Hoy os traemos una entrevista muy especial dedicada a Marta Pérez Ibáñez. En ella nos hablará sobre su participación en We Are Fair, a la que seguiremos muy de cerca.
¿Es la primera vez que realizas una actividad de este tipo, no?
Todo en We Are Fair es nuevo, también mi participación en una feria hablando precisamente de un tema que tiene tanto que ver, como estimular el coleccionismo en los más jóvenes.
Todo en We Are Fair es nuevo, también mi participación en una feria hablando precisamente de un tema que tiene tanto que ver, como estimular el coleccionismo en los más jóvenes.
¿Cómo surgió la idea?
Cuando José Antonio Mondragón me habló del proyecto de We Are Fair hace meses, me planteó su interés por ocupar un espacio que hasta ahora no se había tratado en otras ferias, como era éste, posibilitar el acercamiento de los niños y los jóvenes al coleccionismo del arte. No sólo a la apreciación del arte, sino al interés por coleccionar obras de arte. Me pareció una idea brillante, me hizo reflexionar sobre este tema, buscar información en muchas fuentes, hablar con coleccionistas de distintas generaciones y llegar a conclusiones que presentaremos en la feria.
Cuando José Antonio Mondragón me habló del proyecto de We Are Fair hace meses, me planteó su interés por ocupar un espacio que hasta ahora no se había tratado en otras ferias, como era éste, posibilitar el acercamiento de los niños y los jóvenes al coleccionismo del arte. No sólo a la apreciación del arte, sino al interés por coleccionar obras de arte. Me pareció una idea brillante, me hizo reflexionar sobre este tema, buscar información en muchas fuentes, hablar con coleccionistas de distintas generaciones y llegar a conclusiones que presentaremos en la feria.
¿En qué consistirá tu actividad?
We Are Fair contará con un programa de visitas y actividades para niños y jóvenes, lo que confío en que estimulará esa necesidad de acercar el arte contemporáneo a esa generación. El lenguaje que los más pequeños demandan es distinto al que usamos los adultos, y su forma de acercarse al arte también lo es. De estas visitas y charlas sacaremos muchas conclusiones sobre cómo entienden y aprecian el arte, lo que les gusta y lo que les plantea cuestiones, que es, en definitiva, lo que el arte contemporáneo tiende a provocarnos. Mi charla, además de analizar estas cuestiones, recogerá ejemplos de grandes coleccionistas en el inicio de su actividad, y de algunos coleccionistas actuales, padres y madres de los coleccionistas del futuro.
We Are Fair contará con un programa de visitas y actividades para niños y jóvenes, lo que confío en que estimulará esa necesidad de acercar el arte contemporáneo a esa generación. El lenguaje que los más pequeños demandan es distinto al que usamos los adultos, y su forma de acercarse al arte también lo es. De estas visitas y charlas sacaremos muchas conclusiones sobre cómo entienden y aprecian el arte, lo que les gusta y lo que les plantea cuestiones, que es, en definitiva, lo que el arte contemporáneo tiende a provocarnos. Mi charla, además de analizar estas cuestiones, recogerá ejemplos de grandes coleccionistas en el inicio de su actividad, y de algunos coleccionistas actuales, padres y madres de los coleccionistas del futuro.
¿A qué edad estamos preparados para colección arte?
Quizá la pregunta sería “¿a qué edad estamos preparados para apreciar el arte?”, y mi respuesta es: “desde muy pronto”. Apreciar el arte no es sólo apreciar la estética o la forma, sino también el discurso del artista, lo que el artista nos transmite. Desde muy pequeños, cuando nos enfrentamos a la obra de arte, descubrimos todo un mundo de cosas que con el tiempo y la educación irán evolucionando, al igual que evolucionamos nosotros. Si desde pequeños enseñamos a los niños a observar, aprenderán a apreciar y a valorar. A partir de ahí, igual que empezamos coleccionando cromos, chapas o conchas de la playa, también los niños pueden desarrollar el deseo y la necesidad de rodearse de objetos especiales que, por su estética o por su significado, tengan un valor especial: eso ya es una forma de coleccionar arte.
