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jueves, 19 de diciembre de 2013

Pierre-Auguste Renoir


(Limoges, 1841 - Cagnes-sur-Mer, 1919) Pintor francés. Hijo de artesanos, vivió sus primeros años en barrios proletarios donde trabajó como decorador de porcelanas y pintor de abanicos. Después pudo acceder al taller del pintor Gilbert y, luego, al de Gleyre, donde conoció a Monet, Bazille y Sisley, con quien más tarde compartió su casa en París. Sus primeros intereses como pintor se inclinaron por la escuela de Barbizon y, consecuentemente, por la pintura al aire libre. Durante los días agitados de la Comuna, pintó con Monet a orillas del Sena. En 1873 terminó Jinetes en el bosque de Bolonia, excluida del Salón oficial y expuesta en el de los Rechazados.

Autorretrato (1876, detalle)

Durand-Ruel se interesó por su obra y en 1874 participó en la primera exposición impresionista, en los estudios del fotógrafo Nadar, donde expuso, entre otras obras, El palco (1874, Courtauld Institute Galleries, Londres). Se trata de un gran lienzo donde representa a Niní López y a su hermano con una técnica de pinceladas sueltas fundidas entre sí, de contornos imprecisos y poco definidos. La composición, piramidal, se caracteriza por los ritmos ascendentes y sinuosos del vestido negro de ella y los de la chaqueta de él, así como señala la importancia de las cabezas: la de ella expresa serenidad y atención, mientras que la de él oculta su mirada tras los prismáticos.


El palco (1874), de Pierre Auguste Renoir


En 1876 se celebró la segunda exposición del grupo impresionista en la que Renoir participó con una de sus obras más conocidas, El moulin de la Galette(1876, Museo de Orsay, París), que recoge los momentos de un baile al aire libre en una terraza parisiense. Si lo comparamos con la obra de ManetConcierto en las Tullerías (1860, National Gallery, Londres), de tema y composición parecidos, presenta al igual que ésta, un encuadre interrumpido por los bordes del formato, recurso que produce la impresión de que la escena sigue y se expande más allá de los propios límites del lienzo. En comparación con la obra de Manet, que la pintó en un alarde de pinceladas imprecisas e indefinidas, la de Renoir libera todavía más la pintura, con una sucesión de manchas centelleantes que parece deslizarse sobre la tela al ritmo de la música o de los movimientos de los árboles que dejan pasar parcialmente la luz que ilumina la escena.



Le Moulin de la Galette (1876), de Renoir




En 1878, Renoir se alejó del grupo impresionista y buscó el éxito en los salones oficiales; el abandono de los principios impresionistas se acentuó cuando, a partir de 1881, numerosos viajes -Normandía, Argel, Florencia, Venecia, Roma, Nápoles, Sicilia- despiertan su admiración por cierta idea clásica de lo bello -la pintura pompeyana, Ingres, Rafael-, que le llevó a cuestionarse el valor de la espontaneidad de su técnica anterior, alejándose progresivamente de los efectos atmosféricos en busca de una pintura más definida. De esta época, cabe destacar obras que reflejan momentos de la vida parisiense contemporánea, como el cuadro Madame Charpentier y sus hijos (1878, Metropolitan Museum, Wolf Foundation, Nueva York), que fue expuesto en el Salón de 1879, donde recibió la aprobación del público y la crítica.
El tema de la mujer, por el que el artista mostró claramente, durante toda su vida, un gran interés, adopta, por lo general, un tratamiento de gran consistencia y de resonancias clásicas. En este sentido destacan la serie de las bañistas -Bañista sentada secándose la pierna (1895, Museo de l'Orangerie, París), Bañista sentada (1914, Art Institute, Chicago), o Bañistas (1918-1919, Museo de Orsay, París)- que constituyen el máximo exponente de la belleza femenina, ejecutadas con una técnica cálida y envolvente. En estas obras, las pinceladas no se mueven en múltiples direcciones, como se observava en El moulin de la Galette, sino que se alargan por la aplicación insistente de óleo húmedo diluido en aceite de linaza y trementina.



