Mónica Mateos-Vega
El coleccionista alemán Hans Rudolf Gerstenmaier (Hamburgo, 1934) no disimula su emoción durante la presentación a la prensa de su colección de arte flamenco, la más importante del mundo en manos privadas, la cual se expondrá durante cinco meses en el Museo Nacional de San Carlos.
Traer ese acervo a México representa para él
la joya de la coronadel periplo que los cuadros y grabados de autores de la talla de Peter Paul Rubens (1577-1640) y Anton van Dyck (1599-1641) han realizado desde 2013 por Europa y América del Sur.
Pasen, pasen a verla. Quiero que me digan cuál les parece el cuadro más bonito, para mí todos lo son, dice el empresario en perfecto español, con un brillo en los ojos que se enciende aún más al hablar de sus tesoros.
Gerstenmaier, definido por sus amigos como
un cazador de la belleza, llegó a radicar a España en 1965, donde abrió una empresa de importación de repuestos de partes de automóviles, la cual vendió en el año 2000 para invertir todo ese dinero en su gran pasión: el coleccionismo de arte.
Primero compró guiado por su gusto personal,
con el corazón, dice, aprovechando las oportunidades que le brindaban anticuarios y subastas. Pero un día se dio cuenta de que tenía varios cuadros de artistas flamencos y por ahí guió sus siguientes adquisiciones.
En Alemania no pude iniciar mi colección porque no tenía dinero; en España fundé una empresa, que vendí hace 15 años, lo cual me trajo un fondo adecuado para iniciar mi colección, reitera Hans mientras apunta hacia el Rubens que le costó tres años de persecución y negociaciones.
Se trata de la La virgen de Cumberland, en la cual, de acuerdo con especialistas, el pintor retrató a su hijo Alberto.
“En toda colección de pintura flamenca, un Rubens es el diamante. Cuando por fin lo tuve, sólo dije: ‘¡qué felicidad!’ Los coleccionistas tenemos veneno en la sangre, pero es un veneno dulce. Además, hay que tener muchísimo cuidado porque cuando llega un cuadro nuevo tiene vecinos y amigos en la colección, y es posible que los demás cuadros digan: ‘no nos gustas’ o ‘no eres adecuado’; es decir, tienes que tener muy en cuenta la armonía del conjunto.”
Además de este acervo, Gerstenmaier tiene una colección de poco más de 200 cuadros, entre los que destaca la pintura española del siglo XV al XX; pero sin duda, sus cuadros flamencos (que en total son alrededor de 100, pero no todos vinieron a México) son la niña de sus ojos,
la gran sorpresa de mi vida.
Un grupo de especialistas lo apoya a la hora de adquirir un cuadro pues, explica, es de suma importancia verificar la autenticidad de cada obra.
El coleccionista dice que disfruta mostrar al gran público sus pinturas, más que tenerlas guardadas en su casa,
porque los cuadros necesitan vacaciones, es decir, no estar siempre en el mismo sitio. Además es bonito enseñar las cosas que nos acompañan, como cuando uno invita a los amigos para que conozcan el sofá nuevo. Pues aquí estoy, mostrándoles mi cuadro nuevo, y vuelve a señalar su espléndido Rubens.
Me siento mexicano, tienen un país magnífico, con una belleza excepcional. ¿Por qué no me adoptan y me quedo con ustedes?, concluye Hans, satisfecho de la museografía con la que serán admirados 59 de sus cuadros en la exposición De Rubens a Van Dyck: la pintura flamenca en la colección Gerstenmaier en el Museo Nacional de San Carlos, desde el 30 de octubre hasta finales de marzo de 2016.
Fuente
http://lajornadasanluis.com.mx
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