Por primera vez en 50 años, EE UU reúne las esculturas del malagueño.
Tan temperamental como el artista era esta disciplina la que más fácil le resultaba.
Formado en pintura, en la escultura fue sin embargo absolutamente autodidacta.
"La escultura iba con él, no es como la pintura, donde se tiene que esperar a que la pintura seque para continuar", señala una de las comisarias de la ambiciosa (diez galerías) exposición Picasso Sculpture que el 14 de septiembre abre sus puertas en el MoMA. La escultura iba con él, no es como la pintura, donde se tiene que esperar a que la pintura seque para continuarHasta el 7 de febrero de 2016 se podrá visitar esta muestra que es además una ocasión única de ver tanta obra escultórica junta del malagueño: más de 140 piezas que tras su paso por este museo no irá a ningún otro estadounidense.
A diferencia de la pintura, en la que se sí tuvo formación, en la escultura aprendió todo por su cuenta. Esto no hizo que no experimentara o que su obra fuera peor, aunque él dejara repartidas por su casa las esculturas que iba creando como si carecieran de valor. Entrar en la residencia particular de Picasso al sur de Francia sería hoy como visitar la colección completa (o casi) y permanente de lo que sus manos hacían lejos del lienzo. Eso sí: sin un orden, como en esta ocasión, o no más allá de sus apetencias más personales. De hecho hasta 1966 no se conoció su obra, en ese año por primera vez se mostró en una retrospectiva a él dedicada Hommenage a Picasso en París.
Este creador, impulsivo y de fuerte carácter, puede que fuera en este ámbito en el que se sintiera más libre, hasta tal punto que, como manifiesta Temkin, otra de las comisarias, "no le importaba si su trabajo parecía o no una escultura". Pero era escultura y así se ve, tal vez más que nunca, en la exposición del MoMA, que recoge las esculturas de Picasso desde 1902 hasta 1964. Las caras y cabezas de bronce (1902-1909) son las que reciben al visitante, ya que son sus trabajos iniciales y la exhibición está dispuesta de modo cronológico. No falta en esta galería la primera de sus piezas, creada cuando tenía 20 años, Mujer sentada (1902). También se expone una de las más relevantes y conocidas de su creación, Cabeza de mujer (1909). Tras sus 'cabezas y mujeres' llega el Picasso más reconocible, el cubista (1912-1915), que traslada a la escultura su pensamiento y manera de hacer del momento siendo así las formas geométricas las auténticas protagonistas.
Una de sus creaciones más innovadoras, Guitarra, está presente en esta galería, así como la serie de seis piezas Vasos de absenta (1914), y que por primera vez se exhiben juntas. No fue la continuidad la nota que recorrió su escultura, de ahí que no sea raro que en los años 20 pasara largos períodos atento únicamente a la pintura. Sólo el encargo de un monumento para su amigo fallecido el poeta Guillaume Apollinaire lo hizo no alejarse del todo. Los numerosos proyectos que realizó para este encargo y que recibieron constantes 'noes' están en la muestra así como la espectacular
Mujer en el jardín (1930). Hasta 1966 no se exhibió su obra escultóricaParte de sus piezas más monumentales están en una sola sala, la que muestra sus trabajos de principios de los años treinta, que es cuando ya tenía espacio de sobra para llevar a cabo obras de la envergadura que de verdad quería. El orador o Cabeza de guerrero son algunas de las presentes. No falta la época de guerra (1939-1945) en la exhibición, y es tan oscura y tétrica como en su pintura. No hizo un Guernika escultórico pero el mismo aire lúgrubre, incluso la misma intención, está en sus piezas. Considerado durante la ocupación nazi como artista degenerado se prohibió exhibir su obra, y fue entonces cuando creó piezas como la brutal calavera Cabeza de muerte (1941). Desde el fin de la época de guerra hasta los sesenta realizó muy diversas esculturas, y con ellas se cierra la exposición.
La impresión de Grecia y Roma se puede ver aquí en Insecto (1951); o su experimentación con lo cotidiano, también, en Mandril y joven, en la que usó incluso un coche de juguete de su hijo. Lo que no cabía era lo que verdaderamente le gustaba, sus obras más grandes y ambiciosas, crealizadas ya al final. Una de ellas, de finales de los sesenta, es Sylvette, de seis metros y ubicada en el exterior de la Universidad de Nueva York. No le importaba si su trabajo parecía o no una esculturaSu última pieza se instaló en 1967 en la plaza del Chicago Civic Center y fue el Monumento del Centro Richard J. Daley. Un arte, la escultura, tan parecida a él, que explica en buena medida la diversidad tan fuerte que existe en su obra.
Fuente
http://www.20minutos.es
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