La frase más archiconocida del Libro rojo de la publicidad (1993) de Lluís Bassat dice que una valla publicitaria debe ser un grito en la pared o un puñetazo en el ojo del observador. La fe en la contundencia visual y verbal hace que Bassat afirme, religiosamente, que las ideas mueven montañas. Unos años antes, los artistas del Pop arte también se dejaron seducir por los tortazos de las imágenes tópicas del consumismo y los mass media como motor de sus obras. Pero resulta discutible poner en el mismo saco el tedio repetitivo de las fotocopias coloreadas de Warhol y las audaces creaciones de Robert Rauschenberg o Richard Hamilton . Como tampoco parece homologable el Pop Art de factura norteamericana o británica y aquel que se produce en el sur de Europa.Cada país y cada autor presentan signos distintivos propios.
En el arco mediterráneo, los mejores protagonistas del Pop arte son los levantinos Rafael Solbes (1940-1981), Manolo Valdés (1942) y Juan Antonio Toledo (1940 a 1995), que firmaban con el seudónimo de Equipo Crónica . Acaba de clausurarse, en la sede de la Fundación Bancaja de Valencia, una ambiciosa exposición retrospectiva de este colectivo artístico. Durante tres meses, se han exhibido 165 obras de las diversas etapas del grupo, que corroboran lo que ya se presentía: no se puede entender el reciente arte contemporáneo sin los cuadros y esculturas de este trío de pintores, mordaces y heterodoxos, que estratifiquen los fragmentos de la realidad y los transforman en actos de conciencia social y cultural.
El Equipo Crónica comienza su trayectoria en 1963, en plena década del desarrollismo económico del franquismo, y dura hasta el 1981, momento en que muere uno de los fundadores, Rafael Solbes. Al igual que ocurre con el Pop arte de otros países, su estilo figurativo se convierte en una negación del informalismo y del expresionismo abstracto. Las propuestas de los Crónica no se explican sólo como una actitud de resistencia política en tiempos de dictadura, sino como la manifestación de un compromiso ético y estético con el oficio de artista. Sus obras critican las circunstancias de la época que les tocó vivir y lo hacen a través de las virtudes del atelier .Un minucioso trabajo artesanal de dibujos, pinturas, carteles y collages , que muestra el carácter poliédrico de la realidad. Las frágiles fronteras entre géneros artísticos.
Si bien en el Equipo Crónica se les cataloga de artistas pop por el período histórico en que aparecen y actúan, lo cierto es que la gran amalgama de temas y motivos que abordan los convierte en unos iniciadores del espíritu posmoderno. La capacidad de hablar de todo y hacerlo de todas las maneras, el interés por crear un lenguaje plástico personal y acumulativo, o la ironía corrosiva con la que plantean sus obras (cercana a la caricatura de los muñecos de las fallas valencianas), son definiciones que se aplican también al relativismo artístico y literario de la posmodernidad de los años ochenta.
Para los Crónica , las superficies de los cuadros tienen los atributos de un teatrillo geológico. Abundan los anacronismos hilarantes, las réplicas e imitaciones estilísticas, pastiches de siluetas que se dirían recortes en el espacio y que se distribuyen según una pensada estratificación conceptual.Como en un terreno excavado, el orden de las capas determina la trascendencia de cada elemento gráfico. Los personajes y objetos que salen pueden emerger de cualquier disciplina: cine, novela negra, fotografía, cómic, periodismo y, por supuesto, de la pintura española, con Velázquez y Pablo Picasso en el podio de las preferencias.
Esta mezcla de estratos cronológicos y culturales da lugar a interpretaciones desgarradoras. A El alambique (1967), se perfila la figura del rey Carlos IV dentro de una planta industrial de destilación de líquidos (alcohólicos?). Otro buen ejemplo de parodia el distinguimos a Las Meninas (1970). La obra clave de Diego Velázquez es "enriquecida" porCrónica con un flotador de patito amarillo y una pelota de jugar en la playa, como si todas las infantas de la familia real fruïssin de unas vacaciones sur mer . Doménikos Theotokópulos, El Greco , no se entrega tampoco del escarnio. El caballero de la mano en el pecho, abatido y de luto como siempre, se sienta detrás de un escritorio en La antesala (1968): el noble, perdida la jerarquía y degradado a simple escribiente, mata la araña sin nada a tramitar .
La irreverencia con el poder y los homenajes descreídos configuran los temas prioritarios de las composiciones del Equipo Crónica . Algunos cuadros versionan con pericia los recursos expresivos de los cómics de guerra. Los Soldados de Breton (1971) contrapone, con mala baba, los universos blandos del surrealismo daliniano y los cuerpos graníticos de unos combatientes extraídos de los tebeos de proezas bélicas. A El intruso , de 1969, se vuelve a utilizar el método de solapar imágenes extemporáneas: el guerrero del antifaz irrumpe, como un bombardeo, en el escenario del Guernica de Picasso. Las estrategias de los Crónica recuerdan los trucos de la publicidad, donde hay que aturdir al público con impactos visuales sorprendentes y asociaciones inesperadas.
La obra de 1972, Pintar se como Golpe , refleja la filosofía de trabajo delEquipo Crónica . Cuando se pretende cambiar el mundo y despertar conciencias, el arte debe golpear con toda la fuerza para vencer la abulia del espectador. El dibujante Saul Steinberg amaba el béisbol. En la cama, antes de dormirse, se imaginaba que poseía el talento lírico del pitcher que se dispone a lanzar la bola perfecto. Steinberg metaforiza así el anhelo endémico del creador que busca conseguir una obra memorable. El sueño de los Crónica también se inspiraba en el mito del esfuerzo deportivo. Era hacer de la actividad artística un pugilismo de pinceles al cuadrilátero de las telas. Y noquear el sistema de los poderosos con un buen gancho de izquierda pictórico.
Fuente
http://blogscat.com
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