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jueves, 8 de octubre de 2015

¿Cómo funciona el mercado del arte?

ARTBO 2015 Foto: Guillermo Torres


¿Cómo funciona el mercado del arte?

Con motivo de ARTBO y las demás ferias de arte de Bogotá, Arcadia habló con la colombiana Francesca Bellini Joseph, directora de Portafolia y profesora del Sotheby´s Institute, sobre el mercado del arte. La intención: exponer algunos de los mitos que existen en torno a la industria.
Pocos precios fluctúan tanto en el mundo como los del mercado del arte. Pocas industrias mueven tanto dinero en una sola transacción. La venta reciente por 120 millones de dólares de El grito de Munch, o los 30 que se pagaron por un dibujo de Rafael, junto al hecho de que se trata de una industria que tiene un valor aproximado de $57 mil millones de dólares, respaldan la teoría. Una cifra descomunal si se considera la poca cantidad de gente que tiene acceso a este círculo social y comercial.
No es un secreto que ofertar y vender en estas grandes ligas requiere de inmensas cantidades de dinero. Pero requiere, además, de un gran conocimiento que solo se adquiere con el tiempo: pues como lo atestiguó el propio Pablo Escobar cuando pagó mil millones de pesos por unos jarrones falsos de la dinastía Chen-Tsung, de China, no todo lo que brilla en ese mundo es oro.
¿Cómo funciona este poderoso mundo? ¿Quiénes lo conforman? ¿Cómo se  puede entrar?
Según Francesca Bellini, catedrática de mercado de arte de Sotheby´s Institute en Londres, intentar definir este mercado es una labor “un tanto perezosa e imprecisa”, pues cubre aproximadamente 70 mercados distintos. La colombiana explica: “cada uno de estos tiene su propio tamaño, estructura y composición. Por ejemplo, el mercado de arte contemporáneo se comporta de manera muy distinta al de Grandes Maestros; el mercado Latinoamericano se comporta de  manera muy distinta al mercado Chino; el mercado de pintura es muy diferente al de escultura o nuevos medios y en fin”.  Cada uno opera según reglas, precios y dinámicas distintas.
Sin embargo, si algo se puede afirmar acerca del arte actual es que, a pesar de la crisis económica global desencadenada en 2008, su mercado atraviesa por uno de sus momentos más maduros y líquidos. Tanto que según Artprice, líder mundial en bancos de datos de los índices del arte, el negocio del arte ofrece anualmente rendimientos del 10 % al 15 %  a sus compradores por obras valuadas en más de 100.000 dólares. Por lo que aventurarse a comprar cuadros de personajes tan polémicos como Oscar Murillo, no solo es, además de en un privilegio, una buena inversión.
Precisamente fenómenos como este demuestran que la industria es lo bastante flexible, dinámica y en constante transformación como para que sea posible ingresar en ella. Aunque ciertamente este tipo de anomalías presentan desventajas como crear mercados de corto plazo, según Bellini también tiene sus aspectos positivos pues “evidencian un cambio en la mirada al arte, ya no solo como un coleccionable sino también como un activo financiero. Donde se transforma el concepto de valoración de una obra de arte que tradicionalmente ha dependido del respaldo institucional y académico”.
Para entender cómo opera este mundo lo esencial es tener en cuenta que en él intervienen muchos actores. De manera directa participan artistas, curadores, historiadores, conservadores, coleccionistas y mecenas. Pero de una manera menos directa están los aseguradores, los banqueros privados, los profesionales de logística, entre otros. Estos personajes son los que se encargan de producir, movilizar y consolidar el mercado del arte en el mundo y mediante las figuras de las ferias y las subastas establecer los precios de las obras.  Una industria que, según el diario español El País, logró ascender el año pasado su venta total a 51.000 millones de euros, aumentando un 7% en comparación al anterior. 
Pero, ¿cómo se establece el valor? Según Bellini, “se supone que depende de un proceso de validación que comienza con la creación de la obra, la circulación de la misma en el mercado, el respaldo de críticos y curadores, y finalmente la exhibición y adquisición de la misma por parte de un museo. Ahora bien, la realidad ha mostrado que hay otros procesos que pueden crear valores, quizás menos sólidos, quizás más arbitrarios. Otra posible respuesta es que el valor comercial de una obra depende de que el consenso se mantenga a través del tiempo”.
Además de ello, como se mencionó antes, depende del mercado. En Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, por ejemplo, el mercado es legitimado por las instituciones. Mientras que en Medio Oriente y Asia, donde se encuentra ahora el mercado más grande,  las casas de subastas legitiman los precios. Por otra parte, como explica Bellini, está surgiendo una nueva figura: los coleccionistas individuales están impactando con mayor fuerza la creación del valor del arte a través de los comités de adquisiciones de museos y la apertura de sus propios museos privados.
Si se habla de la situación que se vive en Colombia, se puede afirmar que en los últimos años el país ha ganado gran visibilidad. En cabeza de la artista Doris Salcedo, el curador José Roca, galeristas como Claudia Hakim y el mismo artista Oscar Murillo, un emergente círculo del arte ha propiciado que el mercado del arte internacional pose su mirada en el país. Una situación que se refleja en ARTBO, principal feria de arte del país, y donde anualmente convergen los personajes más importantes del circuito internacional.
Además de ello, las ferias satélite (La Feria del Millón, Odeón y Barcú), junto a grandes coleccionistas colombianos como José Darío Gutierrez, van perdiendo poco a poco la timidez de exponer sus ideas y colecciones, demostrando que ninguna idea es inválida y que sí es posible entrar en el mundo del arte. Un consejo que da Fellini es estudiar y enterarse de lo que está pasando a través de plataformas como The Artnewspaper, Arnet, Blouin, etc., pues es un universo que está en constante transformación.
Como afirma Bellini, “la información está disponible hoy más que nunca”, y aquel que esté interesado en entrar en el mercado “debe también desarrollar un network de personas que estén coleccionando para conversar, guiarse y aprender de ellas. Visitar exposiciones, ferias y museos. Debe volverse un hábito de vida pues es la manera más eficaz para educar el ojo y desarrollar un pensamiento crítico”.
Fuente
http://www.revistaarcadia.com

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