Bernardo Paz en una intervención en el 7º mesa redonda filantrópica, organizada por la Fundación Victor Pinchuk en Davos
Los grandes coleccionistas de Brasil poco a poco comienzan a mostrar sus colecciones públicamente.
Los más reacios a mostrarlas y ser identificados son los grandes banqueros y financieros del país, a pesar de que muchos forman o han formado parte de los patronatos de las principales instituciones museísticas y culturales de Brasil y del extranjero.
Mostar su colección y, no digamos, tener un espacio dedicado a su colección y hacerla accesible al mayor número de personas es un sueño al que aspiran muchos coleccionistas.
Sin embargo, también son otros muchos los que, por el contrario, se mantienen reacios a mostralas públicamente, quizás por miedo a ser identificados, eligiendo seguir construyéndolas desde el anonimato. Este segundo grupo es, por la casi nula información existente, el mayoritario en Brasil.
Actualmente, la base de datos de ARTEINFORMADO tiene registrados e identificados a casi 90 coleccionistas del gigante latinoamericano, siendo la mitad residentes en São Paulo, la megalópolis de casi 12 M. de habitantes y capital económica de Brasil.
Uno de los motivos que apuntan a esta baja exposición pública podría ser que el tipo de coleccionista brasileño que más abunda es el de clase alta, grandes banqueros, financieros, empresarios y directivos.
Eso sí, muchos de ellos han formado o forman parte de los patronatos de las principales instituciones museísticas y culturales del país y extranjeras, como el MASP de Sao Paulo, la Bienal de Sao Paulo, Itaú Cultural, el MoMA de Nueva York o la Tate de Londres.
Entre ellos, están los financieros y banqueros José Olympio da Veiga Pereira, Alfredo Egydio Setúbal, Heitor Martins o Nilo Cecco. En el caso de los dos primeros con colecciones de más de 1.000 obras, formadas de artistas predominantemente brasileiros de la segunda mitad del siglo XX en adelante.
No obstante, siempre hay excepciones, como es el caso del empresario siderúrgico Bernardo Paz, creador, en la década de los 80, del Instituto Inhotim (Brumadinho, Minas Gerais), donde se ubica su colección con más de 500 obras de 100 artistas de 30 nacionalidades, lo que la convierte en una de las más importantes no solo de Brasil sino de toda Latinoamérica.
Paz es un 'rara avis' entre los grandes coleccionistas de Brasil, ya que, además de tener un espacio para mostrar su colección, hace que ésta viaje por el país para darla a conocer.
Así, "Do Objeto para o Mundo - Coleção Inhotim", muestra, curada por la portuguesa Inês Grosso y el brasileño Rodrigo Moura, ex-director de arte y programas culturales del Instituto Inhotim, se ha podido ver recientemente en Itaú Cultural en São Paulo, en el Centro de Arte Contemporanea e Fotografia de Belo Horizonte y en la Fundação Clóvis Salgado - Palacio das Artes, también en Belo Horizonte.
El ejempo dado por este coleccionista, que siempre ha estado expuesto a los medios de comunicación, ha servido de catalizador para que otros coleccionistas creasen espacios para mostrar sus colecciones.
Uno de los más destacados es el economista João Carlos de Figueiredo Ferraz, quien, en Ribeirão Preto, inauguró, a finales de 2011, un instituto que lleva su apellido, donde guarda su colección de casi mil obras, reunida junto a su mujer la arquitecta Dulce de Figueiredo Ferraz.
También otro notable ejemplo es el matrimonio de artistas y coleccionistas Vera Chaves Barcellos y Patrício Farias, quienes impulsaron, en 2003, la Fundação Vera Chaves Barcellos (FVCB), que tiene como objetivo la preservación del patrimonio artístico de Vera y la promoción y difusión del arte contemporáneo, a través de exposiciones regulares. Sus fondos están compuestos por más de 1.300 obras de reconocidos artistas brasileños y extranjeros.
Poco a poco, en los últimos dos años, otros grandes coleccionistas brasileños han perdido el miedo a mostrar sus colecciones en público.
Los hay como el matrimonio Sérgio e Hecilda Fadel, cuya colección, formada en los últimos 50 años e integrada por unas 1.500 obras y considerada una de las más completas del país, se ha exhibido en el Museu de Arte Moderna de São Paulo (MAM-SP) y en el Museu de Arte do Rio (MAR), bajo el título "Vontade Construtiva na Coleção Fadel" y el comisariado de Paulo Herkenhoff, director del MAR, institución que estuvo dispuesta a recibirla en comodato, pero la oferta fue rechazada por los coleccionistas.
En el MAR también se pudo ver la colección del fallecido galerista rumano-brasileño Jean Boghici y en esa ciudad en su Museu de Arte Moderna (MAM) la del joyero belga-brasileño Sylvio Perlstein, que ha reunido una de las mejores colecciones del mundo.
Por su parte, el abogado Sérgio Carvalho y el artista Neyder Fernando Lima también lo han hecho en espacios públicos. Carvalho en el Paço das Artes de Sao Paulo, Museu Correios de Brasília, el Centro Cultural Correios de Rio de Janeiro y actualmente en el Centro Cultural Correios de São Paulo.
Lima, que dispone de dos espacios en la localidad de Domingos Martins, donde guarda su colección de más de 1.500 piezas que pueden ser visitadas, lo ha hecho en su ciudad natal en el Museu de Arte do Espírito Santo (MAES).
Mientras otros como los paulistas Alfredo Hertzog y Marcelo Cintra parecen sentirse más cómodos en galerías comerciales. Herzog, administrador de empresas, mostró por primera vez piezas de su colección de vídeo en Emma Thomas de Sao Paulo y Cintra hizo lo propio con la suya de fotografía en la también paulista Sergio Camargo.
El coleccionista Pedro Barbosa, ex-corredor de bonos y acciones y propietario de la destacada Colección Moraes-Barbosa, tampoco tiene miedo a ser identificado. De hecho, hace un par de semanas, se le ha podido ver participando en una conferencia en el CaixaForum de Madrid, organizada por la Fundación Arte y Mecenazgo de Fundación Bancaria "la Caixa".
Tan sólo un mes antes, Barbosa también ha participado en un debate organizado por la Fundación Cisneros, impulsada por la influyente coleccionista y mecenas venezolana Patricia Phelps de Cisneros, en el que abordó la difícil situación económica por la que atraviesa Brasil y como está afectando a las instituciones culturales y museísticas brasileñas.
Por último, cabe referir algunos notables ejemplos de grandes coleccionistas que han realizado comodatos a los principales museos y centros del país.
Uno de los casos más sonados es el empresario João Sattamini que cedió en comodato a principios de los noventa del siglo pasado su colección, integrada por más de 1200 piezas, al Museo de Arte Contemporáneo de Niterói obra del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer.
Otro es el del diplomático y empresario brasileño Gilberto Chateaubriand, hijo de Assis Chateaubriand, que ha atesorado la mayor colección de arte brasileña, en torno a 7.000 obras, que las tiene cedidas al MAM de Río desde 1993.
A este mismo museo, le cedió, en 2005, su amplio fondo fotográfico el también diplomático y coleccionista Joaquim Paiva.
Y, más recientemente, la familia del fallecido financiero británico-brasileño Roger Ian Wright (Londres, 1952) ha firmado un acuerdo de préstamo con la Pinacoteca do Estado de São Paulo.
Fuente
http://www.arteinformado.com
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