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martes, 7 de agosto de 2018

El beso de Auguste Rodin. Comentario de un experto

François-Auguste-René Rodin (1840 – 1917) más conocido como Auguste Rodin ha sido uno de los escultores franceses más importantes que nos ha dado la Historia del Arte.
Considerado “el padre de la escultura moderna”, su obra llegó a marcar un antes y un después entre la escultura tradicional y las nuevas corrientes vanguardistas emergentes desarrolladas entre los siglos XIX y XX. Lo anterior no significaba que el artista no conociese o dominase las reglas y normas estéticas de su tiempo, sino que su concepto del arte permitió abrir una nueva etapa en el ámbito de la escultura.
Y es que cuando Rodin irrumpió en el ambiente artístico parisino de la primera mitad del siglo XX, la escultura se definía por aquellos entonces como “una imitación selectiva y palpable de la naturaleza”, sin embargo, tras el fallecimiento del artista el concepto de escultura ya había quedado redefinido como “algo que imita la vida a través de la amplificación y exageración del todo”.
Algunos de los elementos indispensables que podemos encontrar en toda su producción es el hecho de recurrir a temas figurativos tratados con gran innovación, el non infinitivo tomado de otro de los grandes artistas del Renacimiento, Miguel Ángel, y la importancia que le concede a los volúmenes.
A continuación, le mostramos un pequeño comentario sobre una de las obras que más contribuyó a la afirmación de Rodin como artista, El beso, que actualmente se conserva en el Museo Rodin de París.

Análisis iconográfico

La temática de la obra de El Beso consiste en la representación de una escena procedente de La Divina Comedia, poema de Dante Alighieri (1265-1321). Los personajes son Paolo Malatesta y Francesca da Rímini, dos amantes que acabaron asesinados por el marido de Francesca tras este descubrir su amor escondido.
El instante en el que Rodin decide representarlos es justo el momento en el que Paolo y Francesca se besan apasionadamente mientras leían la historia de Ginebra y Lanzarote, trasmitiéndonos esa pasión de su amor escondido. Posteriormente, los amantes serán descubiertos por el hermano de Paolo y marido de Francesca, quien los condenó por siempre a errar en los Infiernos.
El escultor que había diseñado este grupo escultórico para que formase parte La Porte de L’Enfer (La Puerta del Infierno) pronto tomó conciencia de que la escultura transmitía más bien felicidad y sensualidad, por lo que finalmente optó por convertirla en una obra autónoma e independiente, dado que, a pesar del esfuerzo por representar ese amor fatal, no vemos ninguna desdicha que combinase con el terror de su gran proyecto.
El conjunto fue muy criticado por ser un desnudo, pero esa fue la forma que eligió Rodin para transmitir el erotismo del amor prohibido. Además, como ningún detalle hacia recordar el verdadero origen de la obra, fue el mismo publico quien acabo bautizando la obra como Le Baiser (El Beso), un título abstracto que traduce bien su carácter universal.
«El cuerpo expresa siempre el espíritu del que es envoltura. Y para el que sabe ver, el desnudo ofrece el significado más rico» Auguste Rodin
52. Beso Rodin - El beso de Auguste Rodin. Comentario de un experto

Análisis formal

Referente al tema de la composición, El beso, se trata de una escultura exenta que muestra a los dos amantes de cuerpo entero sobre una forma rugosa, lo que permite de esa manera contemplarla desde todos los puntos de vista y encontrar así en ella multitud de detalles.
La obra original se encuentra tallada en mármol, sin embargo, hoy día existen varias copias realizadas en diferentes materiales tales como el yeso, terracota y bronce. Las medidas son de   1,90 x 1,20 x 1,15 metros, y al igual que pasa con los materiales, no todas las copias tienen las mismas medidas.
Y ya entrando en temas más profundos, vemos como el artista para llevar a cabo la realización de El beso, sorprendido quizás por la fugacidad del momento, decide capturar ese instante tan fugaz como efímero, como lo es un beso. Además, la expresividad de sus gestos es meramente suficiente como para que una simple parte del cuerpo humano sea capaz de transmitir el placer que quiso reflejar con ellos.
Igualmente es apreciable ese naturalismo tan típico de Rodin juntos a determinados rasgos de idealización propios de otro artista al cual admiraba, Miguel Ángel, como el non infinito, presente en el soporte donde los amantes aparecen sedentes. Todo lo contrario, ocurre con las figuras que muestran un pulido trabajado. Es precisamente ese contraste de la piedra sin devastar frente a las formas suaves de sus cuerpos, la que hace resaltar ese naturalismo, que como ya hemos dicho es un rasgo común en la mayoría de las obras del artista.
53. Beso detalle - El beso de Auguste Rodin. Comentario de un experto
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