Madame Charpentier y sus hijos (1878)


La línea recta no existe en la naturaleza y la mezcla armónica de colores sobre la tela va configurando la forma mediante un proceso orgánico que persigue una expresión sensual y vitalista: "No tengo reglas ni métodos; cualquiera que vea los materiales que empleo o mi forma de pintar, se dará cuenta de que no hay secretos. Miro un desnudo y descubro miles de matices diminutos. He de encontrar aquel que haga que la carne de mi lienzo viva y tiemble."

El ejercicio de la pintura es para Renoir una especie de placer físico, la sublimación de la atracción física por medio de la materia pictórica. Salud y belleza se identifican en las representaciones de esas mujeres de piel tersa y rosada. El amor por el trabajo manual de este artista, que procedía de una familia de artesanos y que fatalmente vio sus propias manos deformadas por el reuma al final de su vida, le llevó a rechazar cualquier dimensión intelectual de la pintura o cualquier resonancia literaria en favor del trabajo humilde y bien hecho.
En 1884 escribió una propuesta para fundar la "Sociedad de los irregulares", la cual asociaba la belleza a las formas orgánicas e irregulares de la naturaleza y rechazaba el mundo mecánico e industrializado, como años antes hicieron Ruskin y Morris, pero cuya sensualidad se alejaba de la religiosidad de éstos. "A veces hablo como los campesinos del sur. Dicen que son unos desafortunados. Yo les pregunto si están enfermos y me dicen que no. Entonces son afortunados; tienen un poco de dinero, por lo tanto, si tienen una mala cosecha no pasan hambre, pueden comer, pueden dormir y tienen un trabajo que les permite estar al aire libre, a la luz del sol. ¿Qué más pueden desear? Son los hombres más felices y ni siquiera lo saben. Después de unos cuantos años más, voy a abandonar los pinceles y dedicarme a vivir al sol. Nada más."



Pierre-Auguste Renoir - Filmed Painting at Home (1919) En este raro material de archivo que vemos el 74-años de edad, maestro sentado en su caballete, aplicación de pintura a un lienzo, mientras que su hijo menor Claude, 14, destaca por organizar la paleta y colocar el cepillo en la mano apretada en forma permanente de su padre. En el momento en que la película fue hecha Renoir ya no podía caminar ni siquiera con muletas. Él dependía de otros para moverse alrededor de él en una silla de ruedas. Sus asistentes le desplazarse grandes telas a través de un caballete a medida, por lo que el pintor sentado podía llegar a diferentes zonas con sus limitados movimientos del brazo. Pero hubo momentos en que el dolor era tan fuerte que estaba esencialmente paralizados. En el libro Renoir, Mi Padre, hijo famoso director de cine del pintor Jean describe la conmoción figura perdido de su padre y las manos nudosas dieron a las personas que lo conocían sólo de su belleza del arte: "Sus manos estaban terriblemente deformados. Su reumatismo había hecho las articulaciones rígidas y causado los pulgares para girar hacia adentro, hacia las palmas de las manos y los dedos para doblar hacia las muñecas. Los visitantes que no estaban preparados para que esto no podía quitar los ojos de su deformidad. A pesar de que no se atrevían a hablar de ella, su reacción se expresa por alguna de esas frases como "No es posible! Con las manos así, ¿cómo puede pintar esos cuadros? Hay un poco de misterio en alguna parte. "



In this rare footage we see the 74-year-old master seated at his easel, applying paint to a canvas while his youngest son Claude, 14, stands by to arrange the palette and place the brush in his father’s permanently clenched hand. By the time the film was made Renoir could no longer walk, even with crutches. He depended on others to move him around in a wheelchair. His assistants would scroll large canvases across a custom-made easel, so that the seated painter could reach different areas with his limited arm movements. But there were times when the pain was so bad he was essentially paralyzed. In the book Renoir, My Father, the painter’s famous filmmaker son Jean describes the shock his father’s wasted figure and gnarled hands gave to people who knew him only from his beautiful art: ‘His hands were terribly deformed. His rheumatism had made the joints stiff and caused the thumbs to turn inward towards the palms, and his fingers to bend towards the wrists. Visitors who were unprepared for this could not take their eyes off his deformity. Though they did not dare to mention it, their reaction would be expressed by some such phrase as “It isn’t possible! With hands like that, how can he paint those pictures? There’s some mystery somewhere.’



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