte Gilbert Lupfer, director del Centro Alemán de Bienes Culturales Perdidos (Deutsches Zentrum Kulturgutverluste), fundación financiada con fondos públicos que coordina y costea proyectos de rastreo de la propiedad de obras que se sospecha pudieron ser expoliadas por los nazis, y que supervisó la investigación del legado Gurlitt.

No podemos subsanar el grave sufrimiento infligido. Pero con la reparación del robo de arte por los nazis intentamos contribuir a la justicia histórica y estar a la altura de nuestra responsabilidad moral”

 Monika Grüttersministra de Cultura de Alemania

“Las expectativas ante la colección Gurlitt cuando fue descubierta eran que se trataba de una colección gigantesca de arte robado por valor de miles de millones, pero resultó que no es así –explica Lupfer en conversación desde Magdeburgo, donde el centro tiene su sede–. Desde luego hay pinturas valiosas, pero la mayor parte del legado es obra gráfica que no vale millones. Además, se pudo determinar que incluía piezas propiedad de la familia Gurlitt sin relación con el arte expoliado; entre los años 30 y 50, Hildebrand Gurlitt hizo también negocios normales como marchante”.

La exposición ‘Proveniencias’ de la Berlinische Galerie muestra cuadros de origen dudoso, quizá expoliados por nazis, y cómo este museo los investiga 

 Roman März

En los últimos diez años, Alemania ha intensificado sus esfuerzos en la llamada Provenienzforschung (investigación de la proveniencia), un trabajo lento que requiere revisar archivos de museos y galerías, escudriñar catálogos de exposiciones, casar facturas y transferencias de dinero, y analizar cualquier documento que vincule historia familiar y titularidad de la obra. Ocurre a menudo que faltan documentos que atestigüen la propiedad, junto a elementos que, si ese es el caso, prueben su tránsito indebido a otras manos.

“No creo que ninguna otra colección haya sido investigada tan a fondo por un equipo internacional de expertos, con tantos recursos financieros y de personal, como la Gurlitt –prosigue el historiador Gilbert Lupfer–. Pero al faltar documentación, hay cientos de piezas de las que sólo conocemos que fueron adquiridas por Hildebrand Gurlitt en París en los años 40 durante la ocupación alemana. Persiste la sospecha de que podría tratarse de arte robado, pero no se puede verificar”.

Ejemplo: los investigadores pueden saber que cierto coleccionista judío en París se vio obligado a desprenderse de una lámina de artes gráficas de determinado autor, y en la colección Gurlitt hay una lámina de ese autor. Pero como se editaron varias copias, y la de Gurlitt no lleva sellos ni hay otras pistas, es imposible saber si es la misma lámina, o si es otra que se vendió y compró de modo lícito. 

En los últimos diez años, Alemania ha intensificado sus esfuerzos en la llamada 'Provenienzforschung' (investigación de la proveniencia)

“Eran tiempos terribles en la Segunda Guerra Mundial, muchos documentos se perdieron, las familias perseguidas huían sin poder llevarse nada, o tenían que malvender; se dan casos de descendientes que aseguran que sus abuelos eran dueños de cierto cuadro, pero no tienen documentos, solo una foto del salón en que se ve colgada al fondo una pintura; eso no es suficiente para identificar y acreditar la propiedad”, aclara el experto.

Entre las 14 obras del fondo Gurlitt verificadas como arte expoliado y devueltas a los herederos de sus propietarios judíos figuran: Mujer sentada , de Henri Matisse; Dos jinetes en la playa, de Max Liebermann; Retrato de mujer joven sentada, del pintor francés del siglo XIX Thomas Couture; y El Sena visto desde el Puente Nuevo, al fondo el Louvre , obra de 1902 de Camille Pissarro. “Es comprensible que el resultado de las 14 obras pueda parecer decepcionante, pero desde otra perspectiva, cada objeto que ha podido ser identificado, y luego restituido, es un valor en sí mismo”, argumenta Gilbert Lupfer.

En esta época precisamente, la Berlinische Galerie –museo público berlinés de pintura, escultura y fotografía desde 1870 hasta la actualidad– aborda la cuestión en la muestra Provenienze. Kunstwerke wandern (Proveniencias. Las obras de arte deambulan), en la que expone algunas obras de sus fondos que desde el 2006 han sido investigadas –o lo están siendo– por sospechas de proceder del expolio nazi. La muestra, ya inaugurada y en calendario hasta agosto, está actualmente cerrada debido a la pandemia.

Las pesquisas de los expertos de la Berlinische Galerie han arrojado resultados tales como la legítima llegada a sus fondos de un autorretrato de Max Liebermann pintado en 1912, o el caso contrario, el expolio. El museo había comprado en 1974 a un particular un ciclo de cinco cuadros modernistas realizados por el pintor Fidus en 1910. Por un pequeño indicio en una tarjeta postal, los investigadores descubrieron que los cuadros pertenecían al comerciante judío Richard Neuhäuser. 

Acosado por los nazis, Neuhäuser se suicidó en 1935, y su hija malvendió las pinturas para emigrar a Australia. La nieta australiana del comerciante y otra nieta que vive en Estados Unidos fueron localizadas. La Berlinische Galerie les devolvió las pinturas y luego se las compró a precio de mercado, por lo que ahora forman parte de su colección con pleno derecho moral.

Hitler at an exhibition of 'Degenerate Art' in Munich. On Hitler's right are Professor Ziegler and Heinrich Hoffmann, left Hausch, Goebbels & Gaupropagandaleiter Nippold.

Hitler y Goebbels, recorriendo en Munich en 1937 la muestra con piezas artísticas de lo que los nazis llamaban 'arte degenerado' 

 Mary Evans Picture Li

El problema en Alemania reside en las instituciones y colecciones privadas, alerta el historiador Gilbert Lupfer, al no estar obligadas –las instituciones públicas sí lo están– a investigar la procedencia de bienes culturales y a devolverlos si corresponde. “Como se vio al aparecer la colección Gurlitt, no sabemos cuánto arte robado o dudoso se halla en ámbitos privados”, lamenta el historiador. 

Por voluntad testamentaria de Cornelius Gurlitt, su colección se encuentra en el Museo de Bellas Artes (Kunstmuseum) de Berna. “Aunque la investigación del caso Gurlitt supervisada por nuestro centro ha concluido, se retomaría si aparecen nuevas pruebas, y también en Berna y Berlín hay especialistas que se mantienen atentos”, aclara Lupfer. La Provenienzforschung es una disciplina de fondo.

Fuente

https://www.lavanguardia.com


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