Batoni se traslada a Roma en 1727. Durante su período de formación se dedicó principalmente a copiar obras de Rafael y Annibale Carracci. Solo al comienzo de los 40 inició su célebre Madonna in trono con Santi e Beati della famiglia Gabrielli di Gubbio (Virgen en el trono con Santos y Beatos de la familia Gabrielli de Gubbio), en Roma, pintada entre 1739 y 1740. A este le siguieron otros encargos, entre los cuales, un retablo para la iglesia de los Santos Celso y Giuliano y la prestigiosa Caduta di Simon Mago (Caída de Simón el Mago) para la Basílica de San Pedro en el Vaticano (hoy esta obra se encuentra en la Basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires (Santa Maria degli Angeli e dei Martiri). El Éxtasis de Santa Catalina de Siena es de 1743 y actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Lucca.
Fue en estos años cuando el artista se especializó en retratos, un género bastante remunerativo en vista del alto número de nobles extranjeros, mayoritariamente británicos, que visitaban Roma y toda Italia, durante el Grand Tour. Batoni conquistó así la fama internacional de mejor pintor italiano, gracias sobre todo a "clientes" que venían de Inglaterra e Irlanda, a los que retrataba, en muchas ocasiones, con grandes obras arquitectónicas o famosos paisajes italianos, en segundo plano.
En estas obras y en sus numerosos cuadros alegóricos y mitológicos, Batoni se muestra como un artista de técnica sólida y con tendencia hacia el neoclasicismo, y cierto influjo del Rococó francés. En las crónicas de la época se menciona su rivalidad con Anton Raphael Mengs.
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