Quizá la pregunta sería “¿a qué edad estamos preparados para apreciar el arte?”, y mi respuesta es: “desde muy pronto”. Apreciar el arte no es sólo apreciar la estética o la forma, sino también el discurso del artista, lo que el artista nos transmite. Desde muy pequeños, cuando nos enfrentamos a la obra de arte, descubrimos todo un mundo de cosas que con el tiempo y la educación irán evolucionando, al igual que evolucionamos nosotros. Si desde pequeños enseñamos a los niños a observar, aprenderán a apreciar y a valorar. A partir de ahí, igual que empezamos coleccionando cromos, chapas o conchas de la playa, también los niños pueden desarrollar el deseo y la necesidad de rodearse de objetos especiales que, por su estética o por su significado, tengan un valor especial: eso ya es una forma de coleccionar arte.
¿Quién educa el amor al arte?
Considero que la primera lección de apreciación de la cultura y el arte se debe aprender en casa. Una casa en la que los niños crecen rodeados de libros, de arte, donde se descubre cultura cuando se viaja, donde la cultura es uno más de los temas de conversación, es más susceptible de ser el hogar de nuevos coleccionistas. A partir de ahí, sin el apoyo de la educación cultural y artística en los colegios e institutos, es muy difícil mantener ese nivel y conseguir que los jóvenes se interesen por la cultura, que es imprescindible. Dice la máxima que “un niño que lee será un adulto que piensa”, y eso también se aplica al interés por el arte.
Considero que la primera lección de apreciación de la cultura y el arte se debe aprender en casa. Una casa en la que los niños crecen rodeados de libros, de arte, donde se descubre cultura cuando se viaja, donde la cultura es uno más de los temas de conversación, es más susceptible de ser el hogar de nuevos coleccionistas. A partir de ahí, sin el apoyo de la educación cultural y artística en los colegios e institutos, es muy difícil mantener ese nivel y conseguir que los jóvenes se interesen por la cultura, que es imprescindible. Dice la máxima que “un niño que lee será un adulto que piensa”, y eso también se aplica al interés por el arte.
¿Qué están haciendo las ferias para cultivar el coleccionismo a temprana edad?, ¿es suficiente?, ¿qué valor tiene para ti?
En realidad, de las muchas ferias que se simultanean en Madrid en el mes de Febrero, no conozco ninguna que fomente el coleccionismo de los más jóvenes, aunque sí hay programas de actividades infantiles en ARCO, por ejemplo. Por eso, es un reto apasionante que We Are Fair lo incorpore a sus iniciativas, y espero que tenga repercusión y dé resultados interesantes. Estoy deseando, sobre todo, conocer la impresión de los adolescentes, que es un punto de vista distinto y muy enriquecedor, y son los que más cerca están de invertir parte de su paga en arte contemporáneo. Es todo un reto.
¿Qué es para ti una colección?
El término coleccionismo, derivado del latino collegere, habla de reunir objetos de una misma categoría, elegidos según un determinado criterio y con el fin de producir satisfacción a su dueño. El deseo de posesión y un cierto fetichismo son características comunes de casi todos los coleccionistas. Cuando coleccionamos arte, buscamos también participar del discurso del artista, identificarnos con su forma de entender el mundo. El afán por poseer objetos que tienen un valor para nosotros aparece desde muy temprana edad. Como decíamos antes, una cierta cultura y una cierta curiosidad hacen que el joven coleccionista aprenda a valorar también la creación artística y la propia figura del artista, y quiera rodearse de obras de arte. El valor del coleccionista es, además, su capacidad para posibilitar la creación artística, para favorecer que el artista sobreviva y cree. Todo coleccionista de arte es también un mecenas.
¿Cuál es el mejor ejemplo para ti de joven coleccionista?
Quizá uno de los ejemplos que más me gustan es el de J. Paul Getty, que cuenta en sus memorias cómo, de adolescente, a principios del siglo XX, vino a estudiar a Europa y aprovechó para visitar museos y enamorarse del arte, comprar pequeñas porcelanas, grabados, “hasta donde le llegaba el presupuesto”. Años más tarde, cuando la bolsa de Nueva York se desplomó, su fortuna petrolera le permitió volver y adquirir muchas de las obras que le habían fascinado de joven, y su colección creció hasta lo que conocemos en la actualidad. Así han empezado muchos coleccionistas.
Fuente
http://veo-arte.com
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