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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Los mapas como diálogo entre la ciencia y el arte

Planisferio celeste de Frederick de Wit

Planisferio celeste de Frederick de Wit

«Cartografías de lo desconocido», maravillosa muestra en la Biblioteca Nacional de España, reúne más de doscientas obras que nos invitan a dejar volar la imaginación



«El problema de toda ciencia es el de hacer coincidir los mares del Sur, su azul intenso y cambiante, y el mapa azul de los mares del Sur». La cita de Claudio Magris, recogida en su obra El Danubio, sirve como certera introdución a esta exposición que acaba de ver la luz en la Biblioteca Nacional. «Los mapas son artefactos científicos y artísticos, y también tienen un punto de invención», sostiene Juan Pimentel, uno de los comisarios de la muestra. «Los mapas no nos atraen por lo que dicen, sino por lo que sugieren, porque dejan volar nuestra imaginación. Por eso gustan a todo el mundo».
Cartografías de lo desconocido es un homenaje al poder evocador de estas obras, a la fascinación que generan, por ejemplo, una isla remota, una región inexplorada, un reino nacido de la imaginación de un escritor, una promesa de viaje. Escribe Joseph Conrad: «En aquel tiempo había muchos espacios en blanco sobre la Tierra, y cuando veía alguno particularmente atractivo en el mapa (aunque todos lo eran), apoyaba mi dedo en él y decía “cuando sea mayor iré allí”».

Luz sobre las sombras

«Todo es desconocido hasta que se cartografía», comenta Sandra Sáenz-López, corresponsable del proyecto. «Por eso la exposición se centra en la relación de los mapas con fenómenos inéditos, zonas de sombra, como la terra incognita que se dibuja mucho antes de ser descubierta porque imaginamos que forma parte del mundo». Y cuando el mundo no cabe en el mantel, el autor lo dobla, apoyando la Patagonia sobre el resto de Sudamérica. Y cuando puede ser representado como una alegoría, el artista se impone, como los Países Bajos concebidos con forma de león en una pieza de Pieter van den Keere del siglo XVII. Los mapas revelan tanto como callan, imponen anonimatos o muestran en sus orlas la realidad multicultural del ser humano.
La muestra se divide en seis apartados: las formas del mundo; la terra incognita al descubierto; otros mundos, otras gentes; lugares imaginarios; el silencio de los mapas, y otras cartografías. Las joyas expuestas -imposible glosarlas aquí- y los paneles estimulan al cartógrafo que habita en nosotros, y además se ha editado un magnífico catálogo que nos dice «usted está aquí», «así es la Tierra», pero también «sueñe, imagine». Porque, como expresa Oscar Wilde, «un mapa del mundo que no incluya Utopía no es digno de ser mirado, pues ignora el único territorio en el que la humanidad siempre está desembarcando».